La diabetes y la depresión tienen una relación muy estrecha. Si se vive con diabetes se tiene un mayor riesgo de desarrollar depresión. Si esta situación es controlada de manera eficaz se puede lograr un efecto directo positivo en la otra.
“Es muy importante el apoyo emocional entorno al paciente con diabetes, la educación en el tema y el acompañamiento que se pueda tener hacia ellos para obtener mejores resultados en su bienestar. Hay que estar muy atentos a posibles signos y síntomas de depresión, desde expresiones físicas como dolor de espalda o cabeza sin motivo aparente, hasta pérdida de interés en actividades cotidianas, sentimientos de desesperanza o tristeza” explica Jacqueline Alcántara, educadora en diabetes.
Un estudio realizado por el Colegio Mexicano de Medicina Interna entre 741 adultos con diabetes tipo 2 indicó una prevalencia de síntomas de depresión en un 24.7 por ciento.
De los 183 pacientes con síntomas depresivos, 89.6 fueron mujeres. Los síntomas indicativos de depresión fueron reportados más frecuentemente por mujeres que por hombres (33.7 por ciento versus 12.2 por ciento respectivamente).
“La peligrosidad de la depresión radica en que aún es un tema muy mitificado, como lo es la salud mental en general. A pesar del gran impacto que tiene en la vida de quien la padece, se retrasa mucho la búsqueda de ayuda, no se acude a un tratamiento ni se lleva a cabo en su totalidad o simplemente no se obtiene una asistencia adecuada a sus necesidades, lo que suma un gran reto para las personas que viven con diabetes, que, además, luchan día a día por tener en control esta parte de su salud”, precisa la educadora en diabetes de BD Ultra-Fine™.
Aunque la relación entre diabetes y depresión no ha sido comprendida en su totalidad, algunos aspectos importantes que sí son conocidos son:
Para mantener los niveles glucémicos bajo control y con ello obtener/mantener una excelente calidad de vida, la educadora Alcántara reitera los tres pilares fundamentales del cuidado de la diabetes: alimentación balanceada, ejercicio y tratamiento farmacológico.
“En este caso, una insulinización temprana fomenta un mejor pronóstico para muchos pacientes”, agrega. Recomienda una correcta técnica de inyección con agujas ultra finas que mejora el aprovechamiento de la insulina (aprende a usarla con esta guía).
“La buena noticia es que ambas afecciones se pueden tratar a la par y el mejoramiento de una situación va a significar mejoría en la otra, empezando por la alimentación y el ejercicio que va a impactar positivamente en ambos casos. El tratamiento farmacológico que requiera cada uno debe ir siempre de la mano del médico y profesional de la salud mental” , finaliza.
En uno u otro, o ambos casos en conjunto, lo importante es conseguir ayuda, por ello la importancia del apoyo emocional del entorno del paciente.
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