En estas personas se basaron para hacer 8 personajes de ficción
Ocho personajes de ficción cuyo aspecto y antecedentes son tan sorprendentes que deben estar basados en personas reales. Pero ¿en quiénes?
Estas son las personas reales que sirvieron de inspiración para crear a los siguientes personajes: James Bond, la Señorita Piggy, de Los Muppets, Betty Boop, Popeye, Mary Poppins, Norman Bates, de la película Psicosis, el profesor Snape, de Harry Potter, y el señor Burns de Los Simpson, así como su historia.
Durante la Segunda Guerra Mundial un espía británico llamado Forest Yeo-Thomas se infiltró tres veces, saltando en paracaídas, en la Francia ocupada a fin de espiar a los nazis. En su última incursión, la Gestapo lo capturó y lo torturó. Logró escapar y regresar con los aliados.
Su proeza fue aclamada por muchos de los oficiales británicos, entre ellos un escritor en ciernes: Ian Fleming. Al parecer, este usó a Yeo-Thomas y sus escapadas para idear a su personaje más famoso: James Bond.
Yeo-Thomas, como Bond, era un sibarita que emprendía huidas cardiacas ocultándose en una carroza fúnebre, brincando de un tren y estrangulando a un guardia. Se dice que la tortura que sufre un Daniel Craig desnudo, el Bond de Casino Royale, muestra la técnica que utilizaron los nazis con Yeo-Thomas, uno de los personajes más característicos de esa guerra.
Una rubia audaz que supo cómo mantener una nota musical, pero no a su hombre. Aunque elegante y egocéntrica por fuera, era una chica campirana. Sí, hablamos de uno de los principales personajes de ficción de Plaza Sesamo, la Señorita Piggy y de quien la inspiró: la cantante Peggy Lee.
Todo empezó en casa. Bonnie Erickson, la titiritera de El Show de los Muppets que la creó —oriunda de Dakota del Norte, al igual que Lee—, y su madre adoraban a la baladista. Señorita Piggy era un homenaje a quien cantaba: “¿Eso es todo lo que hay?”.
Es más, el nombre del títere era Señorita Peggy Lee. Pero la diva tenía una afición por las querellas: demandó a Disney y pidió regalías por la interpretación y composición de los temas de La dama y el vagabundo. Por eso se optó por Señorita Piggy. Irónicamente, Lee también se había cambiado el nombre. Se llamaba Norma Deloris Egstrom.
El jazz, el hedonismo y las chicas flapper resumen la esencia de la estruendosa década de 1920. Helen Kane, de voz aniñada y bucles negros, era uno de los personajes más populares. La cantante se presentaba en el Paramount Theater de Nueva York cuando introdujo un improvisado “bup-bup-a-dup”, un sugerente coqueteo. Pronto, todo el país estaba repitiendo la frase, y Max Fleischer, caricaturista, lo notó.
En 1932 su empresa creó a Betty Boop, flapper con voz aniñada y bucles negros. Kane demandó a Fleischer por 250,000 dólares, alegando el robo de su imagen y de su frase distintiva. Sin embargo, el juez desestimó el caso, luego de que Fleischer mencionara a Baby Esther, flapper afroamericana que había ejecutado la misma rutina mucho antes. Fleischer insistió en que había sido Kane quien le robara el acto a ella.
En 1929, Elzie Segar buscaba personajes para su nueva tira cómica. No tuvo que buscar inspiración más allá de Chester, Illinois, su pueblo natal. Allí estaba la mujer alta y flaca como una garrocha que se recogía el cabello tras la nuca.
El dueño del teatro local, a quien le gustaban tanto las hamburguesas que les pedía a sus empleados salir a comprarle unas entre representaciones, también era ideal. Y el tuerto fumador de pipa, aficionado de las peleas a puño limpio.
No hay indicios de que Frank Fiegel estuviera obsesionado con las espinacas, pero, sin duda, se parecía mucho a Popeye, así como los otros dos personajes evocaban a Olivia y a Pilón. “El señor Fiegel era un hombre pequeño como Popeye”, comentó un lugareño al New York Times. “Solía pelearse en la taberna de Wiebusch. Y casi nunca perdía”.
La célebre Mary Poppins, de P. L. Travers, protagonista de las novelas sobre una niñera estricta y mágica a la vez, se basa en su tía abuela Sass, también conocida como Christina Saraset.
Travers escribió: “Imaginen a un bulldog cuyo feroz aspecto oculta un corazón tan tierno que raya en el sentimentalismo; así era Christina Saraset”. El primer título de la serie se publicó en 1934 y entre su legión de fanáticas devotas se encontraban las hijas de Walt Disney, quienes lo persuadieron para que comprara los derechos. Tardó 14 años, pero al fin convenció a Travers de que le haría justicia a su obra.
A la mayoría de la gente le encantó la película, con una excepción importante: Travers. Detestó tanto el sentimentalismo meloso y las escenas animadas, que le impidió a Disney filmar una secuela.
Si bien el asesino y dueño del motel de Psicosis, cinta de Alfred Hitchcock, ya es bastante aterrador, quizá cause aún más pavor saber que está basado en alguien real. Ed Gein fue declarado culpable de asesinar a dos mujeres en los 50; se sospechaba que había cometido otros crímenes en Plainfield, Wisconsin, su ciudad natal. Incluso cavó tumbas para los restos y elaboró máscaras de piel humana.
Robert Bloch, autor del libro Psicosis, le dio a Bates muchas de las extrañas obsesiones de Gein, entre ellas el santuario erigido a su difunta madre autoritaria. Como Bates, Gein pasaba por un hombre decente y casi normal; se dice que la jefa de enfermeras del hospital psiquiátrico en donde estaba detenido comentaba: “Si todos los pacientes fueran como él, se acabarían nuestros problemas”.
Severus Snape, el calculador directivo de la casa Slytherin en las películas Harry Potter, es un profesor indiferente y adusto que aterra a sus pupilos. Este personaje se basa en un conocido de J. K. Rowling: John Nettleship, quien fue su maestro de química. Al igual que Snape, Nettleship tenía cabello lacio y oscuro, y era riguroso.
Como era de esperar, cuando Nettleship se enteró de la comparación, no le hizo ninguna gracia. “Estaba bastante afligido por eso”, le dijo a la BBC. “Pero [mi esposa] comentó: ‘Aunque me había enterado hace mucho, no me atrevía a decírtelo’. Rowling afirma que Snape se basa en tres personas. Solo espero que las peores partes estén tomadas de las otras dos”.
Después, añadió: “Los alumnos se vengan de formas distintas; esta es una muy sofisticada”.
John D. Rockefeller fue el hombre más rico del mundo; Burns es el más rico en Los Simpson. Durante años, Rockefeller tuvo un monopolio petrolero (su Standard Oil controlaba el 90 por ciento de las refinerías estadounidenses); Burns desea monopolizar cuanto puede. Rockefeller reprimía huelgas obreras; Burns es severo con quienes fingen estar enfermos para no ir a trabajar, como Homero Simpson.
¿Notas alguna similitud? Quizá se debe a que Matt Groening, creador de Los Simpson, tomó como modelo para el miserable acaudalado al patriarca de los Rockefeller y le añadió un toque del señor Potter, el villano de ¡Qué bello es vivir! Para agregar otra pizca de mezquindad, el aspecto físico de Burns se asemeja al de una mantis religiosa.