Una investigación de la Harvard Graduate School of Education descubrió que el 80% de los jóvenes piensan que sus padres están más interesados en los logros o la felicidad de sus hijos que en si se preocupan por los demás.
En su nuevo libro “How to Raise Kids Who Aren’t A**holes: Science-Based Strategies for Better Parenting–from Tots to Teens”, la periodista científica Melinda Wenner Moyer analiza los datos sobre el tema.
La autora analizó las investigaciones sobre el uso de armas, el tiempo frente a las pantallas, la timidez, la resiliencia y mucho más, para ayudar a los padres a transmitir eficazmente el mensaje de que la amabilidad es importante.
CNN habló con Moyer sobre lo que hacemos bien, lo que hacemos mal, cómo enseñar la amabilidad y por qué es difícil criar a un niño amable si nosotros mismos no lo somos.
“Hace dos años y medio empecé a sentirme frustrada por el mal comportamiento de los adultos que veía a mi alrededor. Me hizo pensar: ¿qué están aprendiendo mis hijos? ¿De quién están aprendiendo mis hijos?”, señala Melinda Wenner Moyer.
Me hizo darme cuenta de que lo que más quería era que mis hijos no crecieran siendo unos insensibles. Y me di cuenta de que no sabía cómo hacerlo.
Empecé a investigar la ciencia sobre cómo construir el carácter y los valores y me sorprendió la cantidad de investigaciones que había. (Estos son los mejores consejos que puedes darle a tus hijos).
Una cosa que surgió una y otra vez en la investigación es que muchos padres evitan hablar con sus hijos de temas matizados y complicados como la raza, el sexo o la pornografía. Pero los niños, desde pequeños, son detectives que intentan averiguar cómo funciona el mundo.
Notan la jerarquía racial, la jerarquía de género y los trasfondos o alusiones sexuales, en todas partes. Las películas de Disney los tienen.
Los niños están expuestos a estas grandes cuestiones con matices, y si no estamos allí para exponerlos a estas cuestiones, obtendrán la información en otra parte y luego harán suposiciones que no son lo más precisas.
Es mucho mejor establecer conversaciones deliberadas sobre temas difíciles. Aunque pienses que son demasiado jóvenes, no lo son, siempre que lo hagas de una manera apropiada para su edad.
Otra cosa es cómo manejamos los sentimientos de nuestros hijos. Intentamos que nuestros hijos se sientan mejor cuando están molestos, se sienten mal o están tristes. Minimizamos los sentimientos o los avergonzamos diciendo cosas como “deja de actuar como un bebé” o, en el caso de los niños, “deja de actuar como una niña”.
Lo hacemos porque queremos rescatar a nuestros hijos de sus sentimientos negativos. La investigación nos dice que esto no es adecuado por un par de razones. Les decimos que sus sentimientos están mal, y que deben reprimirlos y ocultarlos. Esto no ayuda a nuestros hijos a aprender las habilidades para manejarlos.
Además, los padres tienden a avergonzar más a los niños por tener sentimientos de tristeza o miedo porque no se consideran masculinos. Pero los chicos a los que se les ha enseñado a avergonzarse de estos sentimientos son más propensos a ser agresivos cuando crecen.
Uno de ellos es modelar la bondad y la generosidad delante de nuestros hijos. Eso es muy bueno porque los niños aprenden de lo que hacemos más que de lo que decimos.
En los últimos 5 años, he visto que muchos padres incluyen a sus hijos en los movimientos sociales, llevándolos a las protestas, haciéndolos voluntarios o animándolos a donar el dinero de su mesada.
Cuando incluimos a los niños, les mostramos que es importante preocuparse por los demás.
A menudo escucho a lectores escépticos que preguntan: “Si queremos que nuestros hijos tengan éxito, ¿criarlos para que sean amables y compasivos no los va a frenar?” Nuestra cultura sigue diciéndonos que para salir adelante en el mundo hay que ser un imbécil arrogante.
Ciertamente hay excepciones, pero en general, las investigaciones apuntan a lo contrario: las personas que son amables y compasivas suelen tener más éxito.
Cuando tratas bien a la gente, la gente quiere tratarte bien a ti.
Es muy importante ser abierto y honesto. Está bien que tengamos grandes sentimientos; los sentimientos forman parte del ser humano y son normales.
Debemos aceptar nuestros propios sentimientos y la forma en que respondemos a las situaciones cuando estamos enojados. Eso está bien. Somos humanos y todo el mundo comete errores y eso forma parte de la vida.
Es muy útil para los niños vernos modelar esa autoaceptación. También es muy bueno para ellos vernos pedir disculpas después, modelando el comportamiento que queremos que hagan más adelante.
Cuando asumimos la responsabilidad, pueden salir muchas cosas buenas de nuestros “errores” como padres.
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