¿Cómo se les mete la mina a los lápices?
Las minas de los lápices no siempre han sido como las actuales. Los antiguos egipcios, griegos y romanos usaban pequeños discos de plomo para trazar renglones en las hojas de papiro, antes de escribir en ellas con pincel y tinta. Hacia el siglo XIV, los pintores europeos utilizaban varillas de plomo, cinc o plata para hacer dibujos de tono gris pálido. En el siglo XV, el suizo Conrad Gesner, de Zurich, en su Tratado de fósiles, describió una varilla de escritura con una cubierta de madera.
En 1564 el plomo dejó de usarse para escribir, al descubrirse el grafito puro en Borrowdale, en el norte de Inglaterra. El grafito es una forma de carbón, uno de los minerales más blandos. Al presionarlo sobre el papel, se le desprenden finas escamas que dejan marcas negras. En el estado mexicano de Sonora se produce uno de los mejores grafitos para lápices: es blando y negrísimo.
La madera del lápiz debe ser bastante blanda, para que pueda rebajarse con facilidad a medida que se va gastando el grafito. La mejor madera es la de árboles de 150 a 200 años de antigüedad. La mina se hace con una mezcla de grafito fino y arcilla (greda) que se cuece en hornos. El grafito no se tritura en molinos ordinarios, debido a que su composición es la de un lubricante natural. Por lo tanto, se emplean “molinos de frotamiento”, en los que se inyectan chorros de aire comprimido mezclado con partículas de grafito, las que, al chocar entre sí, se van rompiendo. Estas finas partículas se mezclan con greda pura y agua, lo que resulta en una pasta parecida al mastique. Esta mezcla se introduce en un cilindro y se hace pasar a través de un fino agujero, hasta que sale por un extremo en forma de barrita continua del diámetro de la mina del lápiz.
Estas barritas se cortan al tamaño de los lápices y se secan en un horno. Luego se someten a un calor de alrededor de 1,200°C. Finalmente, a las minas se les trata con cera, para asegurar una escritura suave, y para que se sellen una vez que estén en el cilindro o el prisma de madera del lápiz.
Para hacer la cubierta, la madera se corta en tablillas, cada una del ancho equivalente a siete lápices y con un grosor de la mitad del de uno. En las tablillas se cortan las ranuras en las que se insertan las minas. Sobre cada tablilla con la mina se pega otra tablilla también ranurada. Este “emparedado” se corta después en varios lápices, que luego se pintan.
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