Utiliza agua salada. La sal actúa como un antiséptico suave y extrae el agua de las mucosas en la garganta, para deshacer la flema. Disuelve ½ cucharadita en 1 vaso de agua tibia, haz gargarismos y escupe. Repite unas cuatro veces al día. Puedes sustituir la sal con 1 cucharadita de bicarbonato o unas gotas de salsa Tabasco.
Bebe tés esenciales
El marrubio deshincha los tejidos inflamados en la garganta. Además, diluye y ayuda a eliminar la mucosidad. Deja reposar 2 cucharaditas de la hierba picada en 1 taza de agua hirviendo por 10 minutos, cuela y bebe.
El olmo americano contiene un mucílago que recubre y alivia el dolor. Deja reposar 1 cucharadita de la corteza interna en 2 tazas de agua hirviendo, filtra y disfruta.
La raíz de malvavisco también posee una gelatina que reviste la garganta. Remoja 2 cucharaditas de la hierba seca en 1 taza de agua hirviendo por 10 minutos, cuela y sirve. Toma 3 a 5 tazas al día.
Toma miel por la noche
Esta sustancia acelera el proceso de curación, pues combate las bacterias y extrae agua de los tejidos inflamados. Agrega 2 a 3 cucharaditas en 1 taza de agua, de infusión o de limonada caliente.
Recurre a los complementos
Toma 1,000 mg de vitamina C tres veces al día para estimular tus defensas y combatir la infección.
Toma una cápsula de 200 mg de equinácea —estandarizada a equinacósidos al 3.5%—cuatro veces al día. Sus propiedades antibacterianas y antivirales acelerarán la recuperación.
Toma de 400 a 600 mg de ajo en cápsulas al día. En su presentación seca, este condimento tiene propiedades antibacterianas y antisépticas muy potentes. Ingiérelo con las comidas.
Chupa 1 pastilla de 13 mg de cinc cada dos horas. En un estudio, quienes así lo hicieron combatieron el dolor de laringe tres a cuatro veces más rápido que quienes no lo hacían. Limita esta medida a una semana.
¿Será reflujo?
Una causa inusual del dolor de garganta es el avance de los corrosivos jugos gástricos hacia las amígdalas mientras duermes, que al despertar ocasiona algo similar a un malestar de anginas. Coloca unas tablas cortas de 5 cm de alto debajo de las patas de la cabecera de tu cama. Una inclinación de 15 a 20 cm respecto de la horizontal evitará que los ácidos digestivos suban por el tubo digestivo.
Más vale prevenir
En época de gripes y resfriados, lávate las manos a menudo y evita tocarte los ojos, la nariz o la boca para reducir tu riesgo de enfermarte.
Instala un vaporizador o humidificador en tu habitación, para evitar la sequedad del ambiente y la irritación del recubrimiento de tu garganta.
Si no tienes humidificador, coloca un tazón con agua cerca del radiador o la rejilla del calefactor todas las noches. Funcionará tan bien como un aparato creado para ese fin.
Si fumas, deja de hacerlo. El humo del cigarro irrita el recubrimiento de la garganta.
Respira por la nariz, no por la boca. Es una forma natural de humidificar el aire que inhalas.
Si el dolor de garganta reincide, cambia tu cepillo de dientes. Las bacterias se acumulan en las cerdas y, si te lastimas las encías al cepillar, penetrarán en tu organismo y volverán a infectarte.