Esta mujer pensó que las protuberancias en su hombro eran piquetes de araña. Luego las manchas se tornaron negras, su cuerpo comenzó a fallar, y casi pierde la vida.
Lista para aceptar la vida como a un nido vacío, Mary (nombre ficticio) tenía grandes planes para el fin de semana. La directora de arte de una revista, recientemente había enviado a su hijo más pequeño a la universidad. Ahora estaba lista para emprender un gran plan en su casa de Nueva Jersey: terminar de limpiar el sótano.
Durante ese desafortunado fin de semana en octubre del 2018, Mary se deshizo de muebles viejos y cajas que habían estado entre telarañas durante años. Jamás imaginó que este proyecto casi terminaría con su vida.
Al siguiente lunes, Mary notó dos pequeñas protuberancias en el omóplato. Parecían mordeduras de araña, y no se preocupó. Sin embargo, cuando despertó el martes, Mary sintió un dolor insoportable con tan sólo tocarlas. “Con apenas 12 horas de haber hallado los piquetes, ya eran demasiado dolorosos. Sólo tocarlos era una agonía, y sentía cuchillos atravesándome si llegaba a presionar sobre ellos”, dijo.
“Sabía que ese dolor era demasiado para ser una mordedura de araña”. Su doctor sugirió antibióticos, pero Mary se preguntaba si eso sería suficiente para tratar lo que fuera que estaba mal.
Cuando despertó el miércoles, Mary estaba sudando copiosamente y se sentía incapaz de salir de la cama. Las dos pequeñas protuberancias en su espalda habían crecido al tamaño de centavos. Y peor aún, ahora eran negros. Un amigo que la visitó ese día le rogó que acudiera a la sala de emergencias, pero Mary se negó: “Yo tenia una cita con mi doctor al siguiente día, así que deseché la idea. No debí hacerlo.”
Para el jueves las protuberancias explotaron; sentada en la sala de espera del consultorio, su blusa se pegaba a lo que manaba de la herida.
“No podía pensar con claridad, no sabía qué tan enferma estaba”, dijo. Cuando el doctor la examinó de nuevo, le aconsejó esperar un día más para ver si la mancha crecía aún más. En el momento en que el doctor salió del cuarto, la enfermera se acercó a Mary y le insistió que fuera directo a emergencias. “Ella salvó mi vida”, dijo Mary, recordando. “Me dijo que estaba creciendo, que era negro, y bastante agresivo. Me alegra tanto que haya estado ahí”.
El personal de emergencias revisó a Mary en seguida y comenzaron a hacerle estudios. Ahí fue donde recibió noticias estremecedoras: la prueba de sangre reveló una grave infección por estafilococos que había entrado a su sangre causando sepsis -una reacción del cuerpo a infecciones severas.
Estaba experimentando los síntomas más comunes, como fiebre, baja presión, taquicardia y confusión. Normalmente, aquellos en grave riego de tener sepsis son mayores de 65 años o padecen de enfermedades crónicas como el cáncer, diabetes, o alguna condición que debilite el sistema inmunológico. Sin embargo, Mary está a más de diez años lejos de tener 65 y goza de excelente salud; su caso demostró que cualquiera puede desarrollar esta reacción mortal.
La bacteria responsable de la sepsis en Mary -Estafilococo aureus – es común y causa salpullidos y otras infecciones menores en la piel; para algunos desafortunados, esto lleva a mayores problemas, e incluso la muerte.
“Tan pronto me dieron el diagnóstico, me trasladaron a cuidados intensivos,” dice Mary. “Cuando pregunté para qué eran los medicamentos, me dijeron que debían proteger mis riñones. No tenía idea lo seria que era la sepsis -o siquiera lo que era – en ese momento.” Una rápida búsqueda en Google a través de su teléfono alertó a Mary sobre el peligro.
“Comprendí que esto mata personas – y yo lo tenía”. Estuvo con antibióticos administrados de forma intravenosa durante tres días antes de darla de baja del hospital. Tuvo que tomar dos fuertes antibióticos por diez días más para eliminar la infección.
“Aún no tengo idea de cómo contraje la infección de estafilococo, pero volviendo a esos días, desearía haber escuchado las campanillas de alerta que resonaban en mi cabeza diciéndome que algo andaba mal,” dice Mary. “Tenemos que escuchar a nuestro cuerpo – nos dice cuando necesitamos ayuda”.
Tomado de rd.com How 2 “Spider Bites” Almost Killed Me