Casi dos quintas partes de la superficie de Holanda corresponden a tierras antaño sumergidas bajo el mar. El país se encuentra protegido por dunas y diques y sometido a una constante vigilancia.
Los primeros pobladores de estas tierras bajas construían sus casas sobre montañas de arcilla artificiales, que fueron extendiéndose con el paso del tiempo y la llegada de nuevos pobladores. A partir del año 1000 d.C los habitantes del lugar comenzaron a construir diques y canales de desagüe para arrebatar nuevas tierras a un mar siempre rencoroso y a veces vengativo.
Construcción de los diques
En primer lugar se construía un sólido muro de contención de arcilla, un dique, para impedir el paso de las aguas. Luego se reforzaba el lado expuesto a la acción del mar con montañas de ramas, algas, paja o juncos, materiales que en siglos posteriores fueron sustituidos por pilas de madera y manojos de ramas para rellenar los huecos.
A continuación se drenaba la zona protegida. La elevación del terreno era suficiente en algunas zonas para drenar la tierra con la marea baja mediante esclusas o compuertas, que se cerraban para evitar inundaciones con la llegada de la marea alta.
Pero en otras zonas, situadas al nivel del mar o por debajo de éste, era preciso encontrar el modo de elevar el agua, de manera que fluyera por canales abiertos en la parte superior de los diques.
La solución al problema fueron los molinos de viento. Las primeras bombas eólicas datan del siglo XV, pero la técnica no se perfeccionó hasta un siglo más tarde. El artífice de esta gran innovación fue Jan Leeghwater, un ingeniero hidráulico autodidacta nacido en 1575.
Los molinos de viento empleaban dos tipos de bomba para extraer el agua. El primero era la rueda de palas, provista de hojas planas y revestidas de cuero. Al girar la rueda, las palas recogían el agua y la elevaban lo más posible hasta el nivel del eje.
A partir de ahí el agua fluía por un canal. El otro tipo de bomba era el torno de Arquímedes: un eje de madera rodeado por una rampa, semejante a un gigantesco sacacorchos. Al girar el torno, el agua ascendía en espiral por la rampa. El torno era capaz de levantar el agua a un nivel superior al de la rueda de palas (hasta 5 m), pero su construcción resultaba más difícil.
Para drenar las zonas más profundas era necesaria la acción de varios molinos, que trabajaban alternativamente. Entre 1608 y 1612 Leeghwater drenó el lago Beemster, al noroeste de Holanda, con un total de 26 molinos.
El lago tenía 3 m de profundidad y para vaciarlo se emplearon dos grupos de molinos. El primero elevaba el agua hasta un canal y el segundo continuaba elevándola hasta los desagües. Entre 1615 y 1640 se drenó una superficie de 20,000 ha, creando así las extensiones de tierras arrebatadas al mar conocidas como polders.