El Estado lo controla todo. Tiene poder absoluto sobre todo, incluso la vida cotidiana de las personas. Los norcoreanos tienen prohibido viajar al extranjero y requieren autorización para viajar dentro del país. La televisión...
El Estado lo controla todo. Tiene poder absoluto sobre todo, incluso la vida cotidiana de las personas.
Los norcoreanos tienen prohibido viajar al extranjero y requieren autorización para viajar dentro del país. La televisión solo emite propaganda, noticias y películas, pero solo autóctonas o de las extintas Unión Soviética y la antigua Alemania comunista. Existe una intranet autóctona como sucedáneo del inaccesible Internet. Hasta los noventa el aislamiento era tal que creían vivir en un paraíso. Pero quizás esta joven refugiada norcoreana te lo pueda explicar mejor que nadie cómo es su infierno:
Uno de cada 40-50 adultos es un informante a sueldo que se encarga de la vigilancia vecinal y social. La disidencia es inexistente porque el castigo es muy duro. El acusado, y toda su familia, son internados en campos de prisioneros. Aproximadamente se estima que existen más de 100.000 prisioneros políticos encarcelados.
La situación actual de los derechos humanos en Corea del Norte ha sido moldeada por los recuerdos y traumas de su pueblo, que desde 1948 está bajo el yugo de la dinastía comunista de la familia Kim, siendo a sus 30 años Kim Yong Un el actual líder de la nación.
Corea del Sur y Corea del Norte libraron una guerra de tres años que se frenó con la firma de un armisticio en 1953, por lo que técnicamente estas dos naciones hermanas aún están en conflicto.
Bajo ese manto de miedo Pyongyang aferra a su gente a la idea de que están bajo constante amenaza, en una guerra permanente donde todos deben estar alertas porque en cualquier momento el enemigo puede llegar por tierra, mar, aire.