Antes que nada, enciende el horno o el asador, calienta la sartén y pon agua a hervir. Los aparatos, los recipientes y el agua tardan en calentarse. Lo primero que yo hago siempre es poner agua a hervir.
Pica con tijeras las verduras cocidas o las crudas que son blandas (sobre todo las de hoja) sobre la ensaladera o la olla.
Lava carnes y verduras juntas en un colador bajo el chorro del agua fría (si son muchas, hazlo por tandas y ve poniendo lo lavado en toallas de papel). En los tiempos muertos de la preparación, lava las verduras que se agreguen al guiso hacia el final. Enjuaga verduras como las zanahorias y la col después de trocearlas o pelarlas.
Si una receta lleva una mezcla de ajo, jengibre o chile finamente picados, agiliza la preparación usando esta técnica infalible: pela el ajo y el jengibre, quítales el rabo a los chiles, junta todos los condimentos en un montoncito y pícalos balanceando el cuchillo.
Los alimentos en trozos grandes tardan más en cocerse que los picados o rebanados; por eso yo corto a la mitad las milanesas de pollo. Parte igual las verduras.
Si vas a preparar una crema de verduras, ralla éstas en vez de picarlas, pues de otro modo tardarían 20 minutos o más en ablandarse. Ralladas, en cambio, quedan listas en un momento.
Cuando sofrías o hiervas a fuego bajo un alimento húmedo, como verduras, frijoles o salsas, ponles encima otro (en especial uno rico en proteínas, como pescado, pollo o huevo) y cúbrelo para que se cueza al vapor. Por ejemplo, para hacer unos huevos a la florentina más pronto, déjalos cocinarse tapados sobre la espinaca en vez de escalfarlos aparte.
Si preparas un estofado, usa poco líquido: que los alimentos sólidos queden sumergidos unos 2.5 cm. Tapa la olla y deja cocer el guiso a fuego bajo, removiéndolo de vez en cuando y añadiéndole un poco de líquido si hace falta.
Un sándwich se hace más pronto que cuatro: corta una baguette a la mitad a lo largo, haz un sándwich gigante y pártelo en cuantas piezas quieras. ¡He visto quien lo hace al revés!
Para preparar rápidamente manzanas, peras, tomates, melocotones, pimientos y col, parte primero la pulpa con tres o cuatro cortes verticales en torno al corazón o centro, y córtala luego en rebanadas o tiras.
En vez de cocer las verduras de raíz, cómelas crudas. Con betabel (remolacha), chirivía y apio nabo se hacen deliciosas ensaladas. Como son duras, rállalas. Si aun así te siguen pareciendo demasiado crujientes, macéralas durante media hora o más en una vinagreta.
Pícalas en el procesador de alimentos, que hará el trabajo en dos o tres segundos, y las coles se cocerán en la mitad de tiempo. Además, obtendrás más de esos trocitos crujientes que no me canso de comer.
Úsalas en las sopas… y en cualquier otro plato. Como están muy poco procesadas, son la excepción en el pasillo de alimentos congelados, y una bendición para el cocinero que tiene prisa. Yo siempre tengo a la mano chícharos y granos de maíz congelados.
Para asar un alimento que no necesita mucho calor desde el principio, puedes meterlo en el horno antes de que éste alcance la temperatura que especifica la receta. Las verduras y las carnes quedan muy bien así.
Si olvidaste poner a ablandar la mantequilla, derrítela en el microondas; para untar el pan de modo más uniforme, usa una brocha.
Al hacer albóndigas, lo que más tiempo lleva es formarlas. Hay una buena opción: con dos cucharas, vierte porciones de la masa de carne en una sartén caliente. Así toman un tono dorado espléndido y saben igual de bien.
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