Cómo superar los reveses de la vida
A dos mujeres que conozco, ambas de poco menos de 50 años de vida, les diagnosticaron cáncer el año pasado. Sus reacciones han sido diametralmente opuestas.
Vivir la vida con alegría a pesar de las adversidades contribuye a la salud física y mental.
A dos mujeres que conozco, ambas de poco menos de 50 años, les diagnosticaron cáncer el año pasado. Sus reacciones han sido diametralmente opuestas.
Andrea, una madre y artista menuda y hogareña, está casada y tiene dos hijos pequeños. Debido a la quimioterapia, perdió su larga y ondulada cabellera, aunque ya le está creciendo de nuevo.
Le detectaron cáncer de ovario en fase inicial, luego un sarcoma en la tiroides y, por último, un posible cáncer de mama que resultó ser una falsa alarma; todo esto en el transcurso de un año.
Esta mujer, que solía ser jovial y extrovertida, se ha aislado mucho, alejándose de sus amigos para afrontar los tratamientos sola. Cuando la veo, parece abatida, y siempre termina hablando de su salud y las adversidades que enfrenta.
Marie está divorciada y tiene dos hijos adolescentes. Antes de la quimioterapia, tenía el cabello largo y con bucles. Ha empezado a brotarle otra vez, aunque aún está demasiado corto como para rizarse.
Le hallaron un tipo muy invasivo de cáncer de mama y tuvo que someterse a un tratamiento más intenso que la obligó a trabajar menos en su consulta de acupuntura y bienestar. Irradia positividad cada que la visito.
Se rodeó de buenos amigos que a veces la acompañan a sus citas médicas, y hace poco fue a un retiro con el propósito de mejorar su actitud ante el pronóstico.
Aunque aspiremos a una vida llena de situaciones dichosas, la verdad es que todos afrontamos penas o pérdidas de manera esporádica. Afortunadamente, la adversidad nos fortalece.
La clave es la resiliencia: la capacidad de reponerse de reveses dolorosos y vivir con alegría y determinación. “No es lo mismo sobrellevar las cosas que ser resiliente”, aclara Patrick Dolan, investigador del tema y profesor de sociología en la Universidad Nacional de Irlanda en Galway. “Lo primero lo hacemos todos los días.
La resiliencia es ir un paso más allá”. De hecho, a la gente resiliente le va mejor de lo esperado al afrontar circunstancias complicadas, asevera Dolan, aun si se trata de cáncer.
La ciencia empezó a indagar sobre este concepto en los 40; los investigadores comenzaron a inquirir por qué los soldados reaccionaban de formas muy distintas a eventualidades bélicas en la Segunda Guerra Mundial.
“Esta diferencia fue lo que llevó a los científicos a examinar el panorama completo: ¿Por qué algunas personas son resilientes ante escenarios estresantes y otras no?”, ilustra Dolan.
Los investigadores notaron que quienes habían experimentado situaciones de tensión durante la adolescencia eran más propensos a ser adultos resilientes, puesto que desarrollaron mecanismos para lidiar con ello.
Los que no afrontaron obstáculo alguno, o muy pocos, eran más propensos a sufrir depresión, ansiedad o problemas de salud mental.
Ese parece ser el caso de mis dos amigas. Antes de su diagnóstico, Andrea nunca había arrostrado tragedias o desengaños, mientras que Marie había sobrevivido a un divorcio complicado pocos años atrás.
Es probable que los chascos de Marie la hayan preparado para plantarle cara a la desventura.
El psicólogo Rick Hanson, de la Universidad de California en Berkeley, aduce que “la resiliencia es como un amortiguador interno. A medida que fortaleces este espíritu inquebrantable interno, el oleaje de la vida no sacude tanto tu barca. No te hundes y te repones pronto”.
Por fortuna, eventualmente puedes aprender a ser más resiliente sin importar si has navegado por aguas turbulentas o no.
Cuando llegas a los 50 o 60 años, ya has vivido situaciones estresantes o desgracias, como la muerte de un ser querido, un divorcio, penurias económicas o enfermedades crónicas. Pese al dolor que estas experiencias generan, la perspectiva que te dan podría ayudarte a persistir en penas futuras.
“Lo que llamamos ‘templar el carácter’ nos hace más fuertes”, dice Michael Ungar, fundador y director del Centro de Investigación para la Resiliencia en la Universidad Dalhousie de Halifax, Nueva Escocia, Canadá.
“Si nos hemos repuesto de la adversidad, significa que hemos desarrollado un conjunto de mecanismos de superación: sabemos cómo pedir ayuda o que el trago amargo pasará”.
Con los años, las personas resilientes desarrollan la fortaleza mental que les permite enfrentar lo que les depare. Aprenden a tolerar, e incluso a vivir con alegría, las circunstancias poco favorables.
Eric Dabas, de La Garde, Francia, se fracturó la espalda en un accidente de motocicleta que lo dejó sin poder caminar a los 17. Quedó frustrado su sueño de ser conductor de camiones. Vivió con su madre mucho tiempo, sintiéndose completamente aislado.
Pero a los 34, se puso en contacto con una organización sin fines de lucro que ayudaba a que personas discapacitadas aprendieran a volar.
