¿Cómo son tu reacciones ante las cosas que te pasan?
La forma en la que enfrentas las cosas que te suceden determinará tu estado de salud.
Veamos qué tipo de persona eres: ¿Te preocupas mucho por naturaleza? ¿Te provocas estrés al establecerte objetivos irreales? O, por el contrario, ¿puedes mantener la calma, sin importar lo que la vida te depare? Finalmente: ¿qué impacto tiene todo esto en tu salud?
Cada persona afronta los problemas y los retos de forma diferente, según su propia naturaleza. El estrés mal manejado suele tener efectos nocivos, tanto a nivel físico como psicológico. Aprender a reconocer
y aprovechar tus puntos fuertes y a controlar tu reacción ante el estrés es fundamental para proteger tu salud.
El estrés afecta a más personas de las que crees. El endocrinólogo austrohúngaro Hans Selye (1907-1982) fue el primer médico que demostró la existencia del estrés biológico y su efecto en el organismo. Mostró que consiste en una reacción física a un factor estresante —algún estímulo del entorno (exterior) o de los pensamientos y emociones (interior)— que altera el ritmo normal del cuerpo y le obliga a adaptarse o ajustarse. Por ejemplo, si tienes mucho frío, tu cuerpo empezará a temblar para tratar de calentarte; en este caso, el frío es el factor estresante que provoca un ajuste en el funcionamiento del cuerpo.
El Dr. Selye descubrió que, para conservar la salud, el cuerpo debe mantenerse en un estado interno más o menos constante, lo cual se conoce como homeostasis. Si se desvía mucho de sus límites —si la temperatura corporal, la frecuencia cardiaca o la presión arterial suben o bajan más allá de ciertos niveles— la persona estará en riesgo.
El cuerpo responde igual a cualquier factor estresante, ya sea calor o frío excesivos, lesiones, enfermedades, ira o cualquier emoción negativa o percepción de amenaza, así como a la euforia y la alegría extremas, aunque este tipo de factores estresantes positivos suelen ser menos dañinos.
Según el Dr. Selye, cómo enfrentas el estrés es lo que determina el éxito de tu adaptación al cambio. Es decir, quizá la causa del problema no sea el estrés externo, sino la forma en que el individuo interpreta el suceso estresante y la importancia que le otorga.
Los problemas de salud surgen cuando el cuerpo se estresa demasiado o por mucho tiempo y no puede volver a la homeostasis. Por eso, el estrés excesivo está relacionado con trastornos de salud comunes, desde:
Si sabes controlar el estrés y vivir con calma, estarás protegiendo potencialmente a tu cuerpo de la enfermedad, así que aprender a controlar tus reacciones es vital.
Saber modificar tus conductas cuando sea necesario e incorporar a tu estilo de vida estrategias como técnicas de relajación ayudará a que tu cuerpo vuelva a la normalidad.
Una necesidad básica es sentirse en control de sí y de la vida. Según investigaciones médicas, saber que tienes un grado aceptable de control sobre el mundo que te rodea es bueno para el sistema inmunitario y el corazón. Sentirse sin control —o sin control suficiente— es uno de los principales detonantes del estrés. Por lo tanto, no permitir que las influencias externas dicten el estado interior
del cuerpo o la mente —o, al menos, no durante demasiado tiempo— es vital para mantener el control. A algunas personalidades les resulta más fácil que a otras mantener la calma cuando se enfrentan a una crisis. Pero todo el mundo puede aprender a gestionar mejor los retos, problemas o ansiedades de la vida.
El hecho de que todo te parezca difícil de enfrentar —hasta lo que antes te resultaba fácil— es señal de que te estás sometiendo a demasiado estrés. Y de que has cruzado el límite entre la adrenalina positiva y motivadora y el estrés negativo y perjudicial.