Aunque la publicidad indica que hay que beber 2 litros de agua al día, la realidad es que no todas las personas necesitan la misma cantidad.
Aunque la publicidad indica que hay que beber 2 litros de agua al día, la realidad es que no todas las personas necesitan la misma cantidad, y, para quienes padecen ciertas enfermedades, el exceso puede ser incluso tóxico.
La edad, la actividad física que realiza, el clima en el que vive y las condiciones generales de salud de una persona demandan cantidades específicas del líquido, demuestra la evidencia científica.
El consumo ideal de agua depende de la talla y el peso de cada individuo, explica Guillermo Meléndez Mier, máster en Nutriología Clínica.
Incluso diversos estudios han concluido que dos personas de la misma edad, que hacen las mismas horas de ejercicio, no pueden beber la misma cantidad de agua si una pesa más que otra.
“Hay circunstancias que incrementan las necesidades de líquidos del organismo como el estrés, la actividad y el ejercicio físico, el aumento de la temperatura ambiental, la fiebre, las pérdidas de líquidos por vómito o diarrea, la diabetes descompensada, las quemaduras, etcétera”, explican los autores del artículo “Recomendaciones de Bebida e Hidratación para la Población Española”, publicado en la revista Nutrición Clínica y Dietética Hospitalaria.
La recomendación de los especialistas es beber la necesaria según su condición física y de salud.
En una persona sana:
1- Al beber agua, ésta se integra al flujo sanguíneo y de ahí se distribuye a tejidos y órganos.
2- El agua es el medio por el que se comunican las células de los órganos y por el que viajan el oxígeno y los nutrientes a los tejidos.
3- Una vez aprovechada, los riñones la convierten en orina.
4- La orina llega a la vejiga por unos tubos llamados uréteres.
5- Cuando la vejiga está llena surge la necesidad de orinar.
Más vale prevenir
Ciertos padecimientos conllevan ciertos ajustes en la alimentación e ingesta de bebidas.
– Problemas en los riñones. Si hay un problema en los riñones y no elimina el agua “usada o vieja”, se propicia que el corazón falle. Éste aumenta su volumen y no puede bombear adecuadamente la sangre.
– Diabetes y problemas del corazón. Corre el riesgo de que el agua se acumule en los pulmones y se presente falla respiratoria por “inundación” pulmonar.
– Presión arterial alta. El agua en exceso provoca el aumento del volumen de las arterias y sube más su presión sanguínea.
Fuente: Georgina Montalvo, Reforma
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