Los expertos no se equivocaron: las olas de calor azotan con mayor frecuencia y mayor intensidad a medida que el planeta se calienta. Lo preocupante es que este futuro abrasador ha llegado antes de lo que los investigadores más pesimistas auguraban. El aumento de las temperaturas extremas se ha hecho patente en todo el mundo.
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Ante la escalada del calentamiento global, los científicos del clima insisten en la necesidad urgente de reducir las emisiones de carbono. A la par, es crucial fortalecer la capacidad de las personas para adaptarse a las temperaturas extremas, consideradas un factor de riesgo importante para las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad asociada.
El calor intenso no solo puede provocar insolación. Sino que también incrementa el riesgo de sufrir un derrame cerebral, un ataque cardíaco y otros problemas cardiovasculares. De hecho, las investigaciones sugieren que las muertes por enfermedades cardiovasculares pueden duplicarse o triplicarse durante las olas de calor.
Un estudio en China encontró que el riesgo de ataque cardíaco mortal en adultos mayores, aumenta hasta un 74% durante olas de calor con alta contaminación del aire.
Los investigadores calcularon que hasta el 2.8% de las muertes por ataques cardíacos pueden atribuirse a la combinación de temperaturas extremas y altos niveles de contaminación por partículas finas, que proviene de fuentes como fábricas, automóviles, camiones e incendios forestales.
Las investigaciones demuestran que las temperaturas extremas, ya sean frías o calientes, pueden aumentar el riesgo de ictus. Además, en la Conferencia Internacional sobre Accidentes Cerebrovasculares 2020 de la Asociación Americana de Accidentes Cerebrovasculares.
Un científico presentó un estudio en el que planteaba que los picos de temperatura podrían afectar a la gravedad de los accidentes cerebrovasculares. Se descubrió que un aumento de 9 grados en la temperatura media durante un periodo de 3 días provocaba un aumento del 67% en la probabilidad de sufrir un derrame cerebral.
La conclusión, dice Rajagopalan, es ser consciente del riesgo para poder minimizarlo. “Muchas personas no reconocen que esto podría poner en peligro la vida”, dice.
Los signos de agotamiento por calor incluyen sudor intenso, piel fría y pegajosa y debilidad, entre otros. Los síntomas de la insolación incluyen piel roja, caliente y seca (sin sudoración); un pulso rápido y fuerte; confusión, mareos y náuseas; y un dolor de cabeza punzante.
Con información AARP y Medscape