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El desierto que fue mar

Lo que ahora es el Pueblo Mágico de Viesca fue un océano que, al desaparecer, le regaló a México uno de sus más bellos parajes.

Un paréntesis demasiado alargado que pertenece a una dimensión aparte; una especie de embajada de otro mundo al que los seres vivos no pertenecemos; un extraño panteón en donde está enterrado el tiempo. Así describe el poeta y empresario Federico Sáenz Negrete a las dunas de Bilbao, uno de los rincones más hermosos y atractivos de la Comarca Lagunera.

Los montículos de blanquísimas arenas que lastiman la vista tienen formas caprichosas; los científicos dicen que son moldeados por la fuerza eólica; los lugareños aseguran que ahí abajo existe un pueblo habitado por gigantes, quienes por su mal comportamiento recibieron un castigo divino que los condenó a permanecer bajo tierra, así que cuando los altillos se mueven es porque los colosos, desesperados, luchan por salir de su encierro.

Viesca, el origen de La Laguna

Ubicado en el noreste del país, Coa-huila es el tercer estado más grande de México. Su territorio, en su mayor parte desértico, alberga sitios únicos como la primera vitivinícola de Latinoamérica; la zona paleontológica Rincón Colorado, que cuenta con restos de dinosaurios herbívoros llamados hadrosaurios, por lo que visitarla es como retroceder 72 millones de años en la historia de la Tierra, y Cuatro Ciénegas, un valle pequeño con pozas de agua, o bolsón, en las que viven los mismos tipos de microorganismos que habitaban el planeta hace miles de millones de años. Este valiosísimo ecosistema —conformado por más de 1,100 especies de plantas y flores, 77 de ellas únicas de la región— ha sido estudiado por investigadores de todo el orbe que buscan conocer más sobre la vida primitiva.

Durante el Virreinato, los españoles iniciaron la migración hacia la zona norte de México. Fue entonces que, en una zona de manantiales habitada por tlaxcaltecas, fundaron San José y Santiago del Álamo, apacible y sereno asentamiento que posteriormente se llamaría Villa de San José de Viesca y Bustamante, aunque hoy en día es mejor conocido como Viesca, sin más.

Por su plaza, trazada apenas dos días después de su fundación en 1731, caminan sin prisa sus habitantes: gente noble y trabajadora que lo que tiene se lo gana con esfuerzo, pues el desierto es hermoso, pero vivir en él supone una dificultad.

Sus calles están llenas de historias de todo tipo. Cerca del centro de la ciudad se localiza la cantina Paraíso Terrestre, en donde en alguna ocasión estuvo Emilio “el Indio” Fernández cuando visitó Coahuila en busca de escenarios para una de sus películas. El proyecto quedó interrumpido porque el cineasta mexicano mató a un campesino y tuvo que cumplir una condena en prisión. En Paraíso Terrestre —que tiene licencia para vender bebidas alcohólicas desde 1898— se puede tomar sotol, la célebre bebida del desierto.

En Viesca también se encuentra la Casa Juárez, inmueble donde, entre el 27 de agosto y el 4 de septiembre de 1864, se estableció el gobierno itinerante de Benito Juárez; un árbol longevo cuya sombra cobijó tanto a prisioneros como al cura Miguel Hidalgo y Costilla y a los hermanos Aldama, y la iglesia de Santa Ana de Hornos, el monumento histórico más antiguo de la Comarca Lagunera (construido por los jesuitas en el siglo XVIII), que, tras cuatro años de restauración, muestra una vez más la decoración original de su retablo, que estuvo oculta bajo varias capas de pintura.

La joya de Viesca

Tal como el desierto del Sahara fue una verde pradera con lagos hace millones de años, Viesca alguna vez fue una zona donde reposaban importantes cuerpos de agua. El ejido Villa de Bilbao, en el que hoy se erigen, orgullosas, esas singulares dunas de arena, en realidad no es el lecho seco de una laguna, sino el de un océano, el de Tetis, que desapareció hace eones.

Tiempo después, el sitio donde actualmente se asienta este Pueblo Mágico fue bañado por las lagunas —ya desecadas— de Viesca y de Mayrán; la primera fue alimentada por el río Aguanaval y la segunda, por el Nazas.

El suave oleaje fue lo que ocasionó el depósito de material mineral. Ese es el origen de las dunas de Bilbao, una árida extensión en la que se alzan montañas de arena de una discreta pero imponente belleza.

¡Están de película!

Entre esas blancas arenas es posible avistar a la Uma exsul, lagartija endémica y una de las ocho especies de saurios que allí habitan. Pese a los esfuerzos de sus habitantes —quienes de manera voluntaria y democrática acordaron donar miles de hectáreas de sus tierras de uso común como área para la conservación de los ecosistemas y su biodiversidad—, este reptil está catalogado como especie en peligro de extinción a causa de la invasión de su hábitat, así como por actividades humanas.

No solo los saurios son amos y señores de esos parajes; también existe flora muy particular como la llamada candelilla, una planta que el desierto mexicano ofrece al mundo. Este arbusto verde pálido, que puede medir desde 20 hasta 110 centímetros, es un producto muy apreciado en diferentes industrias, desde la electrónica hasta la cosmética, por sus características únicas de alta calidad para procesos de modelado, impermeabilización e incluso la fabricación de explosivos.

