Las propiedades medicinales de esas semillas planas, ovaladas y de color verde oscuro debido a la clorofila son tantas que se cree que las primeras calabazas fueron cultivadas por sus pepitas y no por su carne.
Son apreciadas desde la antigüedad. Los primeros en usarlas fueron los pueblos de América y después del descubrimiento de ese continente empezaron a consumirse en algunas zonas europeas. Asia también las incorporaría tanto a la gastronomía como a sus tradiciones médicas.
Unos 60 gramos de semillas de calabaza tienen 44 por ciento del valor diario de zinc, 22 por ciento de cobre, 42 por ciento de magnesio, 16 por ciento de manganeso, el 17 por ciento de potasio y la cantidad suficiente de hierro (17 por ciento) para mejorar la deficiencia de hierro asociada a la anemia.
Si quieres conocer más de sus beneficios no dejes de leer.
Algunos compuestos han mostrado mejorar la salud del hígado. Esto es muy relevante ante una silenciosa epidemia de hígado graso que se vive en México país por el alto consumo de bebidas azucaradas.
Un cuarto de taza de semillas de calabaza contiene casi la mitad de la cantidad diaria recomendada de magnesio. El magnesio es vital para el bombeo del corazón, la formación adecuada de los dientes y de los huesos, la relajación de los vasos sanguíneos, la función apropiada del intestino y la síntesis de ARN y el ADN.
Tienen un alto contenido de beta-caroteno, que disminuye el riesgo de distintos tipos de cáncer.
Un estudio realizado en animales demostró que las semillas de calabaza disminuyen la inflamación en las articulaciones ocasionada por la artritis sin los efectos secundarios de algunos fármacos.
Por su importante concentración en cucurbitina, un principio activo de tipo alcaloideo con propiedades vermífugas como el ajo y que solo está presente en estas semillas, ataca los gusanos que parasitan el intestino.
El consumo diario de unos 10 a 15 gramos de semillas durante una semana es excelente para la eliminación de los parásitos intestinales.
Refuerzan las defensas por su contenido en zinc, por lo que están especialmente indicadas para personas mayores. El zinc también ayuda en la división celular, el sueño, el estado de ánimo, la regulación de la insulina y la función sexual masculina.
La hipertrofia benigna de la próstata se debe a un alargamiento de la glándula de la próstata. Esta condición afecta a infinidad de hombres después de los 50 años de edad.
Una de las causas es que la testosterona sobre estimula las células de la próstata y las multiplica. Los componentes del aceite de semillas de calabaza aparentemente interrumpen esta multiplicación de células, aunque todavía no se ha descubierto cómo se logra.
Se recomienda el consumo moderado de semillas en general debido a que tienen una alta densidad energética, es decir, son altas en calorías en poco volumen, lo que puede llevar a un exceso calórico.
Una porción de 25 gramos (un puño) contiene alrededor de 135 calorías.
La recomendación ideal de semillas diarias sería como 10-20 gramos, es decir, unas 2-3 cucharaditas.
Además de las semillas puede usarse la harina de semilla de calabaza, así como su aceite prensado, pues recientes investigaciones científicas han revelado que ambas presentaciones son altamente nutritivas y mejoran problemas como el crecimiento de la próstata o los síntomas del climaterio.
El aceite de semilla de calabaza, por ejemplo, es un similar de la indometacina, así que alivia los estados artríticos y reumatoides crónicos. La indometacina es un medicamento antiinflamatorio no esteroideo.
Las semillas de la calabaza contienen los mismos beneficios del aceite de semillas de calabaza, pero no se sabe qué cantidad es necesario comer para equiparar el
efecto.
También son benéficas en el tratamiento de gastritis y úlceras, así como para la salud de la próstata y el sistema urinario.
Estas semillas poseen niveles lipídicos (grasas) por encima del 30 por ciento con ácidos grasos omega-3, omega-6 y omega-9, importantes reductores del colesterol total, colesterol LDL y triacilglicéridos.
Fuentes: Departamento de Agricultura de Carolina del Norte, Dr. Josean Alija y El poder del consumidor.
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