En la era digital, estamos constantemente bombardeados con notificaciones, mensajes y estímulos. Si bien la tecnología puede ser una herramienta poderosa, también puede tener un impacto negativo en nuestra atención, nuestra identidad y nuestras relaciones.
De acuerdo con un artículo publicado en The Conversation, podríamos pensar que solo se pierde un par de minutos mientras leemos el mensaje y volvemos a lo que estamos haciendo. Esto si no nos distraemos con otra cosa por el camino. Sin embargo, aunque solo dediquemos unos segundos para ver la notificación, nos lleva 23 minutos retomar la atención perdida previo a la interrupción. ¿Cómo ves? – Quizás mientras intentas leer este artículo llevas más de una distracción–.
Y es que la vida moderna nos bombardea con estímulos y demandas, haciéndonos sentir fragmentados y sin control sobre nuestro propio tiempo.
(Quizás te interesa lee: 5 tips para moderar el uso del celular y disfrutar más de la vida real)
Esta “atomización de las tareas” no solo nos desorganiza, sino que también afecta nuestra identidad. ¿Quién somos si nuestras acciones y experiencias no se conectan para formar una historia coherente? Al final del día, del mes o del año, podemos preguntarnos: ¿Qué he hecho con mi tiempo? ¿Ha reflejado mis verdaderos valores y metas?
Para justificar la constante distracción, se suele recurrir al término “multitarea”. No obstante, como bien señala el neurocientífico estadounidense Earl Miller, el ser humano no es capaz de realizar múltiples tareas a la vez. Lo que hacemos en realidad es alternar entre ellas, lo que a su vez deteriora nuestra atención.
Cada vez que nos interrumpen, nuestra atención sostenida se ve truncada y una parte de nuestra memoria de trabajo se borra. Esta atención sostenida es la que nos permite alcanzar los llamados “estados de flujo”, momentos de profunda concentración y satisfacción, íntimamente ligados a la felicidad.
Las pantallas, incluso sin estar conectadas a internet o con notificaciones activadas, no fomentan la atención. De hecho, su uso excesivo puede obstaculizar el cultivo de la misma. Esto es especialmente preocupante en el caso de los niños, quienes necesitan desarrollar una atención plena y una relación sana con ellos mismos.
El impacto de la interrupción es aún más grave en los niños. Su desarrollo cerebral requiere tiempo para explorar, jugar y cultivar la atención. Sin embargo, muchos colegios se han convertido en extensiones de las grandes empresas tecnológicas, saturando a los niños de estímulos y privándolos de la oportunidad de cultivar la atención y la relación con ellos mismos.
La educación moderna, enfocada en la ludificación y la sobreestimulación, ignora la importancia del aburrimiento. Aburrirse es esencial para desarrollar la imaginación, la creatividad y la capacidad de concentración.
También puedes leer: ¿A qué edad deberían tener celular los niños?
La consecuencia de esta falta de atención y autoconocimiento es una generación con problemas de identidad, ansiedad y dificultad para empatizar con los demás. La soledad reflexiva, necesaria para cultivar el yo y la empatía, se ve desplazada por la actividad constante.
Recuperar la atención sostenida y proteger nuestra identidad en la era digital requiere un cambio de paradigma. Al conocernos a nosotros mismos, podemos comprender mejor al otro.
Para combatir los efectos negativos de la distracción digital, es importante tomar medidas para recuperar el control de nuestra atención. Algunas estrategias útiles incluyen:
Aunque la congelación no elimina los microorganismos, sí detiene su proliferación, preservando así las propiedades…
El cáncer de estómago comienza con un crecimiento descontrolado de células en el tejido gástrico,…
Un equipo de investigadores ha hecho un avance significativo en la biología humana creando un…
El salmón, ese pescado de carne rosada y sabor suave, es mucho más que un…
¿Quieres sentirte más joven y lleno de energía? El calostro bovino puede ser la clave.
Tres expertos veterinarios nos ofrecen algunos consejos para acampar con perros, desde cómo prepararte y…
Esta web usa cookies.