¿Cómo se forma el arco iris?
En un día soleado es fácil ver un arco iris en la rociadura de una manguera de jardín: bastará colocarse de forma que el Sol esté a nuestra espalda.
En un día soleado es fácil ver un arco iris en la rociadura de una manguera de jardín: bastará colocarse de forma que el Sol esté a nuestra espalda pero ilumine las gotas de agua. El fenómeno es el mismo que produce en el cielo un arco iris natural, pero el Sol, en lugar de incidir sobre una cortina de agua cercana, lo hace sobre una lluvia lejana, y el arco de bandas de colores se forma a una escala mucho mayor.
Vemos el arco iris porque las innumerables gotas de agua actúan como diminutos prismas y espejos. Cuando un rayo de luz entra en cada gota, se refracta y se descompone en todos los colores del espectro; luego se refleja en la superficie posterior de la gota y llega hasta nuestros ojos.
Como la luz de cada color se refracta según un ángulo ligeramente distinto, vemos bandas bien definidas, desde el violeta al rojo, pasando por el verde y el amarillo.
La luz nos llega siguiendo los ángulos de refracción desde innumerables gotas esparcidas por el cielo, y vemos el arco iris como una curva continua.
Ya sea como una brisa suave o como un ciclón, el aire de la atmósfera inferior está siempre en movimiento. La fuerza impulsora de toda esta actividad es la energía del Sol. Al calentarse, el aire se dilata y asciende, con lo que se forman áreas de baja presión.
Al elevarse el aire caliente, las masas cercanas de aire más denso y frío se desplazan en forma de viento para ocupar su lugar.
En el movimiento de las masas de aire también intervienen otros muchos factores, como la presencia de montañas y desiertos y el distinto grado de calentamiento entre las grandes extensiones de tierra y de mar. De esta forma, además de los sistemas dominantes de vientos globales, hay viento locales persistentes que afectan a muchas zonas del mundo.
En las Montañas Rocosas orientales por ejemplo, es famoso el chinook, viento cálido y seco de invierno que periódicamente desciende de las laderas de los montes y barre las llanuras. El chinook es capaz de elevar la temperatura 10 °C en menos de una hora y hace honor a su otro nombre: devoranieves. Otro viento similar, cálido y seco, frecuente en algún sector de los Alpes, el que recibe el nombre de fon
El mistral francés, por el contrario es frío y seco. Las bajas presiones que se forman en ciertas áreas del Mediterráneo determinan que a lo largo de valle del Ródano se canalicen ráfagas de aire gélido de las montañas con dirección al mar. Temido desde tiempo de los romanos, el mistral alcanza velocidades de 135 kilómetros por hora.
Los desiertos son también poderos generadores de viento. El cálido siroco, que sopla hacia el norte desde Sahara y el desierto de Arabia, es bien conocido. Otro viento sahariano, harmattan, sopla en dirección oeste sobre el Atlántico. Cálido, seco y polvoriento, reduce la visibilidad en el mar.