¿Te descuidas para cuidar a tus hijos? ¡Cuidado!

Además, brindar a sus hijos un espacio de desarrollo y crecimiento que los haga sanos, exitosos y felices. Sin embargo, esto no siempre se logra.

¿Por qué es tan difícil educar?

Antes, nuestros abuelos vivían relativamente felices porque:

  • Sabían de dónde venían y a dónde iban.
  • No había tantas opciones.
  • Cada miembro de la familia sabía cuál era su rol y lo aceptaban sin cuestionar.

El bienestar radicaba en la unión familiar y la convivencia

Un hogar no se llenaba necesariamente de aparatos electrodomésticos; se llenaba de recuerdos, fotos de álbumes familiares: la foto de la boda de los abuelos o de la graduación del hijo mayor, el mantel bordado de la madrina, la carpeta de regalo de bodas de la tía, etc.

Los valores y las creencias eran importantes

El respeto a las mujeres, los ancianos y la familia; los creyentes colgaban imágenes religiosas… todo eso conformaba la unión familiar: eran tradicionalistas, costumbristas y ritualistas.

Esa herencia era transmitida de generación en generación, todo esto le daba sentido y significado a la familia que era un valor fundamental y, por eso, lo que más se procuraba y cuidaba.

En la actualidad…

Conozcamos a Paola, una de mis pacientes; tiene dos hijos, uno de 5 años y el otro de 7. “Se me hace muy difícil lidiar con mi tiempo, mi pareja, mi trabajo y, desde luego, con mis hijos.

A veces me gustaría ser maga y que las cosas se resolvieran agitando mi varita. No me quejo, me encanta mi estilo de vida y lo que hago, pero estoy agotada”.

Este testimonio, con el cual me identifico, me hace recordar a mi abuela y preguntarme: ¿cómo podía estar tan tranquila con tantos hijos? Yo tengo uno y me estoy volviendo loca, igual que mi paciente.

¿Acaso los padres de ahora no tienen la misma capacidad de educar a sus hijos que nuestros padres y abuelos?

Desde luego que sí, pero los tiempos son diferentes:

  • Nuestros hijos adquieren mucha información a través de los medios de comunicación, quitando a los padres su monopolio; por lo tanto, han dejado de ser un modelo social para ellos.
  • Han cambiado las circunstancias y el estilo de vida. Hoy día, “abundancia” es sinónimo de éxito y felicidad; “escasez”, de fracaso. Por eso, los padres hacemos esfuerzos extremos para darles a nuestros hijos “lo mejor”, creyendo erróneamente que esto sólo supone bienes materiales.
  • La carrera desmedida por el tener, en lugar de ser. Los padres están dispuestos a dar su vida con tal de que sus hijos tengan acceso a lo que los puede hacer competitivos para alcanzar ese “éxito” tan anhelado que hoy confundimos con la felicidad.
  • Los cambios generacionales son tan extremos que los valores y normas de educación entran en conflicto. Los hijos rechazan y ven obsoletos los parámetros que los padres imponen tanto a nivel de disciplina como de moral.

Hoy en día muchos padres se preguntan: ¿qué estoy haciendo mal?

Actualmente, muchos papás y mamás están confundidos. Se sienten sin armas para educar a sus hijos y aunque hacen todo lo que está en sus manos para sacarlos adelante,  tanto esfuerzo los debilita: están muy cansados y cuando llegan a casa se sienten sin fuerza, sin ganas de jugar o platicar. Saben de la convivencia familiar y muchos piensan que están mal por preferir llegar a descansar mientras sus hijos siguen jugando con su teléfono, viendo la televisión o aislados en su cuarto. Muchos se sienten culpables porque adoran a su familia y su hogar, pero ¡están agotados!

Los padres que se sienten bien consigo mismos pueden ser mejores padres

Ojo, esto es para grabarse sobre piedra y ponerlo como lema de vida:

“Los papás y las mamás necesitan tanto cariño como los hijos”

 Es muy importante que los padres hagan un “alto en el camino” y se pregunten:

  • ¿Cómo me siento actualmente?
  • ¿Qué predomina más en mi vida, las sensaciones de “bien-estar” o “mal-estar”?
  • ¿Cuándo fue la última vez que hice lo que realmente me gusta, me relaja y me da paz?
  • ¿Descanso lo suficiente?
  • ¿Frecuento a mis amigos?
  • En el gasto familiar, ¿me incluyo y destino un poco para mis gustos y pasatiempos?

¿Cómo podemos empezar a cuidarnos?

  • Estar alerta a nuestro estado de ánimo

Cuando nuestro estado de ánimo tiende a ser de mal-estar por más de un día, algo en nosotros no está bien. Puede ser un sentimiento incómodo por una situación o enfermedad no resuelta. Si no lo puedes resolver solo, pide ayuda a un profesional.

  • Deja espacios en tu agenda para tus actividades personales

Muchos padres creen que tomar un tiempo para sí mismos es “un lujo que no se pueden dar: el trabajo y la familia son lo más importante”.

Tener un espacio personal para atender nuestra salud o tener actividades de esparcimiento, nos da la sensación de que también somos importantes.

  • En tu gasto mensual destina una cantidad para ti

Además de los gastos esenciales de manutención, vivienda y escuela, muchos padres siempre destinan dinero para los gustos de sus hijos, dicen: “Disfrutamos mucho comprándoles cosas y haciéndolos felices”. Eso no está mal, pero que los papás se den gustos de vez en cuando, lo necesiten o no, también los ayudará a sentirse felices.

  • Destina media hora diaria para descansar o hacer alguna actividad de tu gusto

Sin importar a qué te dediques o la carga que tengas, laboral o familiar, es importante que dejes, por lo menos, media hora diaria para hacer actividades que te relajen, te ayuden a descansar o te entretengan un poco (hablar con amigo, tomar una siesta, caminar, resolver un crucigrama, buscar chistes en internet, dibujar, leer un libro, tomar un baño de descanso, etc.). Eso te ayudará a despejarte y mejorar tu estado de ánimo.

  • Date espacios de transición entre una actividad y otra

Si, tras un día lleno de presiones, laborales o familiares, según el rol que tengan, se sienten tensos, agotados o muy cargados, es necesario hacer arreglos con la familia para tener por lo menos 15 minutos de descanso para liberar el estrés, despejarse y poder interactuar con la familia.

Recuerda que los hijos son el reflejo de sus padres

No hay receta de cocina para ser mejor padre si antes no han aprendido a ser “una buena persona consigo mismos”.

Cuando estamos y nos sentimos bien con nosotros mismos, fortalecemos nuestra autoestima y sentido de autovalor, lo que nos hace más fuertes para enfrenar los retos de la vida actual.

El aprendizaje más importante para los hijos se vive en familia con el ejemplo de sus padres. Si los hijos conviven con padres relajados, optimistas y contentos con la vida, luchando por el bienestar de todos, aún en los momentos de mayor presión, sabrán cuidarse.

Entonces los adultos sabrán qué hacer para recuperar su equilibrio y enseñarán a sus hijos a hacer lo mismo, gozarán de muchos espacios de buena convivencia y la vida en familia tendrá mucho sentido.

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