¿Alguna vez has sentido que tu mente no se apaga cuando intentas dormir? Esa sensación de pensamientos corriendo sin control, planeando, recordando o resolviendo problemas, es más común de lo que parece. Para muchas personas con insomnio, esta hiperactividad mental es el mayor obstáculo para conciliar el sueño. Pero ahora, una técnica sorprendente podría ofrecer alivio sin necesidad de medicamentos: enfriar ligeramente el cerebro.
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¿Por qué enfriar el cerebro ayuda a dormir?
La clave está en una función natural del cuerpo: al caer la noche, nuestro ritmo circadiano reduce la temperatura corporal para preparar el descanso. Pero en las personas con insomnio, esa respuesta fisiológica parece no activarse correctamente, especialmente en el cerebro. Investigadores de la Universidad de Pittsburgh, liderados por el doctor Daniel Buysse, descubrieron que quienes padecen insomnio presentan una mayor actividad en los lóbulos frontales, incluso al intentar dormir.
Esa zona del cerebro, relacionada con el razonamiento y la toma de decisiones, se mantiene encendida como si fuera de día. La hipótesis de los expertos es que esta actividad impide que el cerebro “baje su temperatura” como lo haría de forma natural, dificultando el inicio del sueño.
Una gorra fría que cambia las reglas del juego
Para poner a prueba esta teoría, los investigadores diseñaron una gorra especial que distribuye agua fría por el cráneo, enfriando suavemente la cabeza. En un estudio piloto con personas diagnosticadas con insomnio primario, los resultados fueron prometedores: quienes usaron esta gorra se durmieron más rápido que incluso los participantes sin problemas de sueño.
Este experimento no solo demostró que enfriar el cerebro facilita el descanso, sino que también abrió una nueva línea de investigación sobre cómo la temperatura cerebral afecta directamente nuestra capacidad para dormir.
Más allá de las pastillas: alternativas naturales para dormir
Con el tiempo, los estudios han evolucionado hacia tecnologías más precisas, como dispositivos de enfriamiento transcraneal dirigidos, y también se han explorado otras técnicas de regulación térmica, como baños tibios antes de dormir o compresas frías localizadas.
Estas estrategias han demostrado mejorar la calidad del sueño sin los riesgos asociados a los fármacos hipnóticos, que pueden generar dependencia o efectos secundarios con el uso prolongado. En contraste, las intervenciones térmicas son seguras, no invasivas y accesibles.
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Enfriar la mente, literal y metafóricamente
La temperatura del cerebro parece influir no solo en cuánto tardamos en dormir, sino también en la calidad del descanso. Además, ciertos tratamientos como la melatonina, conocida como la hormona del sueño, también actúan reduciendo ligeramente la temperatura corporal, reforzando esta conexión.
Este enfoque podría beneficiar especialmente a personas con insomnio crónico, adultos mayores, mujeres en etapas de cambio hormonal o pacientes con trastornos neurológicos, aunque se requieren más estudios para confirmar su eficacia a gran escala.
¿Una nueva era en el tratamiento del insomnio?
El insomnio afecta hasta al 30% de los adultos en todo el mundo, y su incidencia ha aumentado tras la pandemia de covid-19. Por eso, las soluciones seguras y naturales son más necesarias que nunca. Varias empresas tecnológicas ya han comenzado a comercializar gorros y bandas refrigerantes inspirados en estos hallazgos, aunque muchos productos todavía se consideran de bienestar y no dispositivos médicos aprobados.
Lo cierto es que la ciencia está encontrando nuevas formas de ayudarnos a dormir mejor sin depender de pastillas. Y, curiosamente, lo está haciendo a través de un método tan simple como eficaz: mantener la cabeza fría.