Comer directamente de recipientes plásticos —ya sea comida fría o caliente— podría estar impactando más allá del cuerpo. De acuerdo con el Global Mind Project 2025, elaborado por la organización Sapien Labs, existe una relación entre el consumo habitual de alimentos o bebidas en envases plásticos y una disminución del bienestar psicológico.
El reporte, titulado Rapid Report 2025: Plastics and Mind Health, analizó los datos de más de 270,000 personas en 130 países, y encontró una tendencia clara: a mayor frecuencia en el uso de recipientes plásticos, menor puntaje de salud mental.
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México confirma la tendencia
En nuestro país, los resultados son similares.
Las personas que dijeron nunca comer en plástico registraron un promedio de 90,4 puntos en el índice de salud mental (MHQ), considerado alto.
Entre quienes lo hacen varias veces por semana, el puntaje cayó a 75,1 puntos, y en quienes usan envases plásticos a diario, bajó hasta 60,2 puntos, una diferencia significativa.
Incluso en personas con dietas saludables, el uso frecuente de plástico se asoció con mayor fatiga mental, menor motivación y dificultades cognitivas.
Lo que podría estar ocurriendo en el cerebro
Los investigadores de Sapien Labs explican que el hallazgo coincide con otros estudios que han detectado microplásticos en el cerebro humano. Lo que sugiere que estas partículas podrían interferir en los procesos celulares.
Aunque el mecanismo exacto aún se desconoce, los efectos parecen difusos y generalizados, afectando áreas como la resiliencia emocional, la claridad cognitiva, el estado de ánimo y la capacidad de conexión social.
“Aproximadamente la mitad de la población mundial consume alimentos calientes en recipientes plásticos cada semana, una frecuencia suficiente para generar preocupación sobre su impacto en la salud mental”, advirtió Tara Thiagarajan, Ph.D., fundadora y científica en jefe de Sapien Labs.
Calentar comida en plástico: un riesgo evitable
El riesgo aumenta al calentar alimentos en recipientes plásticos, pues el calor favorece la liberación de microplásticos y aditivos químicos que pueden migrar hacia la comida.
Según el informe, el 32 % de las personas que calientan su comida en plástico todos los días presentan síntomas de deterioro mental, frente al 23 % de quienes casi nunca lo hacen.
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Recomendaciones de los expertos
Aunque la investigación es reciente, los especialistas coinciden en que reducir el uso de plástico en la cocina y la alimentación diaria es una medida preventiva razonable.
El informe sugiere:
- Evitar calentar comida en recipientes plásticos, incluso en microondas.
- Reemplazar envases desechables por materiales más seguros, como vidrio o acero inoxidable.
- Priorizar botellas y utensilios reutilizables sin BPA.
- No reutilizar envases plásticos diseñados para un solo uso.
Reducir el contacto de los alimentos con el plástico no solo beneficia al planeta: también podría ser una forma de proteger la mente y el bienestar emocional.
Un llamado global a repensar el plástico
Aunque aún se requiere más investigación. El Global Mind Project representa el primer esfuerzo a escala mundial para evaluar cómo el plástico podría estar influyendo en la salud mental.
Sus resultados abren la puerta a una nueva línea de estudio sobre el impacto invisible de los microplásticos en el cerebro humano. Un tema que podría redefinir la relación entre el medio ambiente, la alimentación y la mente.