De acuerdo con un análisis internacional el vivir o pasar tiempo en entornos con vegetación no sólo mejora el bienestar emocional, sino que también podría reducir el riesgo de hospitalizaciones por trastornos mentales.
Estas conclusiones vienen del análisis de datos de siete países durante dos décadas de la Universidad de Monash, Australia, mismo que fue publicado en The BMJ, cuyos resultados sugieren que el efecto protector aumenta con una mayor exposición a espacios verdes, sin un umbral claro. Una evidencia que puede servir de base para las políticas para proteger la salud mental.
El bienestar mental es un reto global, estimándose que mil cien millones de personas padecían trastornos mentales en 2021, lo que contribuyó al 14% de la carga mundial de morbilidad, con los costes económicos y sociales que van asociados.
Señalar que cada vez hay más pruebas que sugieren que la exposición a espacios verdes podrían reducir el riesgo de trastornos mentales, pero la mayoría de los estudios anteriores se limitan a países individuales, exposiciones a corto plazo o resultados específicos en materia de salud mental.
Para abordar estas deficiencias, los investigadores analizaron 11.4 millones de ingresos hospitalarios por trastornos mentales procedentes de 6,842 centros en siete países: Australia, Brasil, Canadá, Chile, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Tailandia, entre los años 2000 y 2019.
Se incluían trastornos mentales de cualquier causa y seis categorías específicas: trastornos psicóticos, trastornos por el consumo de sustancias, trastornos del estado de ánimo, trastornos del comportamiento, demencia y ansiedad.
Los resultados sugieren de un efecto protector que aumenta con una mayor exposición a espacios verdes. | Foto: Pexels.
En cuanto al “verdor” este se midió mediante el índice de vegetación de diferencia normalizada. Teniéndose en cuenta factores como los niveles de población, las condiciones climáticas, los contaminantes del aire, indicadores socioeconómicos y la estacionalidad, y los modelos se estratificaron por sexo, edad, urbanización y estación del año.
Los resultados mostraron que la presencia de zonas verdes locales se asoció con una reducción del 7% de los ingresos hospitalarios por trastornos mentales de cualquier causa, con asociaciones más fuertes para los trastornos por consumos de sustancias, los trastornos psicóticos y la demencia (con un 9, 7 y 6 por ciento respectivamente).
Sin embargo, las asociaciones varían según el país y el trastorno; por ejemplo, Brasil, Chile y Tailandia mostraron asociaciones protectoras consistentes en la mayoría de los trastornos, mientras que en Australia y Canadá, la presencia de áreas verdes se asoció con un ligero aumento del riesgo de trastornos por todas las causas y de varios trastornos específicos.
En general las asociaciones protectoras fueron más fuertes en zonas urbanas, donde se estima que 7,712 ingresos hospitalarios anuales por trastornos mentales podrían haberse evitado mediante una mayor exposición a espacios verdes.
Análisis adicionales en áreas urbanas sugirieron que un aumento del 10% en la vegetación se asoció con una menor cantidad de ingresos hospitalarios por trastornos mentales.
¿Qué habrían de considerar los nuevos estudios al respecto?
Hay que señalar que el estudio es observacional, por lo que no se pueden extraer conclusiones definitivas sobre causalidad. Los mismos autores reconocen las incertidumbres propias del uso de datos de ingresos hospitalarios de múltiples países.
Asimismo, señalan que sus resultados sólo abarcan los trastornos graves que requieren hospitalización, por lo que subestiman la magnitud total de los problemas de salud mental.
No obstante, afirman que el estudio sugiere que una proporción o tasa considerable de ingresos hospitalarios por trastornos mentales puede estar asociada con la exposición a espacios verdes y podría reducirse potencialmente mediante reforestaciones en escenarios realistas.
En cuanto a las futuras investigaciones, deberían tener como objetivo explorar los efectos diferenciales de los distintos tipos de espacios verdes, como parques o bosques, en los resultados de salud mental y centrarse en evaluar la calidad y accesibilidad de dichos espacios, señalan los autores.