El desierto es generoso y se transforma en lo que el visitante desea: campo de entrenamiento para deportistas profesionales, lugar de paz para practicar la meditación, resbaladilla para descender montados sobre un costal, pasarela de una impresionante variedad de joyas de plata, área de acampar y hasta pista de ciclismo, sandboarding [deporte que consiste en deslizarse por la arena a bordo de una tabla] y para andar en cuatrimotos, actividad prohibida, pero que algunos operadores turísticos aún ofrecen.

“Esos vehículos destruyen las dunas que tardaron miles de años en formarse, así que debemos proteger esa belleza natural que no solo es de Viesca, sino de la humanidad”, comentó a Selecciones el rector de la Universidad Autónoma de Coahuila, Salvador Hernández Vélez, oriundo de Viesca e importante impulsor del desarrollo de la zona.

Por el inigualable color del cielo, los atardeceres, las noches estrelladas y su semejanza con sitios como el Sahara, las dunas de Bilbao han sido inmortalizadas en más de una docena de películas: en producciones estadounidenses de la década de los 60, en largometrajes protagonizados por los hermanos Almada en los 70 y en 2011, con la película mexicana Rescatando al soldado Pérez.

Otro tesoro se encuentra a unos cuantos metros de ahí, sobre la carretera: un huerto, de 31 hectáreas, de palmas datileras, fruto que se da en la región. “Se coloca en recipientes de acero inoxidable para deshidratarlo al rayo del Sol, así dura hasta un año”, explica Manuel de Jesús Lastra López, cronista municipal, quien además de contar historias locales y organizar expediciones turísticas es el orgulloso creador del pollo al dátil, fruto que, asegura, lo mantiene con gran vitalidad. “Tengo 69 años; lo consumo a diario y me llena de energía”, confiesa.

Si lo que deseas es degustar el dátil en licor, tamal, atole, pastel o empanada, el momento ideal es el mes de septiembre, cuando se organiza La Feria del Dátil, muestra de la exuberancia gastronómica lagunera que con platillos como el asado de puerco, las gorditas de frijoles arrieros, los chiles rellenos en salsa de ciruela, el mole en salsa de dátil y los tradicionales mamones —pan rectangular color escarlata de preparación artesanal antiquísima— ha cruzado fronteras gracias al sazón de las Cocineras Tradicionales de Viesca, grupo de mujeres que se dedica a enaltecer la gastronomía de la región.

De vergel y arena

El modista Pierre Cardin sorprendió al realizar el primer desfile de modas en un desierto. El honor fue para las dunas de Dunhuang, en el Gobi, en China. El 21 de marzo de 2019, tras la puesta del Sol, las dunas de Bilbao se convirtieron en el segundo desierto en albergar una pasarela (“Brillos del Desierto”) que mostró el poderío joyero de Coahuila, que ha sido uno de los centros productores de plata refinada más importantes en el mundo.

Esta memorable muestra fue el arranque de “Viesca, el Origen”, programa que tiene como misión el rescate del esplendor de este municipio que empezó a ser abandonado de manera paulatina por sus habitantes a raíz del agotamiento de sus manantiales allá por 1958. Hernández Vélez cuenta que Viesca ha experimentado un estancamiento económico que se ha extendido cinco décadas y ha obligado a sus paisanos a migrar.

La escasez de agua dio al traste con la agricultura. Por si fuera poco, el ferrocarril de Viesca a Saltillo fue suspendido en 1973, mientras que la línea que corría de Viesca a Torreón fue cancelada en 1992, año en el que también cerró la fábrica de sal. Lo anterior ocasionó que decenas de jefes de familia perdieran su empleo.

La denominación de Pueblo Mágico —que ostenta desde 2012— será aprovechada para detonar su potencial turístico. “Resurgiremos siempre”, reza el lema del escudo de armas de esta localidad y parece que así será, pues existe la voluntad de los tres niveles de gobierno, así que echarán toda la carne al asador. O, más bien, las plantas y el orégano.

Como todo buen desierto, Viesca posee xerófilas, ese tipo de flora increíble que crece en las condiciones más adversas. Para capitalizarlas se planea la creación de un jardín botánico. Eso no será todo: se buscará que esa biodiversidad sea investigada con el objetivo de hallarle usos medicinales e industriales que le brinden prosperidad a Viesca, que, en la actualidad, depende de la maquila, el campo y las remesas que envían sus migrantes.

Pero no solo las xerófilas, las arenas de Bilbao —que dicen son beneficiosas si se introduce el cuerpo en ellas a poca profundidad— y la plata sacarán la cara por Viesca; también lo hará un condimento aromático.

“El mejor orégano del planeta se cultiva en las regiones desérticas, ya que así desarrolla sus aceites, los cuales le dan su poderoso y mágico aroma como defensa frente a la sequía. Estamos investigando todas sus propiedades”, comenta Salvador Hernández Vélez, hombre del desierto y rector de la Universidad Autónoma de Coahuila, donde se llevó a cabo el Encuentro de Divulgación Científica Unidos por Viesca, iniciativa en la que se compartieron propuestas y trabajos de investigación cuyo propósito fue la promoción del desarrollo económico y social del municipio.

Viesca no puede recuperar sus manantiales, pero sí puede echar mano de los portentos desérticos que le heredó el mar de Tetis, maravillas difíciles de describir con palabras, de modo que solamente hay una forma de dimensionar el aplastante silencio y la magnificencia de ese lugar infinito: visitarlo.

Juan Carlos Ramirez

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