La falta de aire y el deterioro de la función respiratoria representan un riesgo para los niños que padecen asma de difícil control.
Caracterizada principalmente por ataques recurrentes de falta de aire, cuya gravedad varía de una persona a otra, usualmente reversibles pero a veces graves y ocasionalmente fatales, el asma es la enfermedad respiratoria crónica más frecuente en niños. En México se ubica entre los 10 primeros lugares de atención en consulta externa, urgencias y hospitalización.
Ante esta situación, la Organización Mundial de la Salud reconoce que el asma es muy importante desde el punto de vista de la salud pública y participa en la coordinación internacional de la lucha contra esta enfermedad, a fin de reducir la discapacidad y la mortalidad prematura relacionadas con el asma.
Aunque se presenta en personas de cualquier edad, en el caso de los niños, el asma es actualmente considerada una enfermedad de alto impacto, no sólo por su incidencia, sino por los efectos económicos y sociales relacionados con ella. El empeoramiento de sus síntomas por la noche y las consecuentes alteraciones del sueño, tanto en los pacientes como en sus padres, dan como resultado un desempeño escolar pobre y días de trabajo perdidos.
Algunos factores que desencadenan el asma en niños:
Ácaros de polvo doméstico
Caspa de mascotas
Pólenes
Mohos
Humo de tabaco
Iriitantes químicos
Contaminación
Aire frío
Emociones fuertes como miedo e ira
Ejercicio
“Las razones por las cuales los síntomas del asma predominan por la noche, pueden deberse a que la disminución en el flujo de aire en las vías respiratorias aumenta durante la noche o a que la función pulmonar disminuye mientras el sueño progresa. Ambos procesos ocurren en todas las personas, aunque su efecto suele ser mayor en las personas con asma, lo que aumenta el riesgo de presentar una crisis”, señala el Dr. Javier Gómez Vera, Jefe de Alergología en el Hospital Regional Adolfo López Mateos del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
En la mayoría de los casos, los pacientes buscan apoyo y toman medidas para controlar la enfermedad justo cuando se presentan las crisis asmáticas, sin embargo, lo ideal sería tener un diagnóstico oportuno y un control adecuado para evitarlas. Sobre todo, tomando en cuenta que el costo de atención de una crisis asmática rebasa por más de 100 veces el costo del control continuo. Aunque se trata de una enfermedad que no tiene cura, tanto un diagnóstico como un tratamiento adecuados, acompañados de educación al paciente y sus cuidadores, hacen posible alcanzar un excelente control del asma.
Dada la relevancia que tiene el asma en la población pediátrica, es importante hacer énfasis en la necesidad de que el tratamiento sea accesible a todos los niveles, con la finalidad de que, junto con el apoyo de sus cuidadores y la orientación del médico tratante, se tenga un manejo que les permita tener un adecuado control de la enfermedad y una mejor calidad de vida.