Control remoto: como por arte de magia
El surgimiento de la computadora y de la exploración del espacio creó la necesidad de contar con controles cada vez más complejos, pequeños y durables, y que pudieran ser operados a distancia. Ello originó la era de la microelectrónica, que se inició en la década de 1950, en torno al transistor y al chip de silicio.
Los chips de silicio son el núcleo del aparato de control remoto que usamos para accionar el televisor desde el sofá. Cuando oprimimos un botón del control remoto, el chip ?que contiene un microcircuito electrónico? enciende un oscilador electrónico, el que produce un haz infrarrojo integrado por ondas electromagnéticas.
El haz porta una señal codificada, que varía de acuerdo con el botón oprimido: encendido, cambio de canal o volumen, por ejemplo. El código está basado en los dígitos binarios y se sobrepone al haz del mismo modo en que la señal de radio se sobrepone a la onda portadora.
En el televisor, el haz codificado es captado por un dispositivo sensible a las ondas infrarrojas. Las señales recibidas se amplifican y pasan a otro chip de silicio, que identifica el código. Entonces el chip envía la señal correspondiente al interruptor electrónico que debe ejecutar la orden.
Hay controles remotos ultrasónicos que abren y cierran puertas; emiten ondas sonoras de alta frecuencia que se dirigen a un micrófono receptor, y éste envía las señales a un motor eléctrico que acciona las puertas. Sin embargo, los controles ultrasónicos deben funcionar en línea recta con las puertas, por lo que se utilizan más los controles manuales de radio.
En aviones y barcos a escala se instalan sistemas de control de radio más complejos. El transmisor manual emite haces de ondas de radio codificadas; un receptor del modelo a escala decodifica las señales, separándolas de la onda de radio. Las señales decodificadas pasan a pequeños motores eléctricos, llamados “servos”, que incrementan su potencia. Los servos abren y cierran la válvula de combustible del motor, elevan y bajan el tren de aterrizaje y accionan las superficies de control, como los alerones y el timón.
Videograbación: registro de imágenes en cinta magnética
Las videograbadoras domésticas captan las señales eléctricas de la estación televisora al mismo tiempo que el televisor, pero en lugar de convertir las señales en imágenes, las almacenan en una cinta magnética. Debido a que las señales de televisión llevan tanto imágenes como sonido, la cinta de video doméstica generalmente es cuatro veces más ancha que una cinta magnetofónica.
Como la videograbadora está conectada a la antena, capta las emisiones de televisión cuando está encendida, ya sea que el televisor esté o no conectado. Los dos aparatos pueden sintonizarse para captar distintos programas a un tiempo.
Los dos sistemas comerciales de videograbación más importantes son el Betamax (o Beta), introducido en 1975 por la compañía japonesa Sony, y el VHS (Video Home System: “sistema doméstico de video”), comercializado desde 1976 por Japan Victor Company. El Beta produce imágenes de calidad ligeramente superior a las del VHS, pero las cintas de éste admiten hasta seis horas de grabación continua. El nuevo Super VHS produce imágenes de mayor calidad.
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