Concepción García, enfermera clínica y especialista al atender una herida de BSN medical, señala que éstas se presentan por lo general en la piel y tejidos subyacentes, ocasionadas por factores externos que rompen la continuidad del tejido y provocan sangrado, además de ser una entrada para microorganismos.
“Por tanto es muy importante conocer su evolución normal no sólo para cuidarlas sino, además, para detectar a tiempo y controlar una posible infección”, advierte.
Detalla que la evolución de las heridas consta de las siguientes cuatro etapas que se desarrollan aproximadamente en tres semanas:
1. Coagulación: Cuando se produce la lesión, el cuerpo comienza a emanar sangre y automáticamente lo controla formando un coágulo.
2. Inflamación: Sucede cuando el organismo limpia la herida con sus mecanismos de defensa, por consiguiente segrega en la zona un líquido claro e inoloro llamado exudado.
3. Proliferación: Durante esta fase las células comienzan a reproducirse para regenerar el tejido perdido. Como resultado vemos un tejido color rojo vivo.
4. Remodelación: Proceso en el que el cuerpo hace que la nueva piel se asemeje al resto del tejido.
Concepción García explica que el líquido de la herida, conocido como exudado, brota en la fase inflamatoria, normalmente durante los primeros tres días, y disminuye su flujo en los días posteriores.
Sin embargo, si éste es abundante, más espeso, con mal olor (pus), es sinónimo de complicación porque la humedad que permanece en la zona favorece la proliferación de bacterias, y daña la piel que rodea la herida incrementando su tamaño.
“El exudado y la coloración de la herida, son un patrón de guía para que los profesionales de la salud detecten el tipo de herida. Las agudas son producto de accidentes, cirugías o traumatismos y suelen cerrar en 21 días.
Las crónicas rebasan este periodo, pudiendo prolongarse por años y se deben, entre otras, a enfermedades como Diabetes o trastornos venosos y/o arteriales (úlceras en miembros inferiores)”, comenta la experta. Asimismo, advierte que el profesional de la salud es el único indicado para controlar la humedad e infección de una herida.
Después de lavar una herida, se colocan apósitos que funcionan como barreras que impiden el paso de microorganismos a la zona y ayudan al organismo a regenerarse por sí mismo.
Sin embargo, hay que tomar una buena decisión al elegir el tipo de apósito, pues existen apósitos para cada etapa de la herida y una equivocación puede entorpecer su evolución natural.
Hoy en día el profesional de la salud cuenta con un amplio catálogo de apósitos que permiten controlar los exudados y las infecciones.
Un buen ejemplo es Cutimed Sorbact, dispositivo de nueva generación que funciona como preventivo y para el tratamiento de heridas crónicas infectadas, como por ejemplo, las ocasionadas por una alteración del retorno venoso (flujo sanguíneo) en las piernas.
Así, este apósito no sólo disminuye la cantidad de bacterias, sino que además favorece los procesos de curación del cuerpo.