Cuida tu bolsillo y mejora tu alimentación con un huerto familiar
La alimentación y la economía familiar mejorarían, además de que el cuidado de las plantas nos ayuda a conocer los ciclos de sus frutos.
Un huerto en cada hogar mejoraría la alimentación y la economía.
Si en cada hogar hubiera un huerto urbano, la alimentación y la economía familiar mejorarían notablemente, además de que “el cuidado de las plantas nos ayuda a conocer los ciclos de sus frutos e, incluso, favorece el estado de ánimo” explicó la doctora Mónica Rodríguez Palacios.
La académica del Departamento de Hidrobiología de la Universidad Autónoma de México aconsejó procurar un espacio para crear un huerto proporcional al tamaño de la casa donde sembrar fresas, jitomates o chiles.
Este tipo de cultivos también pueden ser farmacias vivientes, ya que es fácil cuidar y tener plantas medicinales como hierbabuena, albahaca y tomillo, que además pueden ser usadas como condimentos.
El proceso de construcción de un área así requiere composta tipo lasaña. Se coloca una capa de tierra en una caja y se compacta; encima se le agrega una capa de desechos orgánicos y, por último, una de basura de jardín con ramas y hojas secas. Semana con semana habrá que revolver un poco y al cabo de tres meses la composta estará lista.
Algunos modelos de huertos domésticos pueden construirse con botellas de pet recortando un área rectangular suficiente para dejar crecer la planta, amarrándolas en serie para luego colgarlas cerca de una ventana o lugar iluminado.
La investigadora tiene a su cargo el proyecto Cultivo de Algas. Usos y aplicaciones, que impulsa la producción de fertilizantes basados en esta planta acuática y promueve el cambio de fertilizantes químicos que contaminan el ambiente por una opción más ecológica.
También ha trabajado en el proyecto Espiga Ciudad de México, un gran huerto urbano y comedor comunitario ubicado en la puerta 14 del Autódromo Hermanos Rodríguez, donde investigan y mejoran cultivos de acelga, rábano y maíz.
Estos biofertilizantes han tenido resultados muy favorables, siendo la mayoría de ellos cianobacterias que fijan nitrógeno atmosférico y lo hacen disponible para las plantas, por tanto no hay que suministrar nitrógeno al suelo, de manera que en el proceso de crecimiento estos microrganismos capturan CO2 –el principal causante de gases de efecto invernadero–lo que también ayuda al medio ambiente.
Estas técnicas retoman métodos ancestrales, algunos registros indican que los agricultores trabajaban mucho el manejo de microorganismos; los chinos, por ejemplo, durante años mejoraron el uso de cianobacterias en cultivos de arroz, aunque el desarrollo industrial que dio paso al uso indiscriminado de fertilizantes causó la salinización del suelo, así como la erosión y la eutrofización en cuerpos de agua cercanos.
Las algas se emplean, ya sea inmovilizadas en alginato, lo que les permite conservar por más tiempo su humedad, o bien en cultivos libres que se colocan directamente en el suelo.
En algunas regiones desérticas se utilizan alginatos, conocidos como Lluvia seca, es decir, polímeros biodegradables en polvo no tóxico capaces de absorber 200 veces su peso en agua y de mantener los suelos con mayor humedad, una solución para el riego en lugares no favorecidos por la abundancia de agua.
Desarrollar el uso de huertos ayudaría a miles de familias que tienen altos problemas de desnutrición incluso estando dentro de la ciudad, y sería muy importante que en casa se comenzaran a producir los propios alimentos, porque mejoraría la economía familiar y paralelamente la nutrición de la familia.