El diagnóstico de hepatitis C puede ser inquietante, pero existe tratamiento
Recibir el diagnóstico de hepatitis C puede ser alarmante porque esta infección presenta el riesgo de daño hepático y puede llevar a cáncer del hígado.
Recibir el diagnóstico de hepatitis C puede ser alarmante porque esta infección presenta el riesgo de daño hepático y, aunque sea raro, puede llevar a cáncer del hígado. Gracias a los recientes avances en el tratamiento, afortunadamente ahora hay medicamentos antivirales muy eficaces para tratar la hepatitis C.
En este momento del diagnóstico debes consultar a un médico especializado en enfermedades del hígado para que te ayude a decidir mejor cómo proceder respecto al cuidado de su salud, señala John Gross, gastroenterólogo de Mayo Clinic.
La hepatitis C es una infección viral que inflama el hígado y se disemina a través del contacto con sangre infectada por el virus. El mayor riesgo para contraer esta infección se ha visto relacionado con varios factores, como haber recibido una transfusión sanguínea o un órgano trasplantado antes de 1992, inyectarse drogas ilícitas y hacerse un tatuaje o una perforación corporal con equipo contaminado.
La mayoría de personas con hepatitis C tiene la infección por años, pero no presenta ningún síntoma porque el virus no los provoca hasta empezar a causar daños en el hígado. El daño hepático progresivo, sea de tipo fibrosis extensa o de induración del hígado (conocida como “cirrosis”), se presenta en alrededor del 25 por ciento de las personas con hepatitis C.
El riesgo de cirrosis en las personas infectadas por el virus de la hepatitis C es mayor entre los obesos y los bebedores de gran cantidad de alcohol, pero no se considera que consumir una bebida alcohólica de vez en cuando aumente significativamente el riesgo de cirrosis.
Las personas que llegan a la cirrosis como resultado de la hepatitis C tienen un riesgo anual de 2 a 3 por ciento de presentar un cáncer primario del hígado. Los que tienen menor grado de fibrosis hepática normalmente no corren más riesgo de tener cáncer del hígado.
No obstante y aunque no se presente un cáncer del hígado, cuando no se trata la hepatitis C, el daño hepático puede avanzar hasta el punto de ocasionar la pérdida de la función del hígado. Esto, en última instancia, lleva a un pequeño porcentaje de pacientes al trasplante de hígado.
La razón por la que se recomienda que todas las personas diagnosticadas con el virus reciban tratamiento es la dificultad de predecir quién sufrirá daños hepáticos graves por la hepatitis C. Los medicamentos antivirales que combaten la hepatitis C erradican eficazmente el virus y con solo tomar una sola pastilla diaria por 8 o 12 semanas, el paciente tiene una probabilidad 95 por ciento mayor de curarse definitivamente.
Despejar el virus de la hepatitis C del organismo detiene el avance de la fibrosis del hígado y, en la mayoría de los casos, conduce a la regresión de la fibrosis. Los efectos secundarios del medicamento son mínimos, en el eventual caso de que se presenten.
El siguiente paso que el paciente debe dar es hablar con su médico para que lo remita a un especialista en enfermedades del hígado. Ese profesional puede llevar a cabo un examen y recomendarle los análisis necesarios para evaluar la función hepática y valorar el grado de fibrosis en el hígado.
Los resultados de esa evaluación permitirán determinar cuán pronto necesita empezar con el tratamiento antiviral.