De esta forma un explotador forestal llegó a un acuerdo con los defensores de bosques
¿Pueden unos versos ayudar a que perduren miles de secuoyas? Eso depende de quién los lea.Durante los últimos cuatro años he promovido Tienda de Poemas, una iniciativa que consiste en componer poesías sobre pedido...
¿Pueden unos versos ayudar a que perduren miles de secuoyas? Eso depende de quién los lea.
Durante los últimos cuatro años he promovido Tienda de Poemas, una iniciativa que consiste en componer poesías sobre pedido con una máquina de escribir manual a cambio de una donación.
He realizado la mayor parte de mi trabajo en el Mercado de Agricultores Arcata Plaza, en Arcata, una pequeña ciudad de la costa norte de California en la que resido desde hace tres años. La comunidad me ha tratado con cordialidad e investido como la poeta extraoficial de la ciudad.
Pienso en este lugar como si fuera un paraíso en la Tierra, un sitio donde puedo salir a caminar por bosques antiguos, en el que doy paseos bordeando el continente y donde suelo arrodillarme a la orilla de sus ríos de aguas diáfanas y frías.
En Arcata he aprendido el idioma del paisaje; aquí he conocido la historia de las cosechas y la recolección. Adondequiera que mire, los árboles tienen dueño, se les considera un cultivo, y se les abona y prepara para el consumo humano.
Hay personas que acampan en las partes altas de los centenarios bosques de secuoyas, que prueban suerte como defensores, pero por lo general sin grandes resultados.
Quería saber más acerca de este sistema, averiguar sobre los propietarios de los árboles y sobre las personas que intentan protegerlos, porque sin importar cuánto leyera ni con cuántos defensores de los árboles hablara, seguía sintiendo que me estaba perdiendo de algo, me seguía pareciendo que algo podría hacer para ayudar a encontrar una solución que agradara a los dos bandos.
Neal Ewlad es vicepresidente de Green Diamond Resource Company, una empresa familiar dedicada a la explotación forestal y, por ello, objeto de fuertes controversias. La firma, que lleva ya cinco generaciones en funcionamiento, es propietaria de unas 160,000 hectáreas de terrenos en California.
Neal quería que compusiera un poema para que él y sus hijos lo leyeran mientras esparcían las cenizas de Wendy en su lugar de reposo.
Green Diamond era famosa por sus prácticas de tala indiscriminada, uso de herbicidas tóxicos y defensa de la privatización masiva de tierras. Menos conocidos y mucho menos celebrados son los recientes e importantes ajustes que la compañía ha efectuado, entre ellos la adopción de prácticas operativas más eficientes y responsables, lo que le ha valido una certificación del Consejo de Administración Forestal.
En 2010, en el Mercado de Agricultores Arcata Plaza y por petición suya, le escribí a Neal el siguiente poema acerca de la sensación de estar bajo el agua:
De todas las cosas que se pueden hacer en la vida,
todos los paisajes en los que se puede creer,
todas las formas de demostrar que nada es imposible,
con el peso del agua a nuestro alrededor,
rendimos homenaje a la más sutil de las posibilidades.
Cuando debajo de la superficie nos damos tiempo para alzar
la mirada y entender que la vida se despierta o no,
toda la fuerza del mundo yace en el fondo de tan ignoto lugar.
Este poema animó a Neal a solicitarme otro, esta vez por correo. Me envió un paquete que contenía un libro. Me explicó que su esposa había fallecido a causa de un cáncer y que ese libro era una compilación de su correspondencia con amigos y familiares durante los cinco meses previos a su muerte.
Neal quería que yo revisara detenidamente el libro y después compusiera un poema para que él y sus hijos lo leyeran mientras esparcían las cenizas de Wendy en su lugar de reposo: el mar. Él no había podido escribir un poema porque no había encontrado palabras que le parecieran lo suficientemente apropiadas para ese momento tan emotivo.
No quería escoger una canción ni un poema de alguna antología. Quería algo único, algo especial para Wendy. Cuando nos conocimos, concluyó que había llegado yo a su vida por una razón: para escribir un poema en honor de su esposa.
No fue hasta después de que compuse y entregué el poema dedicado a Wendy cuando me di cuenta plenamente de la clase de persona que es Neal Ewald. Este hombre tiene la llave del bosque, y no hay muchas cosas más que a mí me importen tanto como los árboles. Neal me mostró el camino para brindar un servicio directo a la Tierra.
Me sentí abrumada por la sensación de que podríamos trabajar juntos y propiciar un cambio.
Nuestra amistad se estrechó al compartir una experiencia tan íntima. Nuestro intercambio poético sobre Wendy dio lugar a una alianza fundamentada en la confianza mutua y la cordialidad. Neal y yo empezamos a compartir cenas, iniciamos un club de lectura y fui invitada a caminatas por el bosque organizadas por Green Diamond. Y cada encuentro estaba repleto de conversaciones gratas y debates interesantes.
