Cómo tus relaciones sociales determinan tu vejez (según un estudio de 10 años)
Cultivar una red social diversa es una inversión en salud tan poderosa como el gimnasio o los chequeos médicos
Un matrimonio que celebra 50 años de compartir risas, un grupo de amigos que se reúne cada semana para jugar dominó, una abuela que enseña recetas a sus vecinos: estos lazos cotidianos podrían ser tan vitales como una dieta balanceada o el ejercicio para vivir más. Investigaciones recientes confirman que las relaciones sociales no solo alimentan el alma, sino que literalmente moldean la salud en la vejez.”
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Dirigido por Lissette Piedra (Universidad de Illinois) y James Iveniuk (Universidad de Chicago), el análisis siguió a 1,500 adultos mayores durante una década, utilizando datos del National Social Life, Health and Aging Project (NSHAP). Publicado en Innovation in Aging, el estudio identificó tres tipos de redes sociales:
Hallazgo crítico: Quienes mantenían redes enriquecidas reportaron mayor bienestar físico y mental, incluso comparados con quienes tenían redes pequeñas pero intensas (focalizadas).
El estudio destacó que variables como edad, género, educación y origen étnico influyen en la configuración social:
Dato esperanzador: Algunos participantes lograron migrar de redes restringidas a enriquecidas, gracias a intervenciones comunitarias.
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Según Piedra: “El aislamiento social crónico eleva el riesgo de demencia, enfermedades cardiovasculares e incluso mortalidad prematura”. La soledad activa respuestas inflamatorias similares al tabaquismo, según estudios complementarios.
Ejemplo concreto: Quienes perdieron a su cónyuge y no reconstruyeron su red social mostraron mayor deterioro cognitivo en comparación con quienes mantuvieron interacciones diversas.
Para adultos entre 30 y 65 años, invertir en relaciones hoy es clave para el futuro:
“Envejecer bien no depende solo de genes o medicinas. Como revela este estudio, cultivar una red social diversa es una inversión en salud tan poderosa como el gimnasio o los chequeos médicos. La buena noticia: nunca es tarde para empezar a tejer esos lazos que, según la ciencia, pueden añadir años —y juventud— a tu vida.”