¿Sabes cuáles son las piezas clave de nuestra inteligencia?
Cada pensamiento, idea y recuerdo que uno tiene forja un único camino electroquímico entre los miles de millones de neuronas del cerebro.
Es una rugosa masa grisácea cuya superficie se asemeja a la de una nuez (eso se debe a que el cerebro se pliega sobre sí mismo —al igual que los intestinos— para que quepa más materia en un espacio pequeño). Si pudieras tocarlo, sería como tocar un montón de tofu blando. No muy prometedor.
Pero las apariencias engañan. El cerebro es asombrosamente complejo y está activo todo el tiempo. No duerme ni descansa, y nunca pierde su capacidad de crecer y cambiar.
En el mismo momento, el cerebro puede mantener al corazón latiendo, a los pulmones respirando y a los sentidos percibiendo mientras conduces un vehículo de dos toneladas a 112 kilómetros por hora a través de una carretera muy transitada, miras las señales, hablas por celular (lo que, a propósito, no te recomendamos), comes y digieres un sándwich y escuchas la radio.
¿Cómo consigue hacer todo? No lo sabrás con solo mirarlo, pero el cerebro contiene regiones diferenciadas, cada una con una función.
Mucho de lo que sabemos sobre de qué manera trabajan las distintas partes del cerebro proviene de la observación de cómo actúan y reaccionan las personas después de que cierta área de su cerebro se ha dañado debido a lesiones, tumores, ataques o infartos. Sin esta invaluable información, el cerebro sería aún hoy un absoluto misterio.
Toda la rugosa capa externa del cerebro es la corteza cerebral, denominada “materia gris”. Con solo unos milímetros de ancho, contiene el 85% de todo el tejido cerebral, mucho del cual está escondido en sus varios pliegues y circunvoluciones.
La corteza cerebral es responsable, en gran medida, de todas las formas de la experiencia consciente, lo que incluye la percepción, la emoción, el pensamiento y la planificación.
Ambos lados del cerebro —el hemisferio izquierdo y el derecho— más adelante se reparten estas funciones. Con algunas excepciones, el hemisferio izquierdo controla el lenguaje, mientras que el derecho controla las habilidades para el arte y la orientación espacial.
Escribir una carta involucra al hemisferio izquierdo; pintar un cuadro o encontrar el camino de regreso al auto en un estacionamiento atestado involucraría a la parte derecha.
Debido a que los nervios del cuerpo humano cruzan de lado a lado, el hemisferio izquierdo controla la parte derecha del cuerpo y el hemisferio derecho, la parte izquierda.
Las dos mitades del cerebro están conectadas por millones de fibras nerviosas agrupadas en un cable grueso llamado “cuerpo calloso”. Este “puente” permite al cerebro fusionar y coordinar habilidades para poder actuar como un todo.
Un dato interesante: si el cuerpo calloso se daña o se corta, ambos lados del cerebro no pueden comunicarse. Si se coloca una manzana en la mano izquierda de una persona que tiene los ojos vendados y padece este tipo de daño cerebral, el lado derecho de su cerebro la reconocería como una manzana mediante el olfato y el tacto.
Pero como los hemisferios del cerebro no está comunicados, el lado derecho no puede transmitir el concepto al centro del lenguaje en el lado izquierdo. Para esta persona sería imposible decir la palabra “manzana”.
La materia gris no es un simple material, sino un compuesto biológico de capilares (que llevan oxígeno y nutrientes por el cerebro), células nerviosas (neuronas) y glía (células que respaldan a las células nerviosas, las alimentan y se comunican con ellas).
Si sacamos la glía, nos queda una red de comunicaciones conectada por miles de millones de células nerviosas. Esta estructura, que tiene la apariencia del encaje, es la base de la vida física, mental y emocional.
La vida depende de las neuronas que pasan mensajes a otras neuronas. Estos mensajes se transmiten a lo largo de una única fibra llamada “axón” y los reciben una multitud de breves ramificaciones denominadas “dendritas”.
A medida que la información pasa de una neurona a la siguiente, tiene que saltar a través de un sinnúmero de espacios infinitesimales llamados “sinapsis”.
Aquí es donde entran en juego las sustancias químicas cerebrales denominados “neurotransmisores”, como la serotonina y la dopamina. Cuando la información alcanza el final del axón de una neurona, los neurotransmisores la llevan a través del espacio.
Extraído del libro: “Cómo entrenar su mente”, Selecciones