El matemático griego Arquímedes había salido a dar un paseo por el muelle de Siracusa, su ciudad natal. Allí entabló conversación con un constructor de barcos, quien se lamentó de haberse destrozado la espalda levantando un barco para embrear el casco. Pero Arquímedes sólo le escuchaba a medias, pues le habían distraído un par de niños que estaban columpiándose sobre un tablón de madera colocado en equilibrio sobre una piedra.
Cuando llegó otra niña y se sentó en un extremo del tablón detrás de uno de sus amigos, el columpio dejó de funcionar. Los niños resolvieron el problema moviendo el tablón, de manera que un extremo quedase más cerca de la piedra. Después volvieron a sentarse, un solo niño en el extremo más largo y dos en el corto, y el juego se reanudó normalmente.
Arquímedes comprendió en el acto las implicaciones de lo que acababa de ver y corrió con el armador a su astillero para ponerlas en práctica. Introdujo el extremo de un palo largo bajo el casco de un barco y colocó junto al barco un tronco en el que apoyar el palo para hacer palanca desde el otro extremo. A continuación, levantó el barco empujando el extremo libre del palo hacia abajo con una sola mano.
Después, Arquímedes compuso una simple fórmula sobre el funcionamiento de la palanca: cuanto más larga es la palanca, más fácil es levantar pesos con ella.
¿Cómo logró Arquímedes que el agua corriera pendiente arriba?
Arquímedes, el matemático e inventor del siglo III aC, se hallaba en el campo observando a un pobre campesino que, cargado de agua de un arroyo, trepaba por enésima vez una escarpada pendiente para regar sus campos. ?Debe de haber un sistema más fácil de transportar el agua?, pensó el sabio.
Comenzó entonces Arquímedes a trazar posibles soluciones sobre la arena. La primera idea que se le ocurrió fue construir una rampa que facilitara la ascensión. Después se quedó dormido y soñó que trepaba por una rampa muy especial, pues estaba enroscada en espiral sobre un eje. Y al despertar, comprendió que ese tipo de rampa serviría para elevar el agua desde el río.
Ya en su taller, Arquímedes hizo una maqueta en madera de su invento: un tornillo, encajado en un cilindro con una manivela en un extremo. Al introducir un extremo en un recipiente de agua y girar la manivela, el agua iba ascendiendo gradualmente de nivel dentro del tornillo hasta salir por el extremo opuesto. Los egipcios y los romanos ya habían empleado sistemas similares para el riego, pero al ingenioso matemático debemos el ?tornillo de Arquímedes? que ha seguido utilizándose en muchas regiones del mundo hasta nuestros días.