Durante tres años, pilotó como centinela voluntario de incendios forestales. En 2005 se convirtió en el primer aviador profesional discapacitado de Francia. Dabas, actualmente de 52, disfruta de un empleo muy satisfactorio y un círculo social entrañable.
“No pasa un día en que no me ría o me divierta”, cuenta. “Mi vida es mucho más interesante de lo que hubiera sido como camionero”.
Los resilientes tienden a no perder la esperanza y ser más optimistas; sin embargo, los beneficios no terminan ahí. Según dos estudios recientes, dicha habilidad ayuda a disminuir el dolor, acelerar la convalecencia tras una lesión y reducir el riesgo de padecer un infarto o depresión.
Un estudio de 2017, que apareció en la revista Quality of Life Research, analizó a más de 3,300 pacientes de enfermedades raras.
Detectó que los resilientes tienen muchas mayores probabilidades de desempeñarse bien física y emocionalmente.
Por otro lado, un artículo publicado en 2015 por Psychology, Health & Medicine encontró que, al enfrentar estrés, estas personas tienden a presentar niveles más altos de colesterol “bueno” (lipoproteínas de alta densidad), menos grasa corporal y menor riesgo de sufrir una patología cardiovascular que quienes no son resilientes.
Por otro lado, es más probable que los no resilientes se enfermen más. Boris Cyrulnik, escritor y neuro-psicólogo francés, explica que estos “son más enfermizos, pescan virus más fácilmente y tienen mayores probabilidades de desarrollar cáncer y enfermedades cardiovasculares; por ejemplo, un infarto provocado por emociones mal manejadas”.
La resiliencia es una destreza que aprendemos al vivir la vida. Viene de dentro, pero los factores externos también influyen en ella profundamente.
“La mayor parte de las investigaciones sobre el tema demuestran que lo que nos hace resilientes realmente está fuera de nosotros mismos”, enfatiza Ungar. No obstante, hay técnicas que puedes emplear antes y durante los momentos difíciles que te ayudarán a ser más resiliente.
No te aferres al pasado. No te obsesiones con lo que pudo haber sido. Mejor decídete a mejorar tu actitud o tus circunstancias actuales.
Intenta una nueva estrategia de contención, sugiere el investigador de resiliencia Odin Hjemdal, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega. “Pregúntate: ‘Lo que estoy haciendo ahora, ¿me hace sentir mejor o peor?’”.
Si te sientes peor, intenta otra cosa. Si te cuesta trabajo deshacerte de pensamientos negativos, entrénate a fin de tratarlos como algo pasajero. “Si te carcome tu matrimonio fallido y la vida que pudiste haber tenido, tienes que decirte: ‘Es verdad, esas ideas casi siempre me hunden, así que creo que es mejor seguir adelante y llevar a cabo mis planes’”.
“Se trata de adaptarte a tu nueva realidad”, asevera Hjemdal. “Si solo piensas en tu pasado, en los planes que tenías y en cómo creías que sería todo, podrías acabar muy abatido”.
La compasión hacia los demás y hacia ti mismo es indispensable. “Uno de los requisitos de la resiliencia es no culparse injustificadamente”, advierte Dolan. “Muchas personas que han sufrido piensan que ellas se equivocaron y tuvieron la culpa”.
En vez de recriminarte, puedes aceptar que estás pasando por un momento difícil, que es parte de la vida y, luego, profesarte cariño y generosidad, como lo harías con un amigo que atraviesa una experiencia dolorosa.
Las investigaciones señalan que los resilientes están menos aislados socialmente. La resiliencia en las personas que están de luto será mayor o menor dependiendo de si su contacto con los demás es fuerte o no.
“En toda relación, uno de los dos va a morir primero”, agrega Dolan. “Para el que queda es primordial contar con más personas cercanas; amigos, por ejemplo. El apoyo social que recibimos de manera continua es fundamental y nos ayuda a ser resilientes”.
Algunas situaciones escapan a tu control. Pero si tu actitud te ayudaría a lograr un escenario más llevadero, aprovéchala.
“Puedes apelar a un sentido de determinación o fortaleza con objeto de afrontar las adversidades”, sugiere Hanson. “Siempre tendrás la oportunidad de crecer y poner en práctica lo que has aprendido, incluso en los momentos más críticos. De alguna forma, nos ganamos la felicidad. Merecemos la fortaleza mental que desarrollamos a lo largo de nuestra existencia”.
Cuando pienso en las dos mujeres con cáncer, espero que mi amiga más vulnerable adquiera la capacidad de afrontar desafíos futuros… como mi amiga resiliente.
Marie hace público el horario de su próxima sesión de quimioterapia y le pide a todo el mundo que rece por ella.
También ha agradecido a todos sus amigos por estar a su lado y apoyarla durante este arduo momento para ella… así como por permitirle quejarse cuando requiere desahogarse por el tratamiento. Escribió: “Me alegro tanto de contar con gente que no necesita que esté feliz todo el tiempo, que sabe que, si me quejo, seré breve.
Obligarse a ser positivo a toda hora es agotador e impide que los demás se acerquen. Si ser auténticos nos da miedo, ¿cómo podríamos sentirnos queridos y procurados?”.
“No necesitas haber tenido una vida tortuosa para ser resiliente en la vejez”, subraya Dolan. “Sin importar la edad que tengas, siempre podrás aprender los mismos mecanismos para salir adelante”.