4 hábitos para proteger tu cerebro del Alzheimer
El doctor Alois Alzheimer llegó a un hospital de Francfort, Alemania, a examinar a una paciente de 51 años, y tomó nota textual de la conversación.
—¿Cómo se llama? —le preguntó.
—Auguste —respondió ella.
—¿Cómo se apellida?
—Auguste —repitió la mujer.
—¿Cómo se llama su esposo?
—Auguste… —volvió a decir la paciente, confundida—. Creo.
Mientras la mujer almorzaba carne de cerdo con coliflor, el médico le preguntó qué comía.
—Espinacas —contestó Auguste.
—¿Qué está usted haciendo?
—Papas.
Por entonces, en el año de 1901, los médicos no habían descrito la enfermedad que padecía Auguste.
Cuando murió, cinco años después, Alzheimer diseccionó su cerebro y lo examinó al microscopio. Observó que las células estaban infiltradas por marañas de fibras gruesas que aplastaban su interior, y deformadas por placas lisas que llenaban los espacios intercelulares.
Alzheimer llegó a la conclusión de que Auguste había sufrido “una grave enfermedad de la corteza cerebral”.
Otros médicos empezaron a diagnosticársela a pacientes que mostraban síntomas parecidos, y terminó por llamarse como el médico que la describió por primera vez: enfermedad o mal de Alzheimer.
Las pruebas son muy claras: quienes hacen lo siguiente con regularidad corren menos riesgo de presentar deterioro cognitivo.
Evitar el aislamiento mantiene joven el cerebro, reveló un estudio del Centro Rush de Alzheimer en Chicago.
Los adultos mayores que solían pasar el tiempo acompañados (en clubes de lectura o juegos de cartas, comidas con amigos o visitas a familiares) mostraron un ritmo de deterioro cognitivo 70 por ciento menor en un lapso de 12 años que otros menos sociables.
Haz amistades, a cualquier edad. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Chicago, entablar relaciones de amistad es más fácil de lo que muchos creemos.
Cuando los participantes iniciaban conversaciones con desconocidos mientras estaban sentados junto a ellos en el transporte público, se sentían mejor que si viajaban aislados.
Organiza cenas en casa. Decidir a quiénes invitar, qué ofrecer y cómo sentar a los invitados obliga a tu cerebro a tomar decisiones sociales complejas.
Ocuparse de que la comida esté lista al llegar los invitados requiere planeación estratégica, una aptitud de alto nivel.
No hay una dieta, alimento ni complemento que sea óptimo para la salud cerebral, pero las dietas de diversas regiones del mundo que protegen este órgano tienen algo en común: son abundantes en vegetales y reducidas en alimentos muy procesados.
Por ejemplo, una dieta ideada en el Centro Médico de la Universidad Rush, en Chicago, disminuyó el riesgo de contraer Alzheimer hasta en 53 por ciento durante casi cinco años.
La dieta consta de 10 alimentos saludables para el cerebro (verduras, sobre todo de hoja verde, frutos secos, bayas, frijoles, cereales enteros, pescado, aves, aceite de oliva y vino) y limita mucho las carnes rojas, la mantequilla, la margarina, los quesos, los dulces, los alimentos fritos y la comida rápida.
Comienza las comidas con verduras. En un estudio de 3,718 personas de 65 años en adelante, las que comían más de cuatro porciones de verduras al día tenían un ritmo de deterioro cognitivo 40 por ciento menor que las que comían menos de una porción al día.
Ponle sabor a la comida. Cocinar con especias y hierbas de olor permite reducir el uso de mantequilla, aceite y sal. El curry y la cúrcuma contienen el antioxidante curcumina, que, de acuerdo con diversos estudios, reduce el riesgo de Alzheimer (así como de cáncer, artritis y depresión). Espolvoréalos en huevos revueltos, verduras asadas y arroz.
Si no retas a tu cerebro a aprender todo el tiempo cosas nuevas (como ayudar a los niños con la tarea escolar o ensamblar un mueble armable), se vuelve perezoso.
En un estudio, adultos mayores que solían realizar actividades de recreo estimulantes fueron menos propensos a presentar demencia senil al cabo de 21 años que otros que lo hacían con menor frecuencia.
Leer, participar en juegos de mesa, tocar instrumentos musicales y armar rompecabezas varias veces por semana parece estimular la formación de neuronas y de conexiones entre ellas.
Incluso los portadores de cierto gen asociado con el Alzheimer lograron retrasar la aparición de la enfermedad por casi 10 años enfrascándose en actividades intelectualmente estimulantes durante toda su vida.
