Las salsas y los aderezos untables envasados parecen durar indefinidamente, pero están muy expuestos a contaminarse con bacterias, lo que aumenta el riesgo de provocar intoxicación si se consumen.
Los gérmenes pueden empezar a multiplicarse en cuanto destapas los frascos, sobre todo debido a lo que los especialistas llaman contaminación cruzada.
“Cuando preparamos sándwiches, por ejemplo, metemos el cuchillo en el frasco del aderezo, untamos con él las rebanadas de pan y lo introducimos otra vez en el envase”, señala Jessica Crandall, nutrióloga, educadora en diabetes y vocera nacional de la Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos.
“Al hacer esto, introducimos algunas bacterias en el frasco”. Y advierte algo más: si hay líquido sobrenadando en el producto o notas un cambio de color, tira el frasco a la basura.
Los quesos semiduros, como el cheddar y el gouda, contienen poca humedad. Esto los hace poco atractivos para las bacterias, de manera que pueden durar entre dos y cuatro meses en el refrigerador si se guardan correctamente.
Los quesos blandos —entre ellos el ricotta, el brie, el feta, el queso crema y el queso de cabra— se echan a perder más rápidamente. Una vez abiertos, duran una o dos semanas en el refrigerador.
Si notas antes signos de descomposición en ellos (hongos de color azul verdoso, por ejemplo), no los comas; podrías intoxicarte.
Los jugos envasados ordinarios por lo general se someten a un proceso de pasteurización que elimina las bacterias nocivas y prolonga su vida útil; en cambio, muchos jugos que se exprimen en frío no se pasteurizan, así que podrían estar contaminados.
Para evitar riesgos, acude a un expendio cercano a tu hogar y compra sólo el jugo que vayas a consumir en los dos o tres días siguientes, y mantenlo refrigerado.
A diferencia de otras verduras, los brotes crecen en ambientes tibios y húmedos. Bacterias como la Escherichia coli y las del género Salmonella proliferan en estas condiciones: unas cuantas bastan para formar una colonia entera.
Los brotes no duran tanto como las hortalizas de hoja, así que no los consumas después de la fecha de caducidad.
Las rebanadas de jamón de cerdo y las de jamón de pavo deben consumirse dentro de los tres a cinco días posteriores a la compra o a la apertura del paquete. Te aconsejamos adquirir sólo lo que vayas a consumir en ese periodo; sé realista.
Las carnes frías se contaminan fácilmente con bacterias del género Listeria, que son patógenas y proliferan en ambientes fríos; por eso, aunque se refrigeren, no se conservan mucho tiempo. Si se ponen viscosas o huelen mal, deséchalas.
El huevo entero crudo dura entre tres y cinco semanas en el refrigerador; la vida útil de los sustitutos de huevo, en cambio, es más corta: son aptos para el consumo durante los 10 días posteriores a la compra, o durante los 3 a 5 días posteriores a la apertura del envase, dependiendo de la fecha de caducidad.
Si conservas más tiempo el producto y lo consumes, corres riesgo de enfermar.
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