Reflexionamos sobre el futuro de su empresa, qué tipo de cambios podrían ocurrir, qué necesitaba saber el público y qué problemas requerían una solución rápida.
Neal mostraba un enorme interés por mis ideas; escuchaba con entusiasmo, y su intrínseco deseo de explorar lo desconocido era evidente. Siempre estaba disponible, nunca se mostraba como un hombre de negocios opulento, sino como un buscador de la verdad, un ser humano curioso y de corazón noble.
Creamos un idioma con el que podíamos comunicarnos sólo él y yo. Escogimos temas sobre los cuales conversábamos cada vez que nos veíamos: dolor, activismo, poesía, mujeres, amor, responsabilidad empresarial, polaridad, pueblos nativos de Estados Unidos, ambientalismo, deshumanización… Compartíamos inspiraciones y aprendizajes: yo leía historias sobre su padre, y él me enseñaba a disparar armas y a usar una sierra eléctrica.
Hacíamos planes: yo lo ayudaría a crear un diseño de hogar basado en los principios de la cultura permanente en las tierras de su propiedad. Nadaríamos en el mar en fechas de aniversario, honraríamos la memoria de Wendy arrojando flores al agua, y yo recitaría su poema.
Lo más importante de todo, los dos nos concentrábamos en una palabra y en su materialización: sí.
Neal se dedica a descubrir cómo decir sí. Quiere cambiar la creencia de que siempre debe existir oposición. A lo largo de su carrera en la industria forestal ha luchado por encontrar la manera de acabar con esa dicotomía y encontrarse con sus adversarios en el punto medio.
Esto es en extremo difícil cuando tus contrincantes, los defensores de los árboles, deciden no percibirte como un ser humano, sino simplemente como un sujeto codicioso y hambriento de poder.
Neal es un hombre accesible, a pesar de su realidad como administrador de un negocio, y, en efecto, tiene una zona positiva, como le gusta llamarla. Quiere experimentar y hacer las cosas de modo diferente.
Tal vez mi experiencia con Neal habría terminado con el profundo intercambio poético que había yo creado para él. Si ésa hubiera sido la única consecuencia de la conexión que establecimos, me habría sentido completamente satisfecha.
Ver cómo los poemas lo ayudaban a sanar ya era suficiente, pero debido a nuestra relación de confianza, algo más sucedió.
La historia de McKay Tract, una franja de tierra que alberga un bosque de secuoyas centenario en Cutten, California, es demasiado compleja para contarla aquí. Hay personas que han dedicado muchos años de su vida a tratar de preservar ese bosque. Un hombre joven llamado Farmer era la voz de esta singular forma de protesta.
Había estado viviendo a escondidas entre los árboles durante un largo tiempo y odiaba a la empresa Green Diamond; sin embargo, yo vi posibilidades en su pasión. Luego de muchas horas de conversación y persuasión, Farmer tomó la iniciativa y, con mi apoyo, contactó a Neal.
Al cabo de varias reuniones en las que hablaron a fondo, llegaron a un acuerdo. Green Diamond ya estaba trabajando en algunos planes para McKay Tract, y Neal vio en ese interés común la oportunidad de conectarse con sus adversarios.
Los dos rivales habían hallado la manera de reunirse, debatir acerca del bosque y, al mismo tiempo, evitar la deshumanización. No importaba que discreparan en muchas cosas. Eligieron escucharse mutuamente, tener en cuenta la perspectiva del otro y no simplemente exigir. Cada uno trabajó dentro de la zona positiva del otro.
Las secuoyas de McKay Tract no se iban a talar. La organización no lucrativa Trust for Public Land está trabajando para convertir gran parte de esa zona en un bosque comunitario.
El acuerdo al que llegaron Neal y Farmer dio origen a una nueva comunión, por sutil que sea. Los defensores de los bosques pudieron ver la buena voluntad de Neal. Ahora creen en su forma de ser y su evidente deseo de decir que sí.
En cada conversación que tengo con Neal, le gusta recordarme que este cambio ocurrió gracias a nosotros y a nuestras charlas. Volví a recorrer cada paso de este camino hasta llegar al hecho de que fue un sencillo poema lo que produjo la chispa.
Esta historia nos hace recordar algoque a menudo olvidamos; se trata de la consabida idea de que una sola persona puede propiciar un cambio grande y duradero.
Ojalá recordemos siempre que todas las personas que ocupan un lugar de poder siguen siendo simples seres humanos. Esas personas podrían estar guardando duelo, pasando por momentos de necesidad, soportando un dolor que sólo nosotros podemos ayudar a aliviar.
Es posible que esas personas no se parezcan en nada al cuadro que la sociedad pinta de ellas, y tal vez tengan el deseo genuino de hacer algo extraordinario.