Los taxistas londinenses ilustran la eficacia de la gimnasia mental: para pasar las pruebas de conducción, deben memorizar más de 320 rutas posibles, así como la ubicación y el nombre de 25,000 calles y 20,000 puntos de referencia.
Dos importantes estudios revelan que esos taxistas tienen una parte del hipocampo (región cerebral que ayuda a procesar los recuerdos) más grande que los no taxistas e incluso que los choferes de autobús, quienes sólo deben memorizar unas cuantas rutas posibles.
Lee para saber. La lectura te llena de conocimientos, y puede acrecentar lo que algunos estudiosos del cerebro llaman reserva cognitiva, la cual aminora los efectos de la demencia senil.
Los expertos suponen que, al iniciarse el deterioro cognitivo, esta reserva permite perder recuerdos sin que se afecte seriamente la vida cotidiana (supongamos que olvidas la palabra refunfuñón; una buena reserva cognitiva te permitirá recordar gruñón o rezongón).
Lee de todos los géneros y sobre temas que no conozcas. Toma apuntes o subraya los pasajes que te interesen para recordarlos mejor.
Aprende a dibujar, pintar o modelar. Los adultos mayores que incursionaron en alguna de estas formas de arte fueron 73 por ciento menos propensos a presentar un deterioro cognitivo leve al cabo de cuatro años que otros que no lo hicieron, revela un reciente estudio de la Clínica Mayo. Estas actividades estimulan la atención.
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Si una medicina protegiera las neuronas existentes y promoviera la formación de nuevas, querrías saber más de ella, ¿o no? Esa medicina existe, y para conseguirla no necesitas receta.
La actividad física es el preventivo del Alzheimer más eficaz, indican los estudios. En uno llevado a cabo por la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, personas que se ejercitaban al menos tres veces por semana durante un mínimo de 15 a 30 minutos fueron menos propensas al Alzheimer, aunque tuvieran antecedentes familiares de la enfermedad.
Anda 1.5 kilómetros al día. Un simple paseo a pie como el que podrías dar con tu perro en la mañana o con tu pareja después de cenar tiene potentes efectos en el cerebro.
Un estudio de la Universidad de Pittsburgh reveló que quienes caminaban entre 10 y 15 kilómetros a la semana tenían más sustancia gris en el cerebro al medírsela nueve años después que quienes andaban menos.
Baila mucho. Un estudio realizado por el Colegio de Medicina Albert Einstein de la Ciudad de Nueva York revela que el baile disminuye el riesgo de demencia senil más que cualquier otra actividad física y más que resolver crucigramas.
Bailar en grupo o en pareja estrecha los lazos sociales, y aprender pasos mejora la capacidad intelectual.
La historia de Auguste Deter es perturbadora. Quisiéramos que el mal de Alzheimer no se hubiera descubierto, pero tan sólo en Estados Unidos lo padecen hoy 5.3 millones de personas, y se espera que la cifra casi se triplique antes de 2050.
El Alzheimer es una enfermedad degenerativa y progresiva en la que las neuronas se deterioran y producen trastornos de la memoria, el pensamiento y el lenguaje, así como cambios en el comportamiento.
Las placas y las marañas de fibras en el cerebro son las marcas distintivas. Aunque hay nuevas técnicas tomográficas que permiten verlas, son costosas y están poco generalizadas.
En la mayoría de los casos los médicos diagnostican el Alzheimer en función de los síntomas, una vez declarada la demencia senil.
Llevo 25 años investigando el Alzheimer, primero en la Facultad de Medicina de la Universidad Harvard y luego en la Universidad de California en Santa Bárbara.
Como neurólogo he tratado casos diagnosticados y a pacientes en riesgo de contraerlo. He presenciado el desarrollo de fascinantes líneas de investigación.
Aunque los estudios nos han decepcionado muchas veces en cuanto al hallazgo de un fármaco u otro tratamiento, un creciente cuerpo de investigación muestra que el estilo de vida puede reducir marcadamente el riesgo de padecer Alzheimer.
Entre los resultados más notables está uno de la primavera pasada, obtenido por investigadores suecos y finlandeses que siguieron durante varios años a más de 1,000 personas de entre 60 y 77 años que tenían alto riesgo de contraer Alzheimer.
Las que adoptaron una alimentación nutritiva, ejercicio constante y actividades intelectuales tuvieron un desempeño al menos 25 por ciento mejor en pruebas de memoria, razonamiento y solución de problemas que las que no cambiaron sus hábitos.
Este resultado bastó para retrasar dos años el diagnóstico de demencia senil y reducir en 25 por ciento la incidencia de la enfermedad. Si los cambios se hubieran iniciado antes, los efectos quizá habrían sido aún más espectaculares.
¿Haces alguna de estas actividades para mantener tu mente saludable?