Cómo tomar decisiones: 5 pasos para salir de la indecisión

Cuando pienso en todas las decisiones importantes que he pospuesto, me dan ganas de gritar.

Y no soy la única. Tomar decisiones difíciles —ya sea cambiar de trabajo, mudarse o terminar una relación— puede generar tanta ansiedad que preferimos quedarnos quietos, aunque sepamos que no decidir también es decidir.

Frances Frei, profesora de la Harvard Business School, y Anne Morriss, asesora de liderazgo de empresas Fortune 500, aseguran que la clave no está en pensar más, sino en moverse más rápido y con propósito.
En su libro Move Fast and Fix Things y en su pódcast Fixable, explican que muchos dilemas pueden resolverse con claridad, rapidez y un poco de impulso.

Para comprobarlo, apliqué sus cinco pasos con mi amigo Ricardo, que lleva semanas dudando si aceptar una nueva oferta de trabajo. Paga mejor, pero implica más responsabilidades y menos tiempo libre.

1. Identifica el verdadero origen del problema

Hasta que no descubras qué es lo que realmente te mantiene estancado, será difícil avanzar.
“Lo que la gente ve como el problema a menudo es solo un síntoma de algo más profundo”, dicen Frei y Morriss.

Así que pregúntate, con honestidad:

  • ¿En qué consiste realmente este dilema?
  • ¿Qué emociones te provoca?
  • ¿Qué hay detrás de esos sentimientos?

Ricardo creía que su indecisión era por miedo a equivocarse. Pero al reflexionar, se dio cuenta de que su temor real era perder el equilibrio que había logrado entre el trabajo y su vida personal.

2. Reúne información para un plan ‘suficientemente bueno’

Una vez identificado el problema, busca datos para entender el panorama completo.
La psiquiatra Sue Varma, de NYU Langone Health, recomienda hacerse preguntas como:

  • ¿Qué necesito hacer para resolverlo?
  • ¿Qué me lo impide?
  • ¿Qué le aconsejaría a un amigo en mi situación?
  • ¿Cuál es el costo de no decidir?

Ricardo y yo hicimos una lista: la nueva empresa ofrecía crecimiento, pero menos tiempo libre. Permanecer en su empleo actual le daba estabilidad, pero poco desarrollo. Con esos datos sobre la mesa, pudo analizar sin dejarse llevar solo por el miedo.

3. Busca diferentes perspectivas

A veces necesitamos salir del eco de nuestra propia mente. Frei sugiere incluir a los “sospechosos inusuales”: personas fuera de nuestro círculo habitual.

Ricardo habló con un exjefe y con una colega jubilada. Ambos coincidieron: “no hay decisiones perfectas, pero las que se toman con propósito rara vez son un error”.
Esa frase le dio paz.

4. Crea una historia sobre el cambio que vas a realizar

Toda decisión importante necesita una narrativa clara.
Anne Morriss recomienda escribir tu propia historia de cambio con tres partes: pasado, presente y futuro.

Ricardo escribió:

“Durante años he buscado estabilidad. Hoy tengo eso, pero siento que me estanco. Cambiar de trabajo me asusta, pero también me ilusiona. Este paso puede devolverme el entusiasmo por aprender.”

Ponerlo por escrito le dio dirección y confianza.

5. Da el salto

Una vez que hayas pasado por los pasos anteriores, actúa. No esperes sentirte 100 % seguro: la confianza es un subproducto de la acción, dicen las autoras.

Ricardo no aceptó el empleo de inmediato. Decidió negociar algunas condiciones primero, y al hacerlo, confirmó que sí estaba listo para avanzar. A veces el primer paso no es un salto al vacío, sino un pequeño movimiento en la dirección correcta.

Conclusión

Nadie dice: “ojalá me hubiera tomado más tiempo en decidir”.
La indecisión roba energía, mientras que actuar —aunque con dudas— te acerca a la claridad.
La próxima vez que te sientas paralizado ante una gran elección, recuerda: no se trata de tener todas las respuestas, sino de moverte con intención y aprender en el camino.

 

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