Cómo saber si una fuente de información sobre salud es confiable
Una experta en ciencia del comportamiento explica cómo protegerte de la desinformación médica y verificar fuentes en internet.
En la era digital, donde un simple clic nos da acceso a miles de consejos sobre bienestar, tratamientos y enfermedades, también enfrentamos un riesgo creciente: la desinformación médica. Especialmente en redes sociales, donde los mitos y noticias falsas circulan con rapidez, puede resultar difícil distinguir entre contenido confiable y afirmaciones erróneas. Entonces ¿cómo saber si una fuente de salud es confiable?
Un estudio reciente de Healthline reveló que más del 50% de los adultos en Estados Unidos consulta redes sociales para informarse sobre temas de salud, aunque muchos de ellos admiten no confiar plenamente en lo que encuentran. En el Reino Unido, un informe del Instituto Alan Turing mostró que el 94% de los encuestados había visto información falsa sobre salud en plataformas digitales.
Dawn Holford, doctora en psicología e investigadora en la Universidad de Bristol, señala que uno de los factores clave es lo que se conoce como raíces de actitud: creencias y emociones profundas que influyen en cómo procesamos la información. Si una noticia falsa coincide con nuestros temores o convicciones —como el miedo a los efectos secundarios de las vacunas o el rechazo a la medicina convencional—, es más probable que la aceptemos como verdadera.
Además, tendemos a confirmar lo que ya creemos (sesgo de confirmación), incluso si la evidencia es débil o incorrecta. Este patrón puede hacer que información engañosa parezca más creíble, sobre todo si refuerza nuestras ideas preconcebidas.
No se trata de un perfil único, sino de cómo se conecta la información con nuestras creencias personales. Holford explica que las personas con pensamiento abierto y activo son menos susceptibles, ya que están dispuestas a considerar diferentes perspectivas y evaluar la evidencia.
Por otro lado, experiencias previas negativas con el sistema de salud —como discriminación o falta de acceso— pueden fomentar la desconfianza y hacer que ciertas narrativas falsas sean más fáciles de aceptar, incluso si provienen de fuentes sin credibilidad.
Inspirado en las artes marciales, Holford y su equipo proponen una estrategia que no busca enfrentar la desinformación de manera frontal, sino utilizar sus propias tácticas para neutralizarla. Esta técnica incluye:
Inoculación psicológica: Similar a una vacuna, expone a las personas a pequeñas dosis de desinformación con explicaciones claras sobre cómo manipula la realidad (por ejemplo, exagerando datos o usando “expertos” falsos). Así, el lector se vuelve más resistente a futuros engaños.
Refutación empática: En lugar de ridiculizar las creencias del otro, se parte del respeto y se ofrece información basada en evidencia, alineada con sus valores, para generar una apertura al diálogo.
Saber cómo evaluar una fuente es esencial para proteger tu bienestar. Holford recomienda una técnica llamada lectura lateral, que consiste en salir del sitio donde encontraste la información y buscar en otras fuentes confiables si esa afirmación está respaldada.
Aquí algunos pasos clave para verificar fuentes de salud:
Investiga al autor o la institución: ¿Tiene credenciales médicas o experiencia en el tema? ¿Pertenece a una organización reconocida?
Busca múltiples fuentes: Si solo un sitio afirma algo y no hay consenso en otras páginas confiables, desconfía.
Evita caer en lo que “quieres oír”: Si una noticia confirma exactamente lo que piensas, verifica con más rigor. Podría ser desinformación diseñada para agradarte.
Prioriza sitios de organismos oficiales: Aunque algunas personas desconfían de los gobiernos, muchas veces los ministerios de salud o instituciones públicas tienen el respaldo de expertos multidisciplinarios y políticas de verificación de datos.
Consulta con un profesional de la salud: Si tienes dudas, tu médico de confianza o un representante de salud comunitario pueden orientarte.
Además de instituciones locales de salud pública, existen entidades internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), que comparten contenido verificado, accesible y actualizado. En Reino Unido, por ejemplo, plataformas como Patient Info ofrecen recursos revisados por expertos y redactados en lenguaje comprensible.
También puedes buscar medios de comunicación especializados en salud con buena reputación editorial, como Medical News Today o Healthline, que cuentan con procesos editoriales rigurosos.
Saber cómo saber si una fuente de información sobre salud es confiable se ha vuelto una habilidad esencial para navegar el mundo digital. No se trata solo de evitar engaños, sino de proteger nuestra salud, bienestar y decisiones médicas. Con pensamiento crítico, verificación cruzada y apoyo de profesionales, podemos construir un entorno más seguro e informado para todos.