Cloro: creencias equivocadas y realidades
Existen cientos de mitos y realidades alrededor del cloro, pero también muchas aplicaciones, como potabilizar el agua. Te presentemos los más comunes.
Tal vez piensas en una cristalina alberca recién desinfectada o en un poderoso limpiador para tu hogar. El cloro es un elemento muy usado en la vida diaria, pero también hay creencias que han pasado varias generaciones, nosotros vamos a desmentir algunas.
Cuando el cloro doméstico entra en contacto con suciedad, manchas, gérmenes y olores, rompe en pequeñas unidades la cadena de moléculas matando las bacterias y los mohos.
Su uso debe ser cuidadoso porque en contacto con la piel produce irritación, en contacto con los ojos produce irritación fuerte. La ingestión produce irritación y quemaduras en
boca, esófago y estómago.
Sin embargo, no es tóxico, aún si es ingerido. Los informes de los centros asistenciales muestran que en caso de contacto no se presentaron efectos de largo plazo. Luego de actuar, el cloro doméstico vuelve a transformarse en agua y sal común.
Realidad: diferentes estudios han demostrado que al desintegrarse, se convierte en agua y sal, por lo que no deja residuos tóxicos en el ambiente.
Realidad: agregar ¼ de cucharada por cada litro de agua, permite bajar el PH de la misma y a combatir el crecimiento bacteriano.
Realidad: La Organización Mundial de la Salud avala el uso del cloro para la desinfección de agua, siempre que respete un límite entre 1 y 2 mg por litro.
Realidad: la sal de mesa que utilizamos para sazonar nuestros alimentos contiene 60% de cloro, que mejora el sabor de la comida cuando entra en contacto con otras sustancias.
Un poco de cloro hará la diferencia entre limpiar y desinfectar. Ayuda a construir un escudo que protege la salud de la familia, pues elimina virus y bacterias que suelen detonar ciertos males e infecciones, incluidos los malos olores.
Fuente: Sams Club