La editora literaria Beverly Cousins revela las claves para que un manuscrito de ficción sea llevado a la imprenta.
Adoro mi trabajo. Me ha llevado por el mundo y regalado algunos momentos inolvidables, como “convertirme” en un personaje de una novela de Minette Walters y recorrer Londres a bordo del jaguar de la serie Inspector Morse. También me ha arruinado la vista. En 20 años he leído más de 5,000 novelas y publicado más de 500. Y siguen llegando. Cada semana recibo hasta 10 libros para dictamen. El problema es que sólo puedo contratar tres nuevos escritores al año.
¿Quieres ser uno de ellos? Bien. Para empezar, asegúrate de que ¡no haya errores de ortografía en tu carta! Si hay descuidos en ésta, ¿cómo estará la novela? Hace poco recibí una carta que dejaba frases a la mitad. Y, por favor, no me cuentes que a tu mamá, vecino o mejor amigo “le encantó”.
Por supuesto, la originalidad es importante; he recibido cartas en forma de cómic y sinopsis en verso. Una escritora honesta incluso enumeró las debilidades de su novela (lo que no aconsejo). En esencia, la única manera de que apruebe yo tu obra es a) que tenga una trama muy buena y un título ingenioso; b) que incluya un elenco atractivo de personajes, y c) que esté escrita en una prosa impecable. Si no cumple con estos tres requisitos, la rechazaré.
Recuerda también que la trama de una novela tiene que ser creíble, pero no hiperrealista. Si los policías ficticios siguieran los procedimientos de los agentes reales, tendríamos novelas muy aburridas (seamos honestos: los investigadores ingleses no reciben jaguares para hacer su trabajo, pero, ¿a quién le importa?). Y si bien es importante incluir datos exactos en una novela histórica, no dejes que la precisión prevalezca sobre la imaginación.
No olvides que la ficción es una experiencia, así que necesitas provocar reacciones. Las novelas románticas nos permiten “regodearnos” en el amor verdadero, y las de suspenso, “experimentar” el mal. Las novelas de aventura deben incitarnos a pasar las páginas a mil por hora, y las eróticas… bueno, todos sabemos bien lo que esperamos de ellas.
Una novela debe ser original y en gran medida impredecible. Siempre me siento impulsada a adivinar los desenlaces, sobre todo en las historias de misterio. Sin embargo, en las raras ocasiones en que mi conjetura es acertada, no me jacto de ello. Más bien me siento defraudada. El final debe sorprender, pero ser convincente. Al llegar a la última página debo yo exclamar: “¡Por supuesto!” Y no: “¡Esto es una ridiculez!”
Una novela debe respetar las convenciones del género, pero también puedes divertirte. Incluso en las de amor, cuando Ella tiene que quedarse con Él al final, se pueden hacer vueltas de tuerca inesperadas.
Un último consejo: conoce a tu lector típico, pero mantente abierto a las sorpresas. Esto lo aprendí muy pronto en mi carrera cuando, tras una charla en una librería sobre literatura de misterio, una anciana tomó una novela sobre multiasesinos violentos y me preguntó si la recomendaba. “Es un poco sangrienta”, le contesté, con aire protector. Llena de emoción, dijo: “¡Me encanta lo sangriento!”
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