Cómo dejar de tomar malas decisiones
Nadie tiene una bola mágica que le permita anticipar qué puede suceder ante cada opción tomada. Hay múltiples factores que escapan a nuestro control. Sin embargo, hay una serie de aspectos que podemos manejar.
¿Por qué tomamos malas decisiones? Esta es una pregunta que nos hemos hecho muchas veces. A pesar de nuestras mejores intenciones, a menudo tomamos elecciones que más tarde lamentamos. ¿Por qué sucede esto?
La respuesta es simple: nuestro cerebro está diseñado para tomar atajos y tomar decisiones rápidas en lugar de analizar cuidadosamente todas las opciones.
Nuestros cerebros están programados para emitir juicios instantáneos y decidir de manera rápida. Esto nos permite ahorrar recursos, pero como contrapartida, provoca que tomemos peores decisiones
En este artículo, profundizaremos en las razones detrás de ésto y exploraremos cómo podemos tomar decisiones más inteligentes y mejor informadas.
Nuestro cerebro está diseñado para tomar decisiones de manera rápida y eficiente, sin dedicar mucho tiempo a la reflexión. Esto se debe a que nuestros antepasados tuvieron que tomar decisiones rápidas para sobrevivir en un entorno peligroso. En lugar de analizar cuidadosamente todas las opciones, nuestros antepasados tenían que tomar soluciones rápidas basadas en la información disponible en ese momento.
La psicóloga Susana Krauss escribe en Psychology Today que la razón por la que tomamos malas decisiones es porque tenemos una “brújula defectuosa” y hay que corregir eso para poder darle la vuelta a la situación.
Ella dice que uno de los puntos de esta brújula defectuosa nos lleva a seguir queriendo usar los mismos métodos para conseguir un resultado diferente. Ella dice que hay que poner atención a los patrones de comportamientos, a las malas experiencias y a los errores, para que podamos cambiar o modificar lo necesario para conseguir un mejor resultado.
Esto se conecta con la frase que dice que hay que conocer la historia para evitar cometer los mismos errores.
Éstas también juegan un papel importante. Frecuentemente, tomamos decisiones basadas en cómo nos sentimos en ese momento. Por ejemplo, si estamos enojados, podemos tomar una decisión impulsiva y decir algo de lo que nos arrepentimos más tarde.
De manera similar, si estamos ansiosos, podemos tomar decisiones que nos hacen sentir más seguros en lugar de soluciones que son objetivamente mejores. Es importante reconocer cómo nuestras emociones pueden influir en esas elecciones y tratar de mantener una perspectiva más objetiva.
No tener la información completa también puede llevarnos a tomar decisiones incorrectas. pues por lo regular solemos tomar decisiones basadas en información incompleta o mal informada.
Es importante tomarse el tiempo para investigar y recopilar información antes de tomar una decisión importante. Esto nos ayudará a tomar una decisión más informada y con menos probabilidades de ser perjudicial a largo plazo.
Es importante reconocer la influencia que otros tienen en nuestras decisiones y analizar lo que es mejor para nosotros y no para las otras personas, si bien es la válido escuchar las opiniones de los demás, y basarse en éstas para hacer una elección, no es simplemente aceptarlas por pena o por no herir a los demás. Seamos objetivos y sinceros.
Es bueno tener opiniones de los demás, pero no hay que dejarse llevar por aquellas que no aportan algo valioso para nosotros”
Otro factor que puede afectar estas elecciones es la parálisis del análisis. A veces, tenemos tanta información disponible que nos resulta difícil tomar una decisión. En lugar de analizar cuidadosamente todas las opciones, podemos sentirnos abrumados y no tomar ninguna decisión en absoluto.
Es importante aprender a filtrar la información y tomar decisiones basadas en los hechos más relevantes y útiles. Esto nos ayudará a tomar una decisión más informada y con menos probabilidades de ser perjudicial a largo plazo.
Las suposiciones incorrectas también pueden ser un factor en las cosas que elegimos. A menudo, tomamos decisiones basadas en lo que creemos que es verdad, en lugar de lo que es realmente verdad. Por ejemplo, si suponemos que una determinada persona es confiable, podemos confiar en ella con información confidencial sin verificar su historial.
Es importante cuestionar nuestras suposiciones y verificar la información antes de tomar una decisión importante. Esto nos ayudará a tomar una decisión más informada y con menos probabilidades de ser perjudicial a largo plazo.
Tendemos a enfocamos en las necesidades y deseos inmediatos en lugar de pensar en las consecuencias a largo plazo de nuestras decisiones. Por ejemplo, si optamos por gastar dinero en un producto costoso que no necesitamos en lugar de ahorrar ese dinero para el futuro, podemos arrepentirnos más tarde.
Es importante pensar en las consecuencias a largo plazo de nuestras decisiones y tomarlas basadas en nuestros objetivos a largo plazo. Esto nos ayudará a que las elecciones que hagamos sean más inteligentes y mejor informadas.
Ahora que hemos analizado las razones detrás de nuestras malas decisiones, es importante explorar cómo podemos tomar decisiones más inteligentes y mejor informadas. Aquí hay algunos consejos:
Eso sí, recuerda que aprender sobre la toma decisiones no garantiza que no volveremos a tomar malas decisiones. Pero conocer qué factores nos llevan a tomar decisiones irracionales y aprender algunas estrategias puede ayudarnos a tomar mejores decisiones en el futuro.