El águila real, un ícono de fuerza y poder, no solo es el símbolo más representativo del escudo nacional de México, sino también un reflejo de su rica biodiversidad. Sin embargo, esta majestuosa ave se encuentra en un estado crítico de conservación, con una población alarmantemente baja que la ha colocado al borde de la extinción. Un experto revela el sombrío panorama de una especie sagrada que hoy necesita de acciones urgentes.
Aquí te explicamos por qué el Águila real en México está en peligro, cuáles son las amenazas que enfrenta y qué propuestas existen para proteger a este valioso emblema de nuestra cultura e identidad.
Un símbolo en declive: el estado actual del Águila real
El biólogo Luis Felipe Lozano Román, coordinador para México del Grupo Internacional para la Conservación del Águila Real, ha confirmado el crítico estatus de la especie. Aunque la Norma Oficial Mexicana (NOM-059-Semarnat-2010) la clasifica como “amenazada”, el experto asegura que por su situación actual, debería estar en peligro de extinción.
Según los registros de este 2025, solo se contabilizan 184 parejas reproductivas en 20 estados del país. Este número representa menos del 10% de las 1,000 a 2,000 parejas que, según cálculos de los expertos, deberían existir para considerar una población estable. A modo de comparación, Lozano Román recuerda que, cuando Estados Unidos declaró a su águila calva en peligro, contaban con más de 400 parejas, cifra que hoy supera las 10,000 gracias a un plan de conservación a largo plazo.
Principales amenazas a su supervivencia
Las amenazas que enfrenta el Águila real en México son múltiples y complejas:
- Saqueo de nidos y tráfico ilegal: La extracción de ejemplares jóvenes para su venta y tráfico.
- Perturbación de hábitat: El turismo no regulado, la construcción de parques eólicos y la minería masiva destruyen sus zonas de anidación.
- Peligros directos: La electrocución en torres de alta tensión, la cacería y el envenenamiento (directo o secundario, al consumir animales envenenados) representan un alto riesgo.
Con una tasa reproductiva muy baja (solo una o dos crías por año), cada pérdida de un ejemplar tiene un impacto devastador en la supervivencia de la especie.
El camino hacia la conservación: propuestas para su protección
Para revertir esta situación, el especialista propone un plan de acción integral que va más allá de las medidas actuales:
- Crear una oficina especial del gobierno: Una entidad federal dedicada exclusivamente a la protección del Águila real, que involucre tanto a la Secretaría de Medio Ambiente (SEMARNAT) como a la Secretaría de Gobernación (SEGOB).
- Plan de conservación activo: Implementar proyectos de monitoreo constante (telemetría, anillamiento), identificar y mitigar las amenazas, y proteger el hábitat de manera efectiva.
- Rehabilitación en su hábitat: Promover que los ejemplares rescatados sean rehabilitados en su entorno natural en lugar de en zoológicos o centros de conservación.
El experto enfatiza que los esfuerzos de protección deben involucrar a los dueños de los terrenos donde habitan las águilas, dándoles el apoyo necesario para que se sumen a las acciones de conservación.
Símbolo nacional, pero sin protección oficial
A pesar de su indiscutible presencia en el escudo nacional, el Águila real en México no está oficialmente nombrada como el ave nacional en la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales. Esta omisión, según el biólogo, crea una paradoja legal que dificulta su protección.
Es por ello que destaca la necesidad de un decreto del Congreso de la Unión que nombre oficialmente a la subespecie Aquila chrysaetos como el ave nacional de México. Hacerlo, sería un paso crucial para asegurar que su protección sea tan importante como el símbolo que representa.
Conclusión
El Águila real en México se enfrenta a una dura batalla por la supervivencia. Con una población crítica y amenazas crecientes, su futuro es incierto. Proteger a este ícono no es solo un deber ecológico, sino un acto de compromiso con nuestra propia identidad nacional y legado cultural. La ciencia ha dado la voz de alarma. Ahora, la sociedad y el gobierno deben unirse para asegurar que este majestuoso animal no solo siga adornando nuestro escudo, sino también nuestros cielos.