¿Cuándo y cómo comienza a cicatrizar una herida?
Siempre que ha habido un derrame de sangre, el proceso de cicatrización comienza en cuanto se ha detenido la hemorragia.
El primer paso es la inflamación: la herida enrojece, su temperatura aumenta, se hincha y duele.
El enrojecimiento y la elevación de la temperatura se deben a que los vasos sanguíneos de la zona se dilatan considerablemente para inundar los tejidos dañados con sangre fresca. Los capilares se adelgazan y el agua del plasma sanguíneo pasa a los tejidos circundantes haciendo que se hinchen, lo que presiona las terminaciones sensoriales de los nervios que envían al cerebro una señal de dolor.
Cuando el flujo de sangre disminuye, los glóbulos blancos o leucocitos entran al tejido inflamado para recoger los restos de las células muertas y destruir las bacterias que invaden la herida a través de la piel lacerada. Los leucocitos liberan además una sustancia química que atrae al lugar de la herida a otros glóbulos blancos para que ayuden en la tarea.
Una vez que la inflamación cede, comienza la fase de restauración. En algunos casos esto significa la regeneración de nuevas células idénticas a las que se destruyeron. Cuando no es posible la regeneración, se forma un tejido cicatricial en lugar del que se ha desintegrado.
Cuando una herida se infecta, millones de glóbulos blancos acuden al lugar de la lesión para combatir a las bacterias. El pus es la mezcla amarillenta y semisólida de estas células y los restos de las bacterias y de los tejidos dañados. En la mayor parte de los casos, el pus alcanza la superficie de la piel, la rompe por presión y sale al exterior.
Fuente: Los porqués del cuerpo humano