En promedio, una persona puede aguantar la respiración entre 30 y 90 segundos. Este tiempo varía según la condición física, si la persona fuma, padece alguna enfermedad o si ha entrenado esta habilidad. Con práctica y bajo supervisión adecuada, es posible aumentar progresivamente el tiempo de apnea.
De hecho, existen técnicas específicas para entrenar la retención del aire, utilizadas por buzos libres, nadadores de alto rendimiento, cantantes e incluso músicos de viento. Sin embargo, no se trata solo de resistencia: esta práctica también tiene implicaciones físicas, beneficios y riesgos que es importante conocer.
[Te puede interesar leer: Fortalecer el core: 11 ejercicios suaves para evitar caídas y ganar estabilidad]
¿Qué sucede en tu cuerpo cuando aguantas la respiración?
Aunque dejes de inhalar, tu cuerpo sigue usando el oxígeno almacenado para cumplir funciones vitales. A medida que ese oxígeno se agota, se acumula dióxido de carbono, lo que provoca una señal urgente del cuerpo: ¡necesitas volver a respirar!
Inicialmente, puedes sentir una leve quemazón en los pulmones. Luego, los músculos del diafragma se contraen de forma involuntaria intentando forzar la respiración. Si no inhalas en ese punto, perderás el conocimiento. En condiciones seguras (como fuera del agua), el cuerpo suele retomar la respiración automáticamente. Pero si estás en un entorno peligroso, como bajo el agua, el resultado puede ser un ahogamiento.
Beneficios de aguantar la respiración (con entrenamiento)
Aunque no es necesario para la mayoría de las personas, practicar técnicas de respiración puede tener beneficios comprobados para la salud:
Mejora la capacidad pulmonar y la oxigenación de los órganos
Ayuda a reducir el estrés y el dolor
Disminuye la ansiedad y los síntomas depresivos
Contribuye a bajar la presión arterial
Puede reducir la inflamación en el cuerpo
Estos beneficios provienen, sobre todo, de ejercicios respiratorios guiados, más que de la retención extrema del aliento.
Riesgos de aguantar la respiración
Aguantar la respiración más allá del límite natural, especialmente bajo el agua, implica riesgos serios como:
Ahogamiento:
Cuando el cuerpo no puede resistir más y se activa el reflejo de respirar, se corre el riesgo de que los pulmones se llenen de agua si estás sumergido.
Desmayo por falta de oxígeno (blackout hipóxico):
Este tipo de desmayo ocurre cuando el cerebro se queda sin oxígeno. Es frecuente en personas que hiperventilan antes de sumergirse para prolongar el tiempo sin respirar. Puede suceder a cualquier profundidad y es potencialmente fatal.
La CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) ha reportado ahogamientos en entrenamientos militares avanzados y en personas que jugaban desafíos de apnea. Por eso, este tipo de práctica debe realizarse siempre bajo supervisión profesional.
Quizás te interese saber: ¿Qué significa vivir bien? Harvard revela las claves de la vida plena
¿Cómo aumentar la capacidad pulmonar de forma segura?
Si deseas mejorar tu capacidad pulmonar, hay técnicas seguras y progresivas. El entrenamiento de apnea incluye ciclos de respiración profunda alternados con retención del aire durante un número específico de segundos o minutos.
Antes de iniciar este tipo de práctica, se recomienda:
Consultar a un profesional de la salud
Entrenar con especialistas certificados en buceo libre o respiración consciente
No practicar apnea bajo el agua sin supervisión
Escuchar siempre las señales de tu cuerpo
Las personas que no buscan aguantar la respiración durante minutos también pueden beneficiarse de ejercicios respiratorios suaves, como los que se practican en yoga, meditación o pilates, los cuales ayudan a mejorar la salud pulmonar y mental en general.
Conclusión
Aguantar la respiración puede parecer un simple reto, pero tiene implicaciones importantes para la salud. Bien guiado, puede mejorar la función pulmonar y ayudar a controlar el estrés. Pero llevado al extremo o practicado sin supervisión, representa un riesgo real de desmayo o ahogamiento.
Como en todo lo relacionado con la salud, la clave está en la práctica consciente, progresiva y segura.