Edulcorantes artificiales: ¿mejores o peores alternativas al azúcar?
Los productos “light” llegaron para quedarse; entre éstos, los productos libres de azúcar que sustituyen a la sacarosa (azúcar común) por edulcorantes artificiales.
Los productos “light” llegaron para quedarse; entre éstos, los productos libres de azúcar que sustituyen a la sacarosa (azúcar común) por edulcorantes artificiales o por ciertos tipos de azúcares modificados menos calóricos que el azúcar. Sin embargo, es importante que hagamos una elección inteligente al momento de comprar o consumir estos productos con el fin de evitar problemas de salud en el futuro.
Entre los sustitutos del azúcar (sacarosa) no calóricos o que aportan un mínimo de calorías (kilocalorías) se encuentran la sacarina, el aspartame, la sucralosa, la stevia, el acelsufame K, el xilitol, el sorbitol, entre otros. La sacarina tiene un poder endulzante de 300 veces más que el azúcar sin aportar una sola caloría, pero su resabio amargo o metálico la ha llevado al desuso.
El aspartame (Canderel clásico) endulza 200 veces más que el azúcar y aporta 3 ó 4 calorías por cada gramo. La sucralosa (Splenda) posee un poder endulzante de 450-650 veces más que el azúcar y no aporta calorías. La stevia endulza 300 veces más que el azúcar y tampoco aporta calorías.
En conjunto, los edulcorantes artificiales o sintéticos fueron desarrollados con el fin de contribuir a una menor ingestión de calorías derivadas de los alimentos y, por ende, ayudar a disminuir la pandemia de la obesidad y las enfermedades que de ésta derivan (diabetes, hipertensión, embolia cerebral, etc.), sin embargo, tal parece que el riesgo de padecer tales enfermedades relacionado con el consumo de alimentos endulzados con estos compuestos es igual o incluso más alto que el riesgo derivado de consumir alimentos y bebidas que contienen azúcar.
La evidencia científica ha ido en aumento y recientemente se ha puesto en tela de juicio la utilidad real de los edulcorantes artificiales, ya que los estudios en animales y en humanos han demostrado los efectos deletéreos que ejercen en la salud. Tales efectos se pueden agrupar en cuatro tipos, principalmente: efectos sobre la microbiota intestinal (conocida como “flora intestinal”, efectos sobre el eje intestino-cerebro, efectos sobre el metabolismo de la glucosa y efectos en el consumo energético y obesidad. Por ahora, sólo comentaré el efecto sobre la microbiota intestinal y el consumo energético y obesidad.
En el intestino grueso (colon) los humanos alojamos miles de millones de bacterias que ejercen cientos de funciones; entre ellas, el equilibrio metabólico. El tipo de alimentación que llevamos es determinante para tener o no un equilibrio entre las bacterias “buenas” y las bacterias “malas” en el colon. Está demostrado que la alteración de la microbiota intestinal que favorece el crecimiento de las bacterias intestinales “malas”, estado denominado disbiosis, induce estados de enfermedad.
Estudios en humanos indican que el consumo crónico de sacarina, sucralosa o aspartame conduce a disbiosis y ésta puede condicionar intolerancia a la glucosa, y ésta se vincula a diabetes.
Asimismo, numerosos estudios a gran escala en humanos han evidenciado un incremento en el índice de masa corporal -lo cual denota sobrepeso u obesidad- relacionado al consumo regular de edulcorantes artificiales; algunos de estos estudios se realizaron con mujeres embarazadas que sustituían refrescos o bebidas azucaradas por bebidas “light”.
Una posible explicación es que a pesar de ingerir menos calorías a través de estas bebidas, existe una compensación en el contenido calórico mediante el consumo total de alimentos por día; sin embargo, estudios en animales han demostrado ganancia de peso y mayor adiposidad vinculadas al consumo de sacarina o aspartame a pesar de una ingestión calórica total normal. Son muchos los mecanismos propuestos que explicarían porqué los edulcorante artificiales inducen un desequilibrio metabólico que conduce a sobrepeso u obesidad, y entre ellos también se plantea la disrupción de la microbiota intestinal.
Entonces, ¿conviene o no sustituir el azúcar por estos endulzantes no calóricos? Existe una gran controversia al respecto en la comunidad científica y, también, como sucede en otras industrias, hay muchos intereses de por medio que obstaculizan la realización de estudios que puedan demostrar y concluir sin lugar a dudas los riesgos identificados.
Mi opinión como profesional de la salud y como experta en nutrición es limitar al máximo el uso de los edulcorantes artificiales o, incluso, evitarlos, y utilizar el azúcar de manera moderada, aun en el caso de personas con sobrepeso o con diabetes.
Dra. Ilian Arsof, UNAM, Médico y Maestra en Nutrición Clínica