Fiebre, cansancio, tos seca. Esos son los síntomas más comunes del coronavirus, pero recientemente especialistas advirtieron sobre otro síntoma asociado a esta enfermedad infecciosa que era desconocida antes de que estallara el brote en Wuhan, China, en 2019.
Hace un par de semanas Jérome Salomon, número dos del Ministerio de Salud francés, dijo que los otorrinolaringólogos observaron un recrudecimiento en los casos de anosmia aguda, que es la pérdida repentina y sin causa aparente de la capacidad para detectar olores.
Aunque la Organización Mundial de la Salud no se ha manifestado al respecto, varias sociedades médicas españolas, así como el Reino Unido han lanzado comunicados urgentes donde recomiendan aislamiento preventivo a las personas que de manera abrupta dejan de percibir los olores.
Pero la Sociedad Española de Neurología va más allá y dice que también la pérdida repentina del gusto (augesia) puede ser considerado un posible síntoma del Covid-19. “Estamos ante una enfermedad nueva que va por delante de los médicos, que aprenden día a día” reflexiona David Ezpeta, secretario de la junta directiva de la SEN.
Además de las experiencias clínicas de los especialistas españoles y franceses, existe un estudio dado a conocer recientemente que explica la asociación entre el Covid-19 y la pérdida repentina del sentido del olfato.
Los ensayos realizados por investigadores estadounidenses y británicos —y que fueron publicados en la revista bioRxiv— sugieren la existencia de posibles mecanismos mediante los cuales el coronavirus dañaría la función olfativa.
La mayoría de los animales —incluyendo al ser humano— tiene células en la parte posterior de la nariz. Dichas células contienen proteínas que al parecer son atacadas por el Covid-19. Al parecer el virus se aloja en ellas mientras ingresa al cuerpo; esto varía según las características de cada individuo.
Ante esta situación, el deterioro de las células del epitelio nasal —células necesarias para una adecuada función olfatoria— conducirían directa o indirectamente a un sentido del olfato (y hasta del gusto) alterado.
Los investigadores llegaron a esas conclusiones tras centrarse en datos genómicos de humanos y de ratones.
Ante esta evidencia, la Asociación Británica de Otorrinolaringología sugiere que quienes experimenten una pérdida repentina del olfato podrían estar contagiados con el nuevo virus, aunque no presenten los síntomas convencionales.
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