Los niños estadounidenses parecen tener cada minuto del día lleno de clases y actividades; incluso los horarios de juego están programados. Los daneses, por otro lado, siguen una filosofía llamada “desarrollo proximal”, que básicamente establece que los niños necesitan espacio para aprender y crecer (con un poco de ayuda, si es necesario).
Se deja que los niños persigan sus propios intereses, lo que les permite probar cosas nuevas y construir su propia confianza en sí mismos. Aunque los padres están presentes y disponibles, no tienen el control ni están en medio de las actividades.
Ten en cuenta que los daneses inventaron Legos, un juguete en el que el objetivo es el juego libre y creativo.
Quienes ven películas danesas o libros daneses se darán cuenta bastante rápido de que parecen un poco optimistas y no ofrecen finales felices al estilo de Hollywood.
Por ejemplo, en la versión original de La Sirenita, el escritor Hans Christian Andersen no dejó que su heroína consiguiera al príncipe; en la película de Disney, Ariel no solo se casa con el príncipe Eric, sino que también puede seguir siendo humana para siempre.
Los daneses poseen una visión realista de la vida y la comparten con sus hijos. Esto se puede ver en cómo elogian a sus hijos: creen en elogiarlos por la razón correcta de la manera correcta.
Los padres daneses elogiarán a un niño por su arduo trabajo para aprender a conquistar una tarea, en lugar de elogiarlos por la inteligencia inherente que les permitió hacerlo. Este enfoque enseña a los niños que pueden aprender a hacer cualquier cosa, en lugar de poseer solo las capacidades con las que nacieron y ser incapaces de mejorar.
A los daneses les gusta tomar situaciones, especialmente estresantes o desagradables, y tratar de reformular su percepción de ellas. Por ejemplo, si el clima es miserablemente frío y tormentoso, un danés podría decir que al menos se alegra de no estar de vacaciones.
Los daneses creen que todo está en cómo ves las cosas, por lo que tratan de usar un lenguaje con los niños que no los limite ni a ellos ni a sus circunstancias. Los padres se esfuerzan por encontrar el lado positivo de las cosas, y empiezan por sí mismos.
Así que si tus propios pensamientos expresados son negativos: “No puedo perder peso”, “No soy un buen escritor”, etc., estás dando el ejemplo a tus hijos de que hay límites preexistentes, en lugar de que todo sea posible.
Sin duda, la empatía hace del mundo un lugar mejor. En el sistema escolar danés, hay un programa obligatorio llamado Step by Step. A los niños se les muestran imágenes de otros niños que muestran diferentes emociones, como miedo, ira y felicidad, y se les pide que pongan en palabras lo que la otra persona está sintiendo.
Esto ayuda a enseñar empatía a los niños, así como a leer las expresiones faciales. Los padres daneses continúan este proceso ayudando a sus hijos a aprender a ponerse en la piel de otros para que puedan entender mejor sus relaciones con sus amigos y familiares.
Los padres daneses son firmes pero también receptivos, estableciendo altos estándares para sus hijos pero los apoyan. No esperan obediencia total, pero sí esperan un comportamiento adecuadamente maduro de sus hijos.
En las familias danesas, el respeto va en ambos sentidos. Por encima de todo, los adultos deben recordar ser amables y pacientes incluso cuando sus hijos están pasando por fases obstinadas.
Los daneses tienen la inusual palabra hygge (pronunciado hooga) en su idioma; literalmente significa “acogerse juntos”. Las familias juegan juntas, se toman un descanso para tomar el té, disfrutan de buenas comidas y, en general, pasan tiempo disfrutando de la compañía de los demás.
En otros países, por otro lado, parecen tener un límite en la cantidad de vínculos familiares que pueden tomar sin un descanso. ¿Cómo llevárselo a tu familia? Piensa en “nosotros” sobre “yo”; encuentra actividades en las que todos puedan participar; juega juegos no electrónicos; canta canciones o toca música, y celebra la unión cotidiana.
Ten en cuenta que esto va más allá del tiempo de padres e hijos: cuantos más amigos tengan y más disfrutes tu familia extendida, más felices serán todos.
Cada año, desde 1973, la Organización Internacional de Cooperación y Desarrollo Económicos ha votado a Dinamarca como la que tiene las personas más felices del mundo.
¿Por qué? La respuesta radica en gran medida en cómo se cría a su gente: ser adultos resilientes, emocionalmente seguros y contentos.
Tomado de rd.com 6 Parenting Lessons from Denmark, the Happiest Country in the World
Descubre por qué no debes quedarte sentado más de lo necesario.
La salud neurológica es una preocupación creciente en todo el mundo, con un notable aumento…
El sueño es un proceso biológico fundamental para la salud física y mental. Cuando este…
Aunque puede ser difícil de describir, este síntoma suele ser la señal de que algo…
Un microbioma intestinal saludable podría ayudar a las personas con EII, pero ¿deberían los probióticos…
Aprende consejos prácticos y encuentra 15 ideas fáciles para mantenerte en el camino hacia una…
Esta web usa cookies.