Se han realizado estudios sobre cómo intentamos parecer más listos, y sobre los criterios que usamos para decidir si los demás lo son o no.
Avergonzado, Kevin Adkins, de 41 años, admite que cuando se siente inseguro usa palabras rimbombantes para parecer más listo. “Lo hago cuando quiero impresionar a alguien”, dice.
“Si se trata de una cita con una mujer, lo hago siempre, pero en el supermercado casi nunca”.
Hace poco, mientras flirteaba con una estilista en la peluquería, le pidió que le hiciera un corte de pelo “simétrico”, en vez de decirle simplemente que se lo cortara “parejo”.
Y mientras le daba señas a una atractiva mujer para llegar a un lugar, le dijo que las dos rutas posibles eran “equidistantes”, en vez de señalar que ambas suponían la misma distancia.
Kevin no es el único que hace esto. Se han realizado estudios sobre cómo intentamos parecer más listos, y sobre los criterios que usamos para decidir si los demás lo son o no.
Aunque muchos de estos juicios se basan en estereotipos, persisten hoy día.
“A las personas les encanta juzgar a otras por la primera impresión”, dice Bogdan Wojciszke, profesor de la Universidad de Ciencias Sociales y Humanidades de Sopot, Polonia.
“Tendemos a hacer juicios basados en señales superficiales, sin detenernos a pensar mucho”.
Como sabemos, consciente o inconscientemente, que los demás se forman una idea de nosotros con una simple mirada o una breve conversación, nos esforzamos en dar la impresión “correcta” para que nos juzguen favorablemente. Esta primera impresión tal vez no se ajuste a la realidad, pero a la gente le importa y tiene en cuenta la percepción de los demás.
“Es casi un juego entre dos personas”, señala Eric R. Igou, psicólogo social de la Universidad de Limerick, en Irlanda. “Si el observador, la persona B, no tiene el mismo punto de vista, puede ser contraproducente.
La persona A quizá sea percibida como pretenciosa, no como inteligente”.
¿Quieres parecer más listo? Sigue estos consejos derivados de los estudios más recientes:
Si usas un diccionario de sinónimos para redactar tus e-mails, no te extrañe que tu intento de parecer inteligente se malogre.
“Las personas listas tienen un vocabulario amplio”, dice Daniel Oppenheimer, profesor de psicología cognitiva en la Universidad de California en Los Ángeles.
“La gente piensa: ‘Si demuestro que tengo un buen vocabulario, pareceré más inteligente’”. Sin embargo, los estudios indican que a los autores de libros se les considera más inteligentes cuando lo que escriben es fácil de entender.
El uso de palabras rimbombantes con el único fin de impresionar a la gente podría tener el efecto contrario.
“La gente asocia la inteligencia con la claridad de expresión”, dice Oppenheimer, y añade que las personas más inteligentes utilizan palabras más elegantes al escribir, pero su objetivo es escribir con claridad.
De acuerdo con un estudio realizado por el Colegio de Optometristas del Reino Unido, 43 por ciento de las personas considera que los lentes hacen parecer más listos a hombres y mujeres, y 40 por ciento ha pensado en ponerse unos con ese fin. “Los lentes son muy visibles e incitan a hacer deducciones rápidas”, dice Wojciszke.
“Muchas personas a las que se considera sabias —como los jueces, los profesores y los estadistas maduros— tienden más a usar lentes que las de corta inteligencia.
Así que toda señal que se asocie con la sabiduría —libros gruesos, un discurso fluido e incluso el cabello canoso— puede reforzar la impresión de inteligencia”.
Un estudio francés publicado en la revista Psychological Reports reveló que las mujeres que escuchan a hombres contar chistes creen que éstos son más inteligentes y atractivos que los que hablan sobre temas cotidianos.
Es posible que esta creencia tenga fundamento, pues se necesita cierto nivel intelectual para hacer observaciones ingeniosas con frecuencia.
“En efecto, las personas que tienen buen sentido del humor muestran una inteligencia superior, así que los hombres pueden usar el humor como una señal clara de inteligencia genuina”, señala Wojciszke.
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A las personas cuya sonrisa parece auténtica, con arrugas alrededor de los ojos, se les considera más inteligentes que aquellas cuya sonrisa parece fingida, indica un estudio publicado en el Journal of Nonverbal Behavior.
Pero no existe una correlación entre la sonrisa y la inteligencia; los juicios se alimentan de corazonadas.
“Las personas suelen confiar en dos tipos de prejuicios cuando se forman impresiones”, dice Susanne Quadflieg, autora del estudio y profesora de psicología experimental en la Universidad de Bristol, en Inglaterra.
“Uno es el llamado ‘efecto de halo’: si tienen una impresión favorable y espontánea de una persona —y la sonrisa natural puede suscitar rápidamente una respuesta favorable—, tienden a juzgar también de forma positiva otros de sus atributos, como la inteligencia.
El otro es el ‘efecto lo que es bello es bueno’: si las personas consideran atractivo a alguien —y la sonrisa auténtica suele reforzar ese atractivo—, tienden a atribuirles otras cualidades, como la inteligencia”.
En el Reino Unido, más de la mitad de los participantes en una encuesta por el Día Mundial del Libro admitieron que fingían haber leído clásicos como La guerra y la paz para parecer más listos.
Quizá causes una buena impresión inicial, pero si estableces una relación con la persona a la que se lo dices, tal vez no puedas mantener el engaño.
“La mayoría de nuestras interacciones diarias con otras personas son muy breves y superficiales, pero somos menos vulnerables al engaño durante las interacciones prolongadas o frecuentes”, dice Wojciszke.
Si alguien te mira mientras hablas, es más probable que pienses que es inteligente. “Un buen contacto visual significa que la otra persona es receptiva a lo que estás haciendo o diciendo”, explica Wojciszke.
“Si no es receptiva, quiere decir que eres aburrido o que esa persona es tonta”.
Esta percepción quizá tenga bases: investigadores de la Universidad Brandeis, en Massachusetts, observaron que los conversadores que mantenían el contacto visual se desempeñaban mejor en pruebas de inteligencia que los que evitaban la mirada.
Las bebidas alcohólicas reducen el nivel de inteligencia percibida. Un estudio publicado en el Journal of Consumer Psychology reveló que a las personas que beben mucho vino o cerveza se les considera menos listas que las que beben soda o agua.
“A menudo observamos que tras el consumo de alcohol se produce cierto grado de disfunción cognitiva”, dice Scott Rick, autor del estudio y profesor en la Universidad de Michigan.
“Eso puede actuar como una lente a través de la cual vemos a los bebedores”.
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Los estudios de Wojciszke han demostrado que la autoestima aumenta cuando las personas se perciben a sí mismas como inteligentes, aunque los demás aprecien otras cualidades.
“Le gustamos a la gente no por nuestra inteligencia, sino por nuestra calidez y amabilidad”, dice el profesor.
“Pero además de agradar, nos gusta que nos respeten, y esto depende de la inteligencia. Así pues, si deseas gustar a los demás, debes mostrarte más agradable que inteligente, y si quieres que te respeten, tienes que actuar más como un ser inteligente que como un individuo agradable”.
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