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Conecta con tus hijos y ayúdales a expresar sus sentimientos

Como padres, todos queremos conectarnos profundamente con nuestros hijos y comprender lo que sucede en sus corazones y mentes. Pero seamos honestos: a veces, se siente como descifrar un código secreto, especialmente con niños que mantienen las cosas reprimidas. Cada niño es único y su personalidad y temperamento influyen en su forma de comunicarse. Entonces, ¿cómo puedes crear un espacio para que tu hijo se sienta cómodo compartiendo sus sentimientos?

Alyssa Bowman, LMFT, consejera de salud mental de Banner Health, nos ayuda a comprender estas diferencias y comparte algunas estrategias simples para ayudar a tu hijo a abrirse y compartir.

Comprender la Personalidad de tu Hijo

El Introvertido

Los niños que tienden a ser más introvertidos suelen observar cómo se desarrolla una situación antes de expresar un pensamiento.

“También tienden a no gustarles las conversaciones triviales, pero entablan conversaciones más profundas con mayor facilidad”, dijo Bowman. “Prefieren grupos individuales o pequeños en lugar de grupos más grandes. Generalmente descubren que estar solos les da energía”.

El Extrovertido

Los niños extrovertidos a menudo buscarán oportunidades para conectarse con los demás y, a menudo, serán ellos quienes inicien las conversaciones.

“Obtienen energía al estar con otras personas y, a menudo, se sienten más cómodos siendo el centro de atención”, dijo Bowman.

Comprender la personalidad de tu hijo puede darte una idea de cómo prefiere comunicarse y qué enfoques funcionan mejor para él.

“Por ejemplo, comunicarse con un niño introvertido puede significar establecer un tiempo para una conversación individual que llegue al meollo del problema o profundice rápidamente con espacio para procesar a lo largo de la conversación”, dijo Bowman. “Para los niños extrovertidos, a menudo se puede iniciar una conversación rápidamente y utilizar la energía de la relación para mantener la conversación fluida”.

Barreras Comunes a la Comunicación

  • Miedo al juicio. A los niños les puede preocupar que sus padres reaccionen negativamente a lo que tienen que decir. Lo que los llevará a guardar sus pensamientos y sentimientos para sí mismos.
  • Falta de confianza. Pueden dudar en compartir si no sienten que pueden confiar en que sus padres los escucharán y comprenderán sin sacar conclusiones precipitadas ni criticarlos.
  • Dificultad para expresar emociones. Algunos niños pueden tener dificultades para expresar sus sentimientos con palabras, lo que les dificulta comunicarse bien con sus padres.
  • Presión de grupo. A medida que los niños crecen, sus amigos y compañeros pueden influir en ellos para que mantengan ciertas cosas ocultas a sus padres.
  • No sentirse escuchado o validado.Los niños pueden decidir no compartir si creen que sus padres no valoran sus opiniones y emociones.
  • Padres sin tiempo. Si los padres están muy ocupados o distraídos, los niños pueden sentirse desanimados y no querer compartir sus sentimientos.

Creando un Espacio Seguro para la Comunicación

Crear oportunidades de comunicación

Dedica tiempo de calidad (sin distracciones) todos los días para hablar con tu hijo. Ya sea durante las comidas familiares, a la hora de acostarse o en un registro individual diario de 10 minutos.

“A menudo encuentro que los viajes en automóvil (cuando no se miran pero están en el mismo lugar al mismo tiempo) son algunos de los mejores lugares para tener conversaciones profundas”, dijo Bowman.

Asegúrale a tu hijo que puede decirte cualquier cosa, cuando sea, sin importar la magnitud. Hazle saber que a veces lo que expresen te pondrá triste o molestará, pero que eso no cambiará tu amor por ellos.

Conocer su mundo y sus sentimientos desde su perspectiva

Descubre qué les gusta, qué les gusta de las personas que los rodean, qué ven en la televisión, qué escuchan, cómo son sus días en la escuela, cuáles son sus opiniones, qué les encanta la vida y lo que la hace difícil.

“Para iniciar una conversación, animo a padres e hijos a compartir sus altibajos, una celebración o un punto de gratitud y una meta”, dijo Bowman. Algunos otros ejemplos de formas de iniciar conversaciones incluyen:

  • Cuéntame algunas de las cosas más divertidas que viste hoy en la escuela.
  • ¿Qué piensas sobre… esta canción, esa película, lo que dijo, lo que viste, etc.?
  • Cuéntame algunas cosas que te hacen feliz. ¿Qué hay de triste/enojado/asustado?
  • ¿Cuál es tu parte favorita de estar en esta familia? ¿Cuáles son algunas maneras en que podemos mejorar como familia?

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Predicar con el ejemplo

Muéstrale a tu hijo que está bien expresar emociones y hablar sobre temas difíciles siendo honesto y abierto con ellos. Comparte tus propios pensamientos y sentimientos con ellos de una manera respetuosa, sin prejuicios y apropiada para su edad.

Escuchar sin juzgar

Cuando tu hijo se acerque a ti con algo que decir, escúchalo atentamente sin interrumpirlo ni juzgarlo. Hazles saber que valoras sus pensamientos y sentimientos, incluso si no necesariamente estás de acuerdo con ellos.

Validar sus emociones y sentimientos

Hazles saber que está bien sentir lo que sienten y que tú los apoyas. “Repite lo que escuchaste decir a tu hijo y vuelve a consultar con él para asegurarte de que lo hiciste bien”, dijo Bowman. “Explora sus pensamientos y opiniones y no te limites a discutir lo que han dicho. Encuentra puntos dentro de sus pensamientos para validarlos como personas”.

Ser paciente

Dale tiempo a tu hijo para procesar pensamientos y sentimientos antes de esperar que se abra a ti. Evita presionarlos o hacerles sentir que deben hablar antes de que estén listos.

Respetar su privacidad

Si bien es importante fomentar la comunicación abierta, también es importante respetar los límites y la privacidad de tu hijo. Evita entrometerte o interrogarlos si no están listos para hablar. Dales espacio cuando lo necesiten.

[Quizás te pueda parecer interesante lo siguiente: Cómo ser más vulnerable con tus hijos]

Señales de alerta

Si bien es normal que los niños tengan altibajos. Las siguientes señales de alerta pueden indicar problemas más serios que requieren ayuda profesional:

  • Cambios repentinos de comportamiento o estado de ánimo. Un niño que normalmente es feliz y alegre se vuelve repentinamente muy triste, irritable o enojado.
  • Sensación de “caminar sobre cáscaras de huevo” alrededor de tu hijo. Sentir que constantemente tiene que estar atento a tu hijo para evitar conflictos o explosiones emocionales.
  • Cambios en los patrones de sueño, alimentación o amistades. Un niño que de repente duerme mucho más o mucho menos de lo habitual, cambia sus hábitos alimenticios o se aleja de sus amigos.
  • Aislamiento repentino. Un niño que deja de participar en actividades que antes disfrutaba o que se rehúsa a pasar tiempo con familiares y amigos.
  • Cambios en el juego. Si pasa de juegos de cuidado y crianza a juegos violentos o agresivos.
  • Cambios en la dinámica familiar: Si se ve afectado por eventos estresantes como un divorcio, una muerte o una mudanza.
  • Hablar de muerte o hacerse daño a sí mismo o a otros: Si expresa pensamientos o planes suicidas, o que habla de hacerse daño a sí mismo o a otros.

Toma en cuenta lo siguiente

Si estás preocupado por cómo se siente tu hijo, es necesario que tengas una conversación con él. Hazle preguntas directas y tranquilizadoras, como “¿Qué piensas hacer?”, “¿Has planeado lastimarte a ti mismo o a alguien más?”. Estas preguntas no le darán malas ideas a tu hijo ni lo impulsarán hacia el suicidio, sino que le mostrarán tu interés en su bienestar y disposición para ayudar.

Si tiene alguna duda sobre la salud mental de tu hijo, no dude en buscar ayuda profesional. Un terapeuta, psicólogo o psiquiatra con experiencia en niños y adolescentes puede evaluar a su hijo y determinar si necesita tratamiento.

La comunicación abierta y sincera con tus hijos es esencial para su desarrollo emocional y mental. Comprender su personalidad, respetar sus sentimientos y crear un ambiente seguro para que se abran son pasos cruciales para fortalecer tu relación con ellos. Recuerda, la paciencia y la empatía son tus mejores aliados en este viaje.

Si tu hijo está pensando en hacerse daño o lo ha intentado, es importante actuar de inmediato. Si se trata de una emergencia puedes comunicarte a la Línea de la vida:  800 911 2000.

Lilo

Comunicóloga por la UNAM. Redactora de temas de bienestar general. Apasionada del mundo digital, soy geek, metalera, petfriendly. Fan de las pelis de terror y el anime. Una de mis frases favorita es: "Yo solo sé que no sé nada” de Sócrates.

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