Algunos años atrás discutí con una amiga debido a un malentendido del que yo fui la única culpable. No tuve valor para admitir mi equivocación y dejamos de hablarnos durante años, hasta que un día nos encontramos en la calle y decidimos comer juntas. Fue tan agradable que nos seguimos reuniendo. Tras vernos dos o tres veces, me sentí obligada a pedir perdón por aquella ocasión.
Mi experiencia no es un caso excepcional: mucha gente evita disculparse porque la idea de admitir su ofensa la hace sentir terriblemente incómoda. “Todos nos consideramos buenas personas; es decir, educadas, amables y éticas”, afirma Ryan Fehr, profesor de la Foster School of Business de la Universidad de Washington.
“Las disculpas nos obligan a admitir que no siempre estamos a la altura de nuestros propios ideales. También tenemos miedo de que la víctima no las acepte y dañe así la opinión positiva que tenemos de nosotros mismos. Por eso, decir lo siento puede resultarnos muy difícil”.
Para muchos, pedir perdón es estresante, complicado e incómodo. Sin embargo, cuando se hace con sinceridad tiene efectos positivos. Los estudios demuestran que puede mejorar la salud mental, reparar las relaciones deterioradas y aumentar la autoestima.
“Decir lo siento revela el carácter moral de una persona”, comenta Fehr. “Representa la ruptura entre el transgresor y el agravio. Este dice: ‘Reconozco el daño que causé, pero eso no me representa como persona’”.
¿Te gustaría pedir perdón, pero no sabes cómo? Estas son las recomendaciones de los expertos.
Investigadores de la Universidad Estatal de Ohio han establecido que las disculpas eficaces tienen seis componentes: la expresión del arrepentimiento, la explicación del error cometido, el reconocimiento de la responsabilidad, la declaración del remordimiento, el intento de reparar la situación y la petición de perdón. No siempre es necesario reunir todos estos elementos.
“Lo que descubrimos es que cuantos más de estos componentes se incluyan, mayor probabilidad hay de que el descargo se considere creíble”, señala Roy Lewicki, autor principal del estudio. “El reconocimiento de la responsabilidad resultó ser el factor más importante, seguido de la explicación de por qué sucedió y la declaración del remordimiento”.
Otro estudio ha demostrado que la expresión del arrepentimiento y el reconocimiento de la responsabilidad son fundamentales. “Sin arrepentimiento, solo es una justificación”, declara Roy. “No tomar responsabilidad lo hace una excusa”.
Si quieres pedir perdón, ¿deberías hacerlo de inmediato o esperar, sobre todo si alguna de las partes necesita tiempo para calmarse? “A veces es necesario disculparse de inmediato”, señala Anthony Manstead, profesor de psicología de la Universidad de Cardiff, en Gales. “Pero si la otra parte está enojada por el agravio, quizá sea más efectivo esperar, ya que el enfado podría impedirle ser receptivo a la retractación”.
Esperar tiene más ventajas. “Algunos estudios sugieren que la demora aumenta su efectividad, pues refleja que el infractor ha tenido tiempo de reflexionar sobre sus faltas”, afirma Mara Olekalns, profesora de dirección de empresas en la Business School de Melbourne. “Otros estudios sugieren que entre más pronto se ofrezca mayor eficacia tiene, porque revela reconocimiento y remordimiento inmediato por la mala conducta”.
Esperar demasiado puede resultar contraproducente, pero puede ser efectivo. Yo tardé 10 años en pedirle perdón a mi amiga, pero ella se mostró receptiva y se sintió conmovida por mis palabras. Si tu hermano de 60 años lo hace por haberte maltratado cuando eran niños, seguramente apreciarás su actitud. E incluso algunos gobiernos ofrecen disculpas por crímenes históricos con mucho éxito.
“El mejor momento para ofrecer disculpas es cuando uno se siente realmente preparado para hacerlo de corazón”, apunta Etienne Mullet, director de investigación del Laboratorio de Ética y Trabajo del Instituto de Estudios Avanzados de París. “No hay nada peor en estas situaciones que brindarlas de manera falsa”.
Evita estos tropiezos:
Inventar excusas. “Debido a que admitir un error es doloroso y puede hacer que dudemos de nuestra bondad, la gente suele suavizar sus peticiones con excusas: manifestaciones que menoscaban la parte de asumir responsabilidad, con el fin de salvar el honor”, explica Roger Giner-Sorolla, profesor de psicología social en la Universidad de Kent, en Inglaterra.
Menospreciar los sentimientos. “No insinúes que la otra persona está equivocada por sentirse disgustada o enfadada”, recomienda Mara Olekalns. “Esto rebaja y le quita credibilidad a la acción de exculparse”.
Acusar. “Algunos ejemplos incluyen: ‘No me cuesta nada pedir perdón si he ofendido a alguien’ y ‘Lo siento en el alma, pero, en mi defensa, tengo que decir que fuiste tú quién empezó todo el asunto”, refiere Ryan Fehr. “Hacer esto le achaca la responsabilidad a la víctima por ser demasiado susceptible o por haber iniciado el conflicto. Una disculpa debe, inequívocamente, asumir la responsabilidad del agravio”.
Ofrecer una “no disculpa”. “Estas son declaraciones del tipo ‘Lamento mucho que mi broma te haya ofendido’”, apunta Giner-Sorolla. “Aunque utiliza la forma de decir lo siento —‘lamento’—, sigue implicando que la responsabilidad es de la persona ofendida, a la vez que insinúa su exceso de susceptibilidad”.
Los expertos están de acuerdo en que las disculpas cara a cara son más eficaces que las expresadas por teléfono, por correo electrónico o por escrito.
“Las expresiones faciales, el lenguaje corporal y el tono de voz han demostrado ser canales esenciales para transmitir el grado de sinceridad de la persona que expresa su arrepentimiento”, afirma Giner-Sorolla. “Cualquiera puede escribir ‘En verdad estoy muy avergonzado’, pero cuando se dice en persona, la sinceridad o la hipocresía de cualquier individuo resulta más evidente”.
Una llamada telefónica es la segunda mejor opción: la voz transmite las emociones y se obtiene una reacción inmediata. Las disculpas por correo electrónico no son convenientes porque están desprovistas de pistas emocionales… y porque una vez que han sido escritas, los destinatarios pueden enviarlas a otras personas.
“Por supuesto que una víctima puede aprovechar una disculpa por escrito para hacer daño a la persona que la ofrece”, comenta Mullet. “El hecho de ser una víctima no convierte automáticamente en buena a una persona. Por lo tanto, quien la brinda debe ser prudente”.
Tras decir lo siento, es posible que sientas como si te hubieras quitado un peso de encima. Los estudios revelan que hacerlo alivia la mala conciencia del que se retracta, inicia el proceso de absolución entre las víctimas, acerca a las personas y fomenta la confianza incluso entre desconocidos.
“Exculparse es una herramienta importante para la reconstrucción de una relación y para que esta vuelva a funcionar”, explica Lewicki.
Aunque no encuentres las palabras adecuadas, su significado será muy importante. “Generalmente las víctimas valoran las disculpas”, afirma Fehr. “Es mucho más probable que pedir perdón tenga un efecto positivo en la relación que uno negativo”.
Lo sé de primera mano: mi amiga y yo fuimos a comer hace poco, 15 años después de mi disculpa tardía. El hecho de confesar que todo fue culpa mía nos ayudó a superar nuestro distanciamiento y a recuperar nuestra relación. Hoy las dos nos sentimos muy orgullosas y estamos agradecidas por mantener nuestra amistad.
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