“Que nunca te acontezca afeitarte la cara…”
En MéxicoTenochtitlán la moda femenina reaccionaba de alguna manera contra el gusto por la ornamentación que caracterizaba a las mujeres de comunidades vecinas.
Entre los aztecas se consideraba que una mujer de la clase dirigente debía contentarse con el simple aseo para lucir sus encantos. Los padres aconsejaban a sus hijas: “Por la mañana lávate la cara […] Mira bien hija, que nunca te acontezca afeitarte la cara o ponerte colores en ella por parecer bien, porque esto es señal de mujeres mundanas y carnales: los afeites y los colores son cosas que las malas mujeres y las carnales lo usan las desvergonzadas. Para que tu marido no te aborrezca atavíate, lávate, y lava tus ropas.”
En cambio las auianime, cortesanas que buscaban la compañía de los guerreros jóvenes, empleaban ciertos recursos para embellecerse. Además de lavarse muy bien, usaban un ungüento amarillo, que no era otra cosa que “polvo” o tierra de tal color: con ella conservaban el rostro reluciente.
Se ponían también a veces otros “colores y afeites en el rostro por ser perdidas y mundanas”. Estas mujeres se pintaban los dientes de rojo y traían el cabello suelto. Acostumbraban además masticar el tzictli, chicle o goma extraída del chicozapote, para limpiar sus dientes. Era característico en ellas hacer un chasquido al masticar, y ese chasquido atraía a los galanes.
En cuanto al vestido, la mujer mexicana usaba una falda o cueitl, que consistía en un lienzo de tela enrollado alrededor de la cintura y amarrado por medio de un ceñidor bordado; les llegaba hasta abajo de la pantorrilla.
Las mujeres de la clase popular y las campesinas mostraban con frecuencia el busto descubierto, pero las cihuapipiltin o mujeres nobles de la ciudad usaban el huipil, que se dejaban suelto por encima de la falda. El cuello estaba adornado con profusos bordados.
En general, el vestido común era blanco y sencillo; los atuendos de ceremonias o fiestas ostentaban gran variedad de colores y motivos decorativos. Las nobles que tomaban parte en las danzas rituales usaban blusas y faldas muy lujosas.