Es muy sencillo: la primera cifra, que recibe el nombre de “presión sistólica”, representa la fuerza con la que la sangre empuja la pared de las arterias cuando el corazón se contrae. El segundo número, “presión diastólica”, indica la cantidad de fuerza que queda entre latidos.
Conforme las cifras se elevan, también se incrementa el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular. Según la Sociedad Europea de Cardiología, los valores inferiores a 120/80 son los “óptimos” para los adultos, y aquellos entre 120-129/80-84 se consideran “normales”.
No existe una recomendación sobre qué tan bajo puede ser el límite inferior, siempre y cuando te sientas bien; si tienes mareos crónicos, acude al médico.
Un resultado “normal alto” (130-139/85-89) es señal de que te conviene modificar tu estilo de vida; sin embargo, dado el bajo riesgo cardiovascular, no se justifica el uso de medicamentos.
Pero si la medición es de 140/90 o mayor, lo más seguro es que se trate de “hipertensión”. Ante este escenario es muy recomendable cambiar tus hábitos y recibir una prescripción, pues el beneficio que te reportarán los fármacos superará los peligros en potencia.
Si te tomas la presión en casa, las alarmas se encienden con 135/85, pues uno suele estar más relajado en la comodidad de su propio espacio que en un consultorio médico.
La presión arterial fluctúa en el transcurso del día debido a diversos factores como los niveles de estrés, la ingesta de cafeína y la actividad física. Por esa razón, los doctores no diagnostican hipertensión tras una sola prueba. En vez de eso, les piden a los pacientes que utilicen un dispositivo casero o agendan otra cita a fin de descartar anomalías.
De ser posible, siéntate cinco minutos en un ambiente tranquilo antes de medirte la presión, sugiere Joep Perk, vocero de la Sociedad Europea de Cardiología para asuntos de hipertensión y medidas preventivas.
Durante la prueba, respira con normalidad, apoya el codo de modo que quede a nivel del corazón y no hables. Asegúrate de que el brazalete del esfigmomanógrafo haga contacto con tu piel y no con la ropa.
Si nunca has tenido la presión elevada, solo es necesario revisarla una vez cada dos o tres años. De lo contrario, se recomienda realizar esta medición con frecuencia (una o dos veces por semana) y mantener un registro de los resultados obtenidos. “Esta información permitirá a los médicos ajustar las recetas”, explica Perk.
Las revisiones frecuentes te recordarán que debes tomar el medicamento, pues cuando no lo hagas, tus cifras saldrán elevadas.
“La hipertensión no produce ningún malestar físico”, asegura Perk, “razón por la cual a algunos les cuesta trabajo seguir las indicaciones médicas. Tomarse la presión en el hogar ayuda a que las personas tengan un papel activo en el cuidado de su salud”.
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