Tengo dolor abdominal, fiebre y además diarrea… ¿Qué es?
Un paciente había llegado con diarrea y un intenso dolor de estómago. Era alto y fuerte, sudaba y no dejaba de tocarse el vientre.
Un paciente, Daniel, había llegado la víspera con diarrea y un intenso dolor de estómago. “Era alto y fuerte, pero estaba sudoroso y pálido, y no dejaba de tocarse el vientre”, recuerda la internista. “Se veía muy enfermo”.
La novia de Daniel temía que fuera una intoxicación por alimentos; dos noches antes habían cenado en una ostrería, y los síntomas habían aparecido poco después. Daniel tenía una fiebre de 40 ºC, y un análisis de sangre reveló un bajo nivel de plaquetas y deterioro de la función renal. “Esos resultados no habrían sido normales si se tratara de una simple gastroenteritis”, señala McDonald. “La escasez de plaquetas puede ser señal de una infección más grave”.
La médica fue a buscar una cama con monitor cardiaco en una sala del hospital para casos más delicados. Estaba hablando con una enfermera cuando de pronto se apareció la novia de Daniel. “Me dijo: ‘Creo que debe venir ahora mismo’”, refiere la doctora. “Corrimos de vuelta a urgencias”. Daniel apenas respiraba y tenía los labios azulados.
Voy a trasladar a un paciente allí. Debe haber una cama lista cuando lleguemos porque se está muriendo.
McDonald conectó al paciente a un respirador, pero no mejoró. Una radiografía de tórax mostró que los pulmones de Daniel estaban llenos de agua. Cuenta la doctora: “Llamé al Centro de Salud de la Universidad McGill y dije: ‘Voy a trasladar a un paciente allí. Debe haber una cama lista cuando lleguemos porque se está muriendo’”.
McDonald se fue con Daniel en la ambulancia. El trayecto duró 20 minutos. “Para entonces, su nivel de oxigenación era peligrosamente bajo, lo que imponía un enorme esfuerzo al corazón”, dice la médica.
El personal de terapia intensiva pasó tres horas tratando de estabilizar a Daniel y de averiguar la causa del problema. Fue necesario utilizar un oxigenador de membrana extracorpórea, dispositivo que hace pasar la sangre del paciente por un módulo que elimina el dióxido de carbono y añade oxígeno.
Mientras tanto, una infectóloga estaba tratando de identificar los factores de riesgo a los que Daniel podría haber estado expuesto. La novia de éste mencionó que cuatro semanas antes habían alquilado una cabaña cerca de Calgary, Alberta.
La especialista le preguntó si habían visto ratones, y la novia contestó que sí. Entonces la médica mandó analizar una muestra de sangre de Daniel para saber si estaba infectada con hantavirus, un microorganismo que ingresa al cuerpo cuando la persona respira aire contaminado.
El agente se aloja en la orina y las heces de los roedores. En Quebec los ratones no son portadores de ese virus patógeno, pero en Alberta sí.
No hay cura para la infección con hantavirus. La único que se puede hacer es tratar de preservar la función respiratoria por medios externos.
“Algunas infecciones están confinadas a ciertas regiones geográficas, como el paludismo que transmiten los mosquitos africanos”, explica McDonald.
El periodo de incubación dura entre una y cuatro semanas. Esto coincidía con el viaje de Daniel, y los síntomas parecidos a los de la gripe y los problemas respiratorios que tenía son propios de la enfermedad. Cuando una persona inhala el hantavirus, éste invade los vasos capilares de los pulmones y hace que exuden sangre. Con el tiempo, los pulmones se llenan de líquido y resulta imposible respirar.
“No hay cura para la infección con hantavirus. La único que se puede hacer es tratar de preservar la función respiratoria por medios externos”, dice McDonald. El virus mata al menos a tres de cada siete personas infectadas. Por suerte, Daniel fue conectado justo a tiempo al oxigenador extracorporal. Cuatro días después, su corazón y pulmones empezaron a trabajar solos otra vez.
A las tres semanas dieron de alta a Daniel, y un día más tarde llegaron al hospital los resultados del laboratorio: positivos para hantavirus. “Como es una prueba poco común, lleva tiempo realizarla, así que no pudimos confirmar que Daniel tenía la infección hasta que se marchó a casa”, recuerda McDonald.
Aunque Daniel permaneció cinco días recibiendo soporte vital, salió del durísimo trance sin haber sufrido daños neurológicos.
En la actualidad el bombero está completamente recuperado y sigue apagando incendios.