El orfebre se estremeció de pánico. Esa mañana le habían sacado de la cama para conducirle al palacio del rey Hieron, quien le había encargado una corona. Ya en palacio, comprendió horrorizado que su intento de robar al Rey había sido descubierto.
Hieron, después de conquistar el poder real en Siracusa (capital de la colonia griega de Sicilia) en el 212 aC, resolvió colocar en cierto templo una corona de oro que había prometido a los dioses. Contrató el trabajo a un precio fijo y pesó la cantidad de oro que le entregó al contratista. Al recibir la corona, comprobó que su peso correspondía al del oro entregado.
Pero, al día siguiente, un confidente le informó de que el orfebre había sustraído una cantidad de oro, reemplazándola por plata. El Rey encargó a Arquímedes una tarea aparentemente imposible: que demostrara, sin dañar la corona, si el oro estaba adulterado.
Obsesionado por el problema, Arquímedes pasó varios días sin comer ni asearse, hasta que al fin se dirigió a los baños públicos. Al sumergirse en la bañera, observó que cuanto más se hundía, más agua se derramaba fuera.
Eso le brindó la clave para resolver su problema. Loco de alegría, saltó de la bañera y corrió desnudo hacia su casa, gritando: ¡Eureka! ¡Eureka!
Arquímedes puso a prueba su hipótesis sin mayor demora. Colocó un jarro lleno de agua sobre un plato y metió dentro un trozo de oro; a continuación, pesó el agua que había rebosado y caído en el plato. Al repetir el experimento con la corona, descubrió que hacía rebosar más agua.
La corona era mayor porque el orfebre había mezclado plata con el oro. En castigo a su delito, el orfebre fue ajusticiado.
Un grupo de obreros de Nínive, la capital asiria, levantan un enorme toro de piedra con una palanca en el 700 aC. Cuanto más larga es la palanca, menor presión hay que ejercer para elevar un peso con ella.
Las palancas venían utilizándose en la construcción desde tiempos inmemoriales, pero fue en el siglo III aC cuando Arquímedes descubrió la fórmula matemática que explicaba su funcionamiento.
Una vez descubierta la fórmula de la palanca, Arquímedes exclamó: ?Dadme un punto de apoyo y una palanca adecuada y moveré la Tierra.?
El tornillo de Arquímedes era un utensilio no muy grande accionado a mano. Sobre ese modelo, Leonardo da Vinci diseñó un aparato automático de gran tamaño, consistente en dos tornillos interconectados y movidos por una gran rueda que giraba impulsada por la corriente del río.
Una variante del tornillo de Arquímedes: una tubería, enroscada en torno a un cilindro que da vueltas al girar una manivela, va llenando de agua un depósito.
Absorto en complicados cálculos, Arquímedes no advirtió que los romanos estaban saqueando Siracusa en el 212 aC. Murió durante el saqueo por negarse a dejar sus cálculos inacabados cuando un soldado le fue a avisar del peligro.
El matemático más notable de la Antigüedad conjugó las matemáticas con la física al comparar el peso de un objeto con su volumen.
Aunque la congelación no elimina los microorganismos, sí detiene su proliferación, preservando así las propiedades…
El cáncer de estómago comienza con un crecimiento descontrolado de células en el tejido gástrico,…
Un equipo de investigadores ha hecho un avance significativo en la biología humana creando un…
El salmón, ese pescado de carne rosada y sabor suave, es mucho más que un…
¿Quieres sentirte más joven y lleno de energía? El calostro bovino puede ser la clave.
Tres expertos veterinarios nos ofrecen algunos consejos para acampar con perros, desde cómo prepararte y…
Esta web usa